Capítulo 6 Excítame

988 29 12
                                    

Las sonrisas eran una cosa, pero ahora sentía que podía ser tan pervertido como quisiera (siempre y cuando ella se lo permitiera), y es que escucharla hablar así de libre también le sonaba a un permiso, amaba la confianza que había entre ambos y como es que podían decirse cualquier cosa por más pervertida que sonara.

Se podía escuchar fácilmente los latidos del corazón de ambos. Hombre y Mujer se miraban el uno al otro, ambos desnudos, ambos excitados y ambos enamorados.

—¿Gwen puedes decirlo otra vez? —pidió Peter acercándose a ella.

—¿Decir qué? —preguntó sin comprender a que se refería Peter.

—Que tenemos sexo —dijo Peter fascinado de poder decir tales palabras, sintiendo así todavía más ganas de estar con ella y en ella.

—Oh... así que... te gusta que diga sexo... —dijo también mostrando su lado pervertido.

—No tienes idea, luces tan sexy cuando dices sexo, y eso que de por sí ya eres sexy.

Gwen se sintió muy halagada por lo que sonrió con soberbia sintiéndose la mujer más hermosa y sexy de todas.

—¿Y si mejor dejamos de decir sexo para tener sexo? —sugirió la muchacha. Peter enloqueció al escuchar eso, y sin poder ni querer evitarlo, entró en ella, él gimió de placer y ella apretó los labios ahogando un quejido de dolor, pues apenas era su segunda vez, Peter notó lo que había pasado y rápidamente se disculpó saliendo de ella.

—¡Lo lamentó Gwen! —ahora se sentía completamente estúpido, dándose cuenta de que tenía que tener mucho más cuidado con ella, que a pesar de todo siempre debía tratarla con delicadeza.

—Estoy bien —mintió la chica tratando de disimular un gesto tranquilo pero sin mucho éxito, ya que si le había dolido. También se sentía una idiota, con toda la calentura y deseo que tenía por su novio se olvidó de ese pequeño inconveniente.

—Gwen... —balbuceó Peter con un nudo en la garganta, preocupado por ella.

—Solo ve más despacio esta vez. —pidió sintiéndose una tonta y teniendo mucha vergüenza.

El muchacho se inclinó sobre ella dándole un beso en la frente.

—Si quieres parar lo entiendo —dijo Peter con una voz suave y decidida, pero sin poder ocultar que no quería hacer lo que había dicho, pero que de ser necesario haría.

—¡No, no quiero parar! —respondió la rubia sin haberlo pensado, hablando a la defensiva. Tan honesta había sido que dejó de sentir esa horrible vergüenza que la estaba martirizando, lo único que ella quería era justo lo que él también deseaba: Hacer el amor, y no por ese inconveniente terminarían así. —Peter... —balbuceó ahora la muchacha, mirando fijamente la masculinidad de su héroe.

—¿Sí? —preguntó Peter volviendo a ser atacado por la urgencia y el necesidad de estar con ella, mirándola entre las piernas, deseando volver a entrar.

—Sí —respondió Gwen teniendo la misma urgencia y deseo que su hombre, justo después de eso sintió como su novio volvía a entrar en ella, estaba vez mucho más despacio, ahora ambos gemían. Él la envolvió en sus brazos, besándola con el arrebato de pasión que se había apoderado de él.

Los gemidos no se hicieron esperar, Peter entraba y salía de Gwen repetidas veces, Gwen arrasaba con besos desesperados los labios de Peter. Ahí en la sala, sobre el sofá grande, Peter Parker y Gwen Stacy estaban volviendo a tener el sexo que tanto necesitaban. Peter se subió a Gwen dejando caer su peso sobre ella, la chica estaba atrapada, completamente encerrada, el corazón de ambos amantes latía a una velocidad a la que solo en una ocasión había latido, en sus bocas volvía a haber un violento choque de lenguas, desesperadas por hacer de es beso uno más ardiente y seductor de lo que ya era.

—Peter... —dijo Gwen mirando al muchacho directamente a los ojos.

—Gwen... —dijo Peter con el pecho ardiendo en pasión junto con todo su cuerpo, aunque lo que más ardiente tenía era el miembro que había introducido en Gwen

—Esta noche... —balbuceó torpemente por los gemidos que interrumpían sus palabras —quiero que me beses, que me acaricies, que me toques y que me hagas tuya como se te antoje. Porque yo quiero hacer lo mismo contigo.

—¡Gwen...! —jadeó Peter con la voz transformada de tan excitado que estaba, agitado por las embestidas que daba contra el cuerpo de su novia. Pero él mismo se silenció con un sonoro gemido.

—¡Tócame, Peter! —antes de que él reaccionara, la rubia tomó la mano de castaño y la puso en su pecho. Peter contrajo los dedos apretando levemente el pecho de la muchacha.

La actividad entre sus piernas se había acelerado causando que Spiderman llegara a correrse dentro de Gwen.

—¡OH! —aulló Peter luego de que su esencia fuera liberada.

Una segunda nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora