Capítulo 33 La recompensa que merece

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—Entonces comienza a besarme Gwen —pronunció urgido.

Gwen sonrió triunfante para luego atacar a Peter dejándole un par de ardientes besos en el cuello, que más bien parecían mordiscos, el muchacho poco a poco fue colapsando, dejándose vencer por los excitantes bocados que Gwen le dejaba en el cuello, dejando caer la cabeza, aterrizando con la boca en el hombro de la chica. Mientras Gwen le devoraba el cuello, él apenas y podía mover su propia boca, dándole cortos besos sobre su hombro aun cubierto.

Realmente había teniendo un día duro como Spiderman, pues aunque los nuevos golpes y moretones que le habían quedado de esa batalla ya se habían semi curado, estos aún maltrataban su cuerpo, haciéndolo menos atractivo

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Realmente había teniendo un día duro como Spiderman, pues aunque los nuevos golpes y moretones que le habían quedado de esa batalla ya se habían semi curado, estos aún maltrataban su cuerpo, haciéndolo menos atractivo. Pero a pesar de eso, estaba completamente seguro que sin importar que tan herido o incluso deformado pudiera llegar a estar, Gwen lo seguiría amando, porque sabía que aunque ella amaba su físico, también lo amaba por quien era.

Los traviesos labios de Gwen seguían comiéndoselo, consintiendo de forma increíble la piel del cuello de su novio, recargando sus manos en los pectorales del muchacho sintiendo su firmeza, causando una muy erótica reacción en el gesto de Peter, quien llevó sus manos a la cintura de la muchacha, apretándola sin querer, pues ese apretón había sido más una consecuencia de su propio sentir que de lo que él quería hacerle.

Entonces Gwen le dejó el cuello para ahora pasar más hacia abajo, besándolo sobre los pectorales en los que antes habían estado sus manos, y sus manos pasándolas ahora a ese trasero redondito que tanto le gustaba, apretándolo un poco, pero fue la lamida que Peter sintió en su pezón masculino lo que hizo que... de ser un cachorrito indefenso poco a poco pasara a ser ese animal que ella tanto quería.

Ya teniendo sus palmas en la cadera de ella, lo único que hizo fue apretarla más contra él, se movió y ambos cayeron de espalda sobre la cama, Peter la atrajo hacia él e hizo que Gwen colocara su cuerpo encima del suyo. La sujetó de la cara para volver a besarle los rojizos labios, que con cada beso perdían el colorete pero ganaban fricción, Peter movió los brazos dejándole la cara, para ahora abrazarla por la cintura y luego pasar a acariciarle la espalda, después sujetarla por los hombros, y así recorrerle todo cuerpo y darle un ocasional apretón en su trasero.

Mientras que Gwen con una mano se apoyaba en las almohadas y con la otra le despeinaba el castaño cabello mientras balanceaba su cuerpo hacia adelante y hacia atrás, rosando su trasero sobre el pantalón de Peter, sintiendo algo duro bajo ella, deseando excitarlo todo lo que le fuera posible. Luego de un rato de estar jugando con sus lenguas en un apasionado beso, Gwen flexionó sus rodillas para incorporarse un poco más y ver desde un punto de más altura a su novio Spiderman.

Lo observó viendo su atractivo rostro exaltado y su torso bien formado, aunque lastimado por sus enemigos. Sabía que él amaba ser Spiderman y estaba segura de que ser un súper héroe debía ser algo grandioso, pero aquello también conllevaba un precio muy caro y doloroso.

Pero luego sonrió, esperando poder recompensar todo el trabajo que él hacía para mantener la ciudad segura. Tomó el borde de su suéter y se lo quitó, quedando en una delicada y estética blusa blanca de encaje en el escote y de delgados tirantes que se sujetaban a sus hombros. En ese momento Peter se quedó helado, pues sus ojos habían notado algo que lo sorprendió y lo emociono al mismo tiempo, al punto de inmovilizarlo.

 En ese momento Peter se quedó helado, pues sus ojos habían notado algo que lo sorprendió y lo emociono al mismo tiempo, al punto de inmovilizarlo

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—Gwen —tartamudeó apenas, incapaz de quitar la vista de ella, aunque no la veía precisamente a los ojos —¿Qué traes puesto? Y... ¿Dónde está tu brasier? —preguntó completamente incapaz de ocultar el tono lujurioso que lo invadió al ver ciertos atributos.

Gwen se sonrojó con algo de pena, comprimiendo los labios en una sonrisa coqueta, pues el nerviosismo había empezado a invadirla a ella también. Gwen había querido fingir inocencia, pero ya en ese momento no era fingida, sino completamente verdadera.

—Bueno es que... —empezó la rubia sin saber si podía llegar o no a terminar de decir lo que estaba en su cabeza —Cómo me dijiste que ibas a venir, pues... —dudó un momento en si debía continuar hablando o detenerse en ese momento, pero al final se dio cuenta de que al estar con él podía hablar con toda la soltura que deseara —quise ahórrate algo de tiempo y recompensarte por ser un héroe, por eso desaparecí algunas de mi capas. —ahora su cara se coloreaba por completo de rojo, sonrojándose más que nuca.

Peter pareció brillar, quedándose mucho más inmóvil de lo que ya estaba, en verdad no podía quitar la vista de ella, y es que a través de la blusa pudo ver el imperfecto pero para él totalmente hermoso torso de la chica que amaba, observando que a través de la transparente tela se podía apreciar una fina y poco pronunciada curva que se elevaba con naturalidad, así como un sutil y suave tono rosado asomándose entre los pliegues de la blusa, eran los pezones de Gwen, a los que no podía dejar de contemplar.

Peter Parker, semidesnudo e indefenso sobre la cama, con una chica hermosa sentada sobre él, sin su brasier y usando una blusa que dejaba todo a la vista, causó que cierta anatomía suya se levantara, dejándole una mancha en el pantalón. Sus nervios volvieron a explotar, y más allá que Gwen se percatara de lo que pasó por ver directamente la mancha, lo supo por la expresión que involuntariamente había aparecido en el rosto de su novio.

—Gwen... —dijo Peter intentando excusarse, pero fue incapaz de hacerlo, pues estaba sintiendo un nudo en la garganta y fuego quemándolo bajo los pantalones. Como si fuera la luz quien lo intimidaba en su condición de novato a pesar de ya haber hecho esto antes.

Ella bajó la vista ahora si vio lo que había apenado a su novio, notando el enorme bulto que había en él. A la chica se le antojó tanto que se mordió el labio mientras un cosquilleó delicioso le recorría la entrepierna.

—¡Oh Parker! —gimió Gwen de puro deseo. —¡Eres mío!

Una segunda nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora