Capítulo 4 Devorar

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—Gwen yo... —empezó a decir el muchacho pero no terminó, no pudo, ni siquiera sabía que decirle, solo podía disfrutar de lo que sentía en su masculinidad.

La boca de Gwen rodeándole el pene, lo estaba acariciando con la lengua, las caricias que ella le daba en su punto más sensible lo estaban haciendo perder la cabeza, a cada segundo sentía más y más calor, sentía que su sangre hervía, sentía que se estaba derretido en el sofá, no podía con todo lo que sus nervios estaban disfrutando.

Tenía la cabeza hacia el techo aunque realmente no estaba viendo el techo, porque tenía los ojos cerrados y la expresión de su rostro era como si estuviera bostezando, pero obviamente por estar teniendo un placer inmenso, el cual no tenía idea de cómo controlar, más bien el placer lo estaba controlando a él, y se sentía de maravilla. Como ya había pasado anteriormente en su primera vez, se había perdido así mismo en medio de tanta pasión, volviendo a desconectarse del mundo, de todos menos de Gwen, la única a la que conservaba en lo poco que le quedaba de conciencia.

Con cierta dificultad abrió los ojos mirando la cabellera rubia entre sus piernas, esa hermosa boquita de sonrisa coqueta le estaba succionando los testículos. La imagen que tenía Peter frente a él era irreal, y aún más sentirla, si no estuviera disfrutando tanto de ese oral podía pensar que se trataba de uno de sus tantos sueños húmedos que lo hacían desean tanto esa noche, pero un sueño no se podía comparar con esa intensa realidad, y menos de la que tanto estaba gozando en ese momento.

Él ya se había acostado con Gwen y esa había sido la mejor noche de su vida, pero a cómo iban las cosas, esta noche podía superar a la anterior, y si, en esa mágica ocasión ya había disfrutado de esos maravillosos lengüetazos en ese punto, pero ahora esos lengüetazos duraron considerablemente mucho más tiempo y se sintieron muchísimo mejor.

Peter Parker estaba ahogado en el placer que le producía la boca de Gwen Stacy. Él no era consciente de sus propios gemidos sonoros porque todos sus sentidos se habían debilitado para que el sentido del tacto tuviera el máximo potencial, pero ella si lo escuchaba y estaban segura de que probablemente sus vecinos también, así que se detuvo y aprovechó para respirar todo el aire que necesitaba.

Cuando Gwen dejó la virilidad de Peter el muchacho regresó a la realidad, y aunque obviamente la realidad no era para nada mala, estar perdido en el gozo de la boca de Gwen era mejor, por lo que deseó que ella continuara lo más rápido posible, pero en cuando notó que ella también tenía la respiración entrecortada y que había sido por darle gusto a él, desistió de que ella continuará para ahora ser él quien iniciara el gozo de Gwen.

Ella se estaba limpiando la boca cuando de repente los brazos de Peter la sostuvieron con firmeza, alzándola.

—Eso fue increíble mi amor, agradeció Peter regalándole una sonrisa radiante y sobre todo una muy excitada.

—Lo mejor para ti Peter —él la miró y vio que ella aún estaba bastante cubierta por la ropa, así que movió las manos lo más rápido posible y así la liberó de su brasier, luego bajó el elástico de la falda de la muchacha para que en unos segundos la falda quedara en el piso.

Gwen, ya con prácticamente toda su piel al aire no resistió ni un segundo más para abalanzarse sobre su desnudo novio, estaba sentada a horcadas de él mientras le devoraba los labios, pegó sus pechos a los pectorales de él sintiéndose cada vez más excitada, Peter le sostenía la cadera pero cada tanto su mano bajaba hasta tocar la tela de la ropa interior de su novia, él la sostuvo fuerte y la movió de tal forma que la espalda de Gwen quedó en el descansabrazos.

Aquella primera noche Peter siguió un camino por el cuerpo de su rubia, uno que también siguió en ese momento, ya estaba besando los labios de Gwen, así que ahora tocaba su mentón, bajó rápidamente por su cuello escuchando como a ella le gustaba, siguió por su clavícula, sabiendo que entre más bajaba ella más lo disfrutaba, llegó hasta las suaves curvas de su pecho, disfrutado del contacto de sus labios con aquella suave piel.

Ella respiraba profundamente, sonriendo con encanto, maravillada de como los labios de Peter se hundían en sus senos, de cómo su quijada la acariciaba, de un momento a otro tuvo una mucho más grande sensación placentera, una que la hizo gemir, miró lo que sucedía y vio la boca del castaño instalada en su pezón, Gwen se mordió el labio y disfrutó de como Peter succionaba ahora su otro pezón, echó el cuello para atrás mientras dejaba que Peter le devorara los pechos, gozando de lo que las chupadas excitantes del amor de su vida le hacían sentir.

Una segunda nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora