*Posiblidad*

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Paso una semana, y Tenten no me permitía hablar con ella. Temari y Shikamaru me preguntaron sobre lo ocurrido, ya que les fue extraño que no nos dirigiéramos la palabra y mucho menos que estuviéramos discutiendo.
Les dije sólo un muy pequeño resumen de lo ocurrido, y ambos me miraron de mala forma.

– Ella hablara contigo cuando se sienta bien. - aseguró Temari.

– Eso esperó.

La mire de soslayo, y ahora ella estaba preparando la comida con Kankuro, eso realmente me ponía de mal humor. Ahora Tenten sonreía, hablaba, jugaba y de mas con él; y a mí, ya ni siquiera me miraba.

– Tú lo arruinaste viejo, no tienes porque mirarlo mal a él.

– Ya lo sé Nara.

Los podía escuchar reír, y eso me molestaba cada maldito segundo. Temari noto la mala cara, y me dijo que saliéramos afuera a demostrarle lo aprendido.

En la casa que estamos actualmente, esta dentro de un callejón, aquí hay un patio grande que tiene a su alrededor varias casas que están detrás de grandes casas con más de cuatro pisos de altura. Es parecido a una vecindad oculta.

– Nadie nos vera, así que ataquen me con lo que tengan aprendido.

Ambos nos miramos con confusión, ninguno de los dos sabíamos de lo que son capaces ellas en realidad, pero sí me preocupaba llegar a lastimarla por no saber controlar del todo esto del chakra.

– ¿Segura?

– Totalmente. - afirmó mientras tomaba un pergamino.

Shikamaru no la pensó más y puso en acción sus sombras con tan sólo levantar su mano en dirección a la rubia enfrente nuestro. Perfectamente visualice como ella sacó un abanico enorme de aquel pergamino en sus manos; con este, ella impidió que sus sombras del Nara la atravesaran. Shikamaru regreso sus sombras hacia él mientras mantenía su expresión de asombro. Ahora era mi turno, me acerque a ella al activar mi jutsu ocular, me movía rápidamente para intentar darle en algún punto de su cuerpo que no le pudiera llegar a causar un daño de gravedad.
Ella me lanzo con su abanico algo lejos de ella, y Shikamaru aprovecho para llevar sus sombras hacia ella con tal de atraparla. Temari en ningún momento abrió aquel abanico suyo, simplemente lo usaba como un escudo para evadir nuestros ataques o lanzarnos lejos.

No sé con exactitud el tiempo en que estuvimos peleando con ella, pero sí sé que termine realmente agotado.

– Vamos chicos, apenas estoy calentando. - llego a sentarse en medio de ambos, quienes estábamos tirados en el piso recuperando el aire.

– Si llegaran atacarnos justo ahora, estaríamos muertos.

– Es justo por eso que hay que practicar mucho más.

– ¡Eso fue mejor que una película de acción! - exclamó Kankuro desde la entrada de la casa en compañía de Tenten.

– Estamos fuera de forma, nosotras también deberíamos entrenar seguido. - habló Temari.

– Oye Tema, esa cosa duele, ¿cuánto pesa?

– Casi doscientos kilos.

Los tres hombre ahí nos quedamos boquiabiertos al escuchar semejante cosa, pues su abanico sí duele un poco al pegar, pero no lo suficiente como para que pese esa cantidad.

El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora