Capítulo cuarenta y dos.

7 0 0
                                    

Esteban.

Te extraño tanto, que el espejo me pregunta por vos,

que por qué no apareces y me das la sonrisa que me falta.

Te extraño tanto, que ya me cuesta diferenciar entre la puesta de sol y el amanecer

porque ambos me saben igual de vacíos sin vos.

Te extraño tanto, que busco tus ojos entre la gente

y tu risa por cualquier esquina.

Te extraño tanto, que las fotografías han comenzado a cobrar vida,

Y están empezando a enojarse por no tener más nuestras.

Te extraño tanto, que ahora me doy cuenta de cuántas canciones hablaban y hablan de vos.

Te extraño tanto, que mis cenas se han convertido en "un doble y sin hielo",

en lugar de "mesa para dos, por favor".

Te extraño tanto, que las letras nacen solas cuando me pongo a escribir,

Y vos sabes de sobra, que solo lo hago cuando me siento roto.

Llegué a pensar que el corazón no se podía quebrar más y sí que lo ha hecho.

Decile al mundo que deje de recordame a vos y a lo que duele no tenerte.

Pienso de a ratos que quizás no eras vos,

que quizás no éramos nosotros,

quizás no era el momento,

pero ¡Mierda! Fue bonito mientras duró

Como si no hubiésemos desaparecido de repente y siguiese recibiendo tus buenos días cada mañana.

Como si el reloj no se hubiese detenido a las cinco menos cuarto de la madrugada y siguiéramos queriendo luchar.

Como si no hubiéramos decidido ser pasado y las ganas de comernos a besos hubiesen sido más fuertes que las del miedo al amar.

Yo, que todavía me estremezco cuando oigo tu nombre en labios ajenos, que no soy capaz de borrar nuestras fotografías porque no quiero asumir que te he perdido del todo. Lo siento, tengo un par de "te extraño" en la punta de la lengua.

¿Cuánto me va a tocar esperar sentado en el borde de la cama a que vengas a echarme hacia atrás sobre ella y me acaricies hasta el insomnio?

Sé que te prometí la luna y hace tiempo que ni la ves brillar.

Volveremos a encontrarnos en cualquier lugar,

y yo te sonreiré como la primera vez, como si nunca te hubiese dejado marchar,

Volveremos a ser esa promesa que nos hicimos y que nunca se iba a quebrar.

Fue bonito, sí.

Fue bonito hasta que lo rompí,

hasta que la cuerda te quemó las manos por sujetar lo insostenible.

Y ¡Dios! Si tan solo pudiera olvidarte.

Si tan solo existiera alguna máquina que me quite la memoria,

algo que destruya los recuerdos, no importa que me deje en blanco,

todo es mejor a esto.

Prefiero olvidarme de todo, incluso del día en el que me aprendí a atar los cordones,

todo sea por no volver a pensar en vos,

porque me hace más daño seguir viviendo y fingiendo que no te pienso.

No estoy preparado para salir a la calle y anhelar verte y al mismo tiempo tener que pedirle a Dios que no escuche esa petición, porque duele carajo, duele.

Por si regresas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora