Capítulo cinco.

62 7 1
                                    

Sara.

—¿Qué carajos? —Digo casi gritando y temblando—.

Esteban se deja ver y comienza a reírse a carcajadas.

—¿Qué es lo gracioso? —Pregunto molesta—.

—Verte enojada. —Ríe—.

—¿No tenes algo más importante en vez de venir y mojarme?

Me mira por un momento y riendo se acerca un poco más.

—Puedo mojarte de otra manera, cariño.

—¡Esteban! —Lo salpico con agua—.

—¿Qué te da miedo? Preciosa.

Lo mismo me preguntó Lucio.

Me salgo del agua y comienzo a caminar hasta la puerta por donde vine, pero..

—Solo se abre de adentro. —Exclama Esteban, mientras lo miro—. Las habitaciones están del otro lado del terreno.

Por lo que nadie nos abrirá.

—La única que da al patio es la mía. —Me señala su balcón—. Si querés entrar, tenes que escalar.

—No sé hacerlo, necesito ayuda. —Le respondo de brazos cruzados de frío—.

Esteban se acerca a la orilla de la piscina y mirándome sonríe.

—Yo no quiero entrar ahora. —Dice sonriendo maliciosamente—.

¡La qué te parió!

—Por favor, ayúdame, ya es bastante tarde y me hace frío.

—Metete al agua y se te pasará el frío. —Dice dándome la espalda—.

Me le quedo mirando, parada como un florero y Esteban no me dice nada, más que ignorarme.

Sin otro remedio me meto nuevamente a la piscina y me quedo a una orilla, cubriendome del frío con el agua, que de a poco siento que me da calor.

Esteban está en la otra punta y por suerte está callado.

—Te gusta que te den órdenes, he. —Dice, de brazos abiertos y sentado—.

Lo que quiero ahora es cachetearte.

Ignoro lo que dice y espero a que se le dé por subir a su habitación, para que me ayude, porque le temo a las alturas y ¡Lo sabe!

—Juguemos a algo. —Se va acercando más a mi—.

—Tengo frío, Esteban, quiero ir a dormir.

—Juguemos —Quedamos frente a frente—. a Marco-Polo.

Lo miro y exhalo.

—¿Si juego nos iremos?

—Así es, y si te negas, acá nos quedáramos.

—Bien.

—Las reglas son sencillas, yo digo "Marco", vos "Polo".

—¿Y si me encontrás qué?

—Aceptas lo que sea.

—¿Realmente si no juego no me vas a ayudar? Suárez.

—Yo siempre hablo en serio, Villarreal.

—Está bien.

Esteban se va hasta el otro extremo y yo quedo en el medio, para empezar al juego.

Temo su reto.

—¡Marco! —Comienza a jugar con los ojos cerrados—.

Me muevo del lugar.

Por si regresas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora