Capítulo 21 El corazón sobre el deseo

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—Deberías ir al hospital —dijo Gwen ayudando a Peter a recostarse sobre la cama luego de llegar al departamento a través del balcón, como siempre hacia, ya que de hecho Peter jamás había entrado a ese departamento por la recepción.

—No puedo, saben que Spiderman tiene una herida de bala en la pierna y el estómago afectado, si voy y ven que tengo exactamente los mismos problemas sabrán quien soy —explicó Peter con dificultad, causando mucha tristeza en su novia por todo lo que tenía que soportar.

—¿Y qué le dirás a tu tía? —preguntó Gwen acariciándole la sudada cara.

—Aun no lo sé, pero no puedo ir a casa.

—No claro que no — concordó Gwen seriamente, despejándole el cabello de la cara —apenas y pudimos llegar aquí, no estás en condiciones de volver a salir. Tienes que descansar.

—Tal vez pueda decirle la verdad a mi tía... —ideó Peter.

—¿Qué? ¿Le dirás que eres el hombre araña? —preguntó ella con ironía.

—No, pero no se me ocurre otra cosa, decirle que después del asalto al banco estabas tan asustada que no querías quedarte sola.

—¿No crees que piense...? —se adelantó Gwen creyendo que era delatarse en otra cosa.

—Espero que no. —respondió Peter tomando su celular y avisando a su tía por qué no llegaría.

Le mintió de forma convincente, y por lo que Gwen escuchó, la tía de Peter no sospechó que algo más fuera a pasar entre esos dos, porque su sobrino le aseguró que él dormiría en la sala, siendo algo irónico que esa fuera la misma intención que Peter tenía la primera vez que tuvieron que dormir juntos, aunque lo que pasó fue que después de un par de coqueteos y palabras de Gwen al final hicieron el amor.

Y ahora las cosas parecían invertirse, ya que ahora estaban en el cuarto de Gwen, él fue el que mintió armando un plan "convincente" y quien tenía otras intenciones muy diferentes a dormir lejos de ella, era él.

El traje arácnido terminó en el suelo, ya que así Peter se sentía menos ahogado, Gwen puso un relajante muscular sobre el abdomen del chico y eso lo ayudó bastante a disminuir el minúsculo dolor de estómago que aún quedaba en él por la electrificación que sufrió.

Mientras le frotaba el relajante sobre el estómago, la chica no pudo evitar sentir atracción por ese bien moldeado abdomen de lavadero, y él lo notó. Ella se sintió un poco apenada, se levantó para irse a lavar las manos y cuando regresó se sentó un poco más atrás de donde estaba, como si quisiera guardar cierta distancia entre ella y su novio, pero él quería justo lo contrario.

Peter se incorporó sonriendo con picardía, gateó hacia Gwen que estaba sentada casi a la orilla de la cama, ella lo vio acercarse de forma muy provocativa y con la intención de besarla, lo que aceleró sus latidos y calentó su piel, pero a una escaza distancia de que sus rostros se unieran ella lo detuvo, negando con la cabeza y teniendo una expresión divertida.

—Pero querías que te hiciera el amor al llegar aquí. —le recordó Peter de forma débil y hablando en un susurro. Buscando quitar la barrera que era la mano de Gwen entre sus bocas.

—Si es verdad pero... ¡Oh...! —suspiró ella al final, pues una de las traviesas manos de Peter entró bajo todas las capas de ropa que la cubrían y le tocó el pecho, acariciando con su pulgar el pezón de la chica que permanecía escondido a sus ojos, aunque a su dedo no —Pero, Peter... No sigas... —la chica detuvo al chico, intentando ignorar esa placentera sensación.

Viendo como él ya estaba todo sudado, aunque no se podía decir si era por la intimidad que deseaba o por el peligroso incidente que había sufrido y que aun dejaba secuelas en él. Pues no hacía mucho Peter había tenido una pistola en la cabeza.

—Claro que me encantaría que me toques... —divagó Gwen sin poder disimular que seguía antojada de todo lo que él era y más porque él seguía buscando besarla y sin sacar la mano bajo su ropa, ahora acariciándole la piel que tenía en la cintura. Realmente estaba tentada a devorarle todo lo que se llama cuerpo ¡Cómo la seducía con su cálido aliento! —Pero, no... —seguía resistiéndose, aunque no sabía por cuanto podría hacerlo. —Ahora necesitas descansar. Estas herido. —se logró controlar, recordando la gravedad de lo que había pasado. Peter parpadeó, poniendo una mueca como niño regañado. —Te dispararon en la pierna y te electrocutaron el estómago, podría lastimarte aún más. —le recordó.

—Entonces... ¿No habrá amorcito...? —dijo Peter haciendo un berrinche, estirando los labios como trompita.

—No... —dudó Gwen con voz temblorosa, viendo como las varoniles facciones de su novio se acercaban seductoramente a ella.

—Al menos deja que te bese el pecho —pidió el castaño con la voz llena de aliento y avidez, bajando la cabeza y llegando al cuello de la chica, necio en querer forma y sabor

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—Al menos deja que te bese el pecho —pidió el castaño con la voz llena de aliento y avidez, bajando la cabeza y llegando al cuello de la chica, necio en querer forma y sabor.

—Sí... —balbuceó Gwen cerrando los ojos y dejándose llevar, rindiéndose al deseo. Movió las manos en dirección a los bordes de su ropa, abriendo paso a los labios de Peter —solo déjame quitarme... ¡No! —Reaccionó deteniéndose de inmediato y recobrando el sentido —¡Peter! —regañó con autoridad, viendo como él se echaba para atrás ante su reproche.

—Está bien, no es no —aceptó Peter con una apenada gracia, llevándose una mano a la nuca, cerrando los ojos y elevando la boca en una sonrisa graciosa, sintiéndose un travieso culpable, asemejándose mucho a una caricatura. Aunque entendiendo el NO a la perfección y respetando a su chica como siempre tenía propuesto hacer.

—Deberías dormir —volvió a regañar Gwen hablando seria, arqueando las cejas y arrugando la nariz, viéndose casi tan caricaturesca como su apenado novio. Siendo mucho más consiente que Peter de que aquello en verdad podría lastimarlo más.

Al final él entendió y se quedó dormido, siendo abrazado por la espalada por la chica a la que más quería.

A ella le costó bastante más que a Peter resistirse y no dejarse vencer por su debilidad como mujer hacia su novio, ya que una parte de ella sí que se moría de ganas por dejarse envolver por los placeres que ese tan tentador hombre suyo le quería dar, pero prefería verlo descansar y permitirle reponer sus fuerzas, ya que por el amor que le tenía, deseaba más cuidarlo que gozarlo

Una segunda nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora