Capítulo 20 El latente peligro de ser un héroe

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El edificio estaba rodeado por la policía, brillando por la incandescente luz blanca proveniente de un helicóptero, por todo el piso había cientos de vidrios rotos, algunos dólares tirados, un par de manchas de sangre y 5 ladrones inconscientes, los policías se acercaron y algunos se dirigieron a los atacantes neutralizados para esposarlos, y los demás tenían los brazos rígidos y apuntando con firmeza hacia dos individuos al fondo del banco.

—¡Suelta tu arma y pon las manos en la cabeza! —decía la voz de un policía a través de un megáfono.

El hombre araña estaba acorralado contra la pared, solo quedaba un ladrón en pie y este apuntaba su arma directamente en la frente del chico, el arácnido casi podía sentir el frio de la bala sobre su cuerpo, siendo que está aún estaba dentro del cañón, el sentido arácnido de Spiderman estaba al límite, pero la electrificación que le dio el aparato policiaco robado por el ladrón le lastimó el estómago, más el disparo que había recibido de otro ladrón (que por suerte solo le había rozado la pierna), lo habían debilitado al punto en que incluso forcejear con su atacante le era agobiante, por lo que sentía que estaba perdido y que en cualquier momento el ladrón jalaría el gatillo, la bala saldría disparada, le rompería el cráneo y el moriría.

¡PUM!

Un golpe seco se escuchó y el ladrón cayó inconsciente soltando la pistola que chocó estrepitosamente en el suelo. Spiderman, con el corazón a punto de estallar, entornó los ojos y bajo la tela de la máscara esperó ver al policía que lo había salvado, pero en su lugar vio a una silueta borrosa.

Siendo que se trataba de una chica asustada que sostenía con una impresionante firmeza un palo roto de escoba, el muchacho no pudo evitar dejarse caer de dolor cerrando los ojos y cayendo inconsciente sin reconocer quien lo había salvado. Los policías bajaron las armas y corrieron hacia él, tomaron al ladrón que sangraba de la cabeza y permanecía inconsciente pero sin estar muerto, fue arrastrado por los policías como un simple saco y algunos otros se dirigieron al muchacho para intentar estabilizarlo.

—¡¿Signos vitales?!

—Estables. Tiene una herida en la pierna.

—¿Necesita sutura?

—No, pero hay que limpiarla antes de que se infecte.

Desde la perspectiva de un par de ojos azules, hubo la buena impresión de que ninguno de los policías intentara quitarle la máscara y descubrir que rostro estaba oculto bajo ella. Después un oficial se le acercó y dijo:

—Se arriesgó mucho señorita, pero por suerte todo salió bien. Muy bien hecho. —la felicitó el policía dedicándole una sonrisa bajo el acrílico transparente de su casco. Pero después el oficial la vio con mucha más atención, como si quisiera encontrar algo en ella, incomodándola —¿Disculpe, la conozco señorita?

—Soy hija del capitán Stacy.

—Con razón se me hacía conocida, tiene la misma mirada de su padre. —aseguró el oficial. —No le hará gracia saber que estuvo aquí pero, creo que de no ser por usted... quién sabe que le habría pasado al hombre araña.

Gwen le devolvió la sonrisa al policía y de nuevo pasó su mirada hacia el hombre araña, quién parecía inconsciente.

Los policías se alejaron para que ahora los paramédicos atendieran Spiderman, Gwen se quedó cerca por si acaso alguno de ellos intentara quitarle la máscara, pero de nuevo, ninguno de los paramédicos hizo tal cosa. Spiderman se movió y entonces uno de los paramédicos habló.

—¿Se encuentra bien?

El arácnido no respondió, no pareció percatarse de donde estaba, pues levantó la mano e hizo ademán de quitarse la máscara, demostrando que estaba demasiado aturdido como para reconocer que había gente a su alrededor.

—¡Espera! —alertó Gwen, acercándose de prisa a él, logrando detenerlo antes de que inconscientemente mostrara su rostro. —No te quites la máscara, no debes revelar tu identidad —dijo colocándose entre dos chicas que le curaban la pierna, sin saber que la rubia que se metía ente ambas era la novia del súper héroe al que atendían.

—Lo mejor será que se la quite parcialmente —dijo el paramédico que le estaba tomando el pulso —Así respirará mejor.

Spiderman asintió con la cabeza y se descubrió el rostro hasta la punta de la nariz, lo suficiente para que sus fosas nasales respirar. El hombre bajo la máscara entornó los ojos hacia dónde escuchó esa conocida voz y ahora sí vio a Gwen con claridad. Una vez que los paramédicos hicieron su trabajo se ofrecieron a llevarlo al hospital, pero él se negó y pidió con amabilidad que lo dejarán hablar a solas con la chica que lo había salvado para agradecerle, los paramédicos se retiraron y Spiderman y Gwen se quedaron solos.

—Gwen... —susurró el muchacho en voz baja para que no lo escucharan, pues aún había gente a su alrededor, además de que no tenía muchas fuerzas.

—Peter yo... —empezó Gwen frotándose las manos, temerosa de que él le reclamara que no debía estar ahí, pero escuchó todo lo contrario.

—Gracias... —murmuró el arácnido con dificultad. La rubia se sorprendió y luego sonrió, tristemente aliviada, posando con suavidad su frente en el pecho del muchacho, escuchándole los pesados latidos. —Gracias Gwen... salvaste mi vida...

 salvaste mi vida

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Una segunda nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora