Capítulo 22 La heroína del héroe

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Peter y Gwen despertaron frescos como lechuga luego de pasar su primera noche juntos solo durmiendo. Ahora que Peter ya estaba en mejores condiciones intentaron ser acaramelados pero no hubo mucho tiempo para un romántico momento ya que tuvieron que prepararse para irse rápido a la escuela.

Una vez que los embobados pensamientos de Peter se alejaron del cálido encanto que fue volver a compartir la cama con Gwen (aunque ella no lo dejara hacerle el amor porque estaba preocupada por él). Peter empezó a pensar en los sucesos que causaron la situación por la que ella le había dicho que no, entonces recordó que algo muy peligroso había sucedido, algo que en definitiva no debió pasar.

—¡Gwen! —se impactó por su propio recuerdo, teniendo los ojos clavados en su cuaderno, siendo atacado por lo que había en su cabeza, sintiéndose un idiota por no haber pensado en aquello antes.

—¿Qué? —preguntó ella despreocupada, dejando de prestarle atención al maestro y encontrando muy extraña la expresión que él tenía.

—No debiste estar ahí... —tembló —no debiste haber ido a ese lugar, fue muy peligroso.

Las pupilas de Gwen se contrajeron y sintió que no podía moverse, pues el regaño que ya sabía que merecía pero que en su momento no fue mencionado... ya estaba apareciendo.

—Oh... bueno... —ahora era Gwen la que se echó para atrás, llevándose una mano a la nuca y esquivándole la mirada.

—Gwen —dijo Peter con dureza, teniendo una expresión de tristeza y de miedo. —Pudiste salir herida —tembló más. —Pudiste terminar... peor que yo.

Gwen se quedó callada, con los labios sellados y sin pensar en algo para poder defenderse, pues sabía que sí había sido una decisión estúpida por el impulso de no dejarlo solo, y que aunque sus intenciones fueron nobles, sabía que él tenía razón.

—No... no quiero que hagas eso de nuevo —dijo Peter controlando lo que ya se estaba tornando una voz muy sentimental.

Gwen logró moverse y lo abrazó, pegando su cara a la clavícula de Peter sintiendo como él la correspondía enseguida.

—Lo siento —se disculpó en un susurro apenas audible —Pero me fue inevitable no intentar ayudarte, me fue inevitable no dejarte solo. Lo sentí... Como una responsabilidad.

Peter la entendió, perfectamente, pues él sentía lo mismo, como Spiderman le era inevitable no ayudar, y que Gwen decidiera ponerse en peligro para poder ayudarlo lo enterneció muchísimo, pero de todos modos hubiera preferido que no hiciera eso. Pues jamás se perdonaría si algo malo le llegara a pasar a su novia por su culpa.

—¡Parker! ¡Señorita Stacy...! Pongan atención. —regañó el maestro haciendo que la pareja se separara al instante y quedando sonrojados de pena, pues todos los voltearon a ver.

...

Los problemas como Spiderman se hacían más difíciles de sobrellevar cuando el chico recordaba el acoso que sufría como Peter, pues Mary Jane aprovechaba cada oportunidad para insinuársele, cada ocasión que se la topaba era peor que la anterior, mostrándose más urgida, algo que tampoco lo ayudaba con su relación con Gwen, pues Peter veía que aquellas insinuaciones causaban inseguridad en su chica, generando un distanciamiento.

Una noche luego de un horrible accidente automovilístico en el puente, en el que si no hubiera sido porque Peter estaba ahí, una niña casi hubiera muerto. Como Spiderman, logró rescatar a la pequeña, pero a pesar de eso... estaba verdaderamente aturdido por la situación. Le fue muy doloroso ver a la niña sangrando de la cabeza, llorando asustada y pidiendo ver a su mamá.

Para el castaño no era lo mismo ser Spiderman para pelear y defender, que ser Spiderman para ayudar o rescatar en algún accidente, pues ahí eran cuestiones humanitarias que le afectaban. Prefería actuar para defender a tener que hacerlo cuando el daño ya estaba hecho.

Necesitaba consuelo y Gwen era la mujer ideal para ayudar al hombre araña con sus problemas y evitar que se volviera loco, siendo irónico que siendo un héroe necesitara que alguien lo salvara, pues solo se sentía completamente a salvo cuando estaba con ella.

Y a pesar de que Gwen seguía sobrellevando su inseguridad porque su novio era deseado por una chica en apariencia muy superior a ella, obviamente Gwen lo ayudó cuando él le pidió verla, aunque sin saber el pesado estado mental en el que Peter estaba.

Ahora la cariñosa y muy traviesa era Gwen, creyendo que Peter le había pedido verla para tener ese amorcito que anteriormente le había negado, pero que ahora era lo contrario. El chico no le dijo que era lo que lo tenía tan desanimado, pero que si quería estar ahí con ella y sentirla cerca.

Por lo que simplemente volvieron a acurrucarse en la cama con la ropa puesta, compartiendo uno que otro calmado beso sin llegar a lo excitante, aunque si teniendo los ojos llenos de amor y fascinación al estar en los brazos del otro.

—¡Ay Peter Parker...! Si las miradas embarazaran, ya tendríamos como 10 hijos. —exclamó Gwen en modo cautivador, acurrucándose más junto a él, quien sonrió con orgullo mirando hacia el techo, acariciando con una mano el hombro de su chica.

—Qué bueno que no es así —dijo él en modo tranquilizante pensando en todos los problemas que estaba evitando al no traer aun a esos spidy-bebes que de seguro los volverían locos, aunque pensando en ellos con una gran sonrisa —Aunque teniéndote a ti como mamá, de seguro serán hermosos. —él giró el cuello y le dio un beso en la frente —Además de que te verías muy bonita con tu barriguita.

—¡Peter Parker! —se sonrojó la chica escondiendo el rostro sobre el ancho hombro de Peter

—Ah no, ven acá —dijo Peter moviéndose para mirarla —Eres tan bonita... —susurró con cariño, rozando su nariz con la de ella.

Gwen intentó elevar un poco más la temperatura del momento que compartía con su novio pero Peter realmente no tenía la fuerza para ponerse en modo seductor y hacerle el amor, así que la detuvo sin darle muchas explicaciones, dejándola un poco cohibida por el hecho de que no intentara tocarla, provocando que pensara que había hecho algo mal, sintiéndose levemente rechazada.

Sin saber que él se encontraba poco dispuesto por los duros recuerdos que ser Spiderman le dejaba, luego de un rato se quedaron dormidos sin recordar que esta vez no avisaron a tía May donde estaría su sobrino.

Una segunda nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora