*Pequeño juego*

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Narrador omnipresente...

Paso una semana desde su confesión de Shikamaru, en ese tiempo ya estaba todo avanzando mejor: Tenten y Neji comenzaban a darse cariños cuando nadie los veía, Shikamaru y Temari también empezaban con algo parecido.
No estaban formalmente en algo, pero entre ellos ya estaba bien claro que había algo. Neji llegaba a darle besos a Tenten cuando ella estaba de espaldas hacia él, mientras que ahora él se dejaba peinar ridículamente por ella.

– Amigo, permite me decirte que te ves realmente apuesto con esas trenzas. - expreso Shikamaru entre risas.

– Tú no te quedas atrás Nara, esas coletas tuyas te hacen ver tan guapo. - se burlo.

– Luego se chulean, ahora vamos a entrenar. Aún les falta por perfeccionar ciertas cosas. - hablo la rubia con una sonrisa.

– A tus ordenes.

Ambos las siguieron, así peinados tuvieron su hora de entrenamiento, entrenamiento del cual se comenzaba a sentir cada vez más pesado por lo que les estaban obligando a realizar.

– Van bien, sólo es cuestión de que aprendan a manejar la proporción de chakra que usan para cada cosa. 

– Cierto, de otro modo terminaran agotándose así de rápido.

Ellas se apartaron un poco para charlar otras maneras de ayuda, mientras que a ellos los dejaron ahí tirados para que descansaran.

– Esto es demasiado. Ya no aguanto mis piernas.

– Losé, esas dos nos quieren matar.

Hyuga Neji...

Regresando de todo el entrenamiento, Tenten llamó a su padre para asegurarse de que estuviese a salvo, tal y como se lo prometió mi padre.
Después nos quedamos ambos en mi cuarto, mientras que Shikamaru y Temari se fueron a encontrar con Itachi; aquí cabe aclarar que quien debía ir era solamente la rubia, pero Shikamaru aún siente celos como para dejarla sola con él, así que se fue de cola.

– ¿Todo bien?

– Sí, mi papá está con Kankuro y Naruto. - sonrió.

Su celular sonó, e inmediatamente ella lo reviso con una sonrisa en sus labios. Me senté en la cama para ver con quién hablaba, y era ese tal Rock Lee.

El Sushi del Tío Asado es Totalmente Otro Delicioso Origen de La Increíble Sazón que Tomo del Oriente.

Eso es lo que decía su mensaje, un mensaje totalmente sin sentido alguno.

– ¿Y eso que significa?

– Exactamente no lo sé. - apagó su celular.

Ella me sonreía como si nada, pero yo aproveche para comenzar a besarla, la tenia tan cerca de mi que debía de aprovechar el momento. De primera solo era un beso normal, pero quería más, y para ello mordí su labio inferior para adentrarme a su boca. Poco a poco el beso comenzó a subir de nivel en cuanto nuestras lenguas comenzaron a jugar entre ellas, el deseo era tanto que mis manos pasaron de estar en su cintura hasta su trasero. Fue tan sólo un movimiento rápido para que ella ahora estuviese sentada sobre mis piernas.

Deje de besar sus labios para bajar a su cuello y besarlo, darle leves mordidas y dejarle en ciertas partes algunas marcas.

Ella me tomaba del cabello mientras daba caricias, y yo ahora subía mis manos hasta sus pechos. Primero jugaba con ellos sobre la ropa, hasta que se volvió un estorbo; quite la playera y después el sostén, me di un ligero taco de ojo, y realmente ese tamaño lo sentía magnífico.

Me lleve uno de sus pechos hasta mi boca y, mientras uno era chupado por mi boca, el otro era jugado por mi mano. Sin duda alguna también deje marcas en ambos pechos, era tan excitante al tener contacto con su piel desnuda, y lo era aún más al poder escuchar como la castaña intentaba relajar su respiración mientras agitaba ligeramente mis cabellos.

En una de tantas, ella se movió ligeramente hacia adelante y después regreso hacia atrás, provocando un magnífico contacto entre su intimidad y la mía. No sé si fue a propósito lo que hizo pero, si me provocó mucho más.

– Yo quería saborear te un poco más pero, me parece que el deseo es tan grande que no creo resistir.

Me moví para ahora dejarla a ella abajo de mí y yo sobre de ella. Baje sus pantalones e inmediatamente también le quite su pequeña prenda interior que le quedaba. Realmente me encantaba la vista que tenía.

– D-Deja de mirarme Neji, es vergonzoso.

– ¿Vergonzoso? - negué –, es precioso lo que estoy viendo.

– ¿Ne-neji?, oye espera, ¿qué vas a hacer? - me cuestiono toda apenada.

Me acerque hasta su intimidad para apreciar mejor la vista, le Sonreí desde ahí cuando note como cerro ligeramente sus piernas.

– Nada malo. Lo prometo.

Abrí nuevamente sus piernas, y comencé a lamer cada parte suya ahí abajo, hasta por fin llegar a succionar y lamer su punto clave. Levantaba la mirada cada cierto tiempo, y ella se estaba mordiendo el dedo mientras que la otra mano arrugaba las sabanas, continúe avanzando de apoco, y la forma en que retorcía su cuerpo me excitaba con más rapidez.
Seguí con lo mío un poco más rápido, hasta que ella por fin gimió mi nombre y, joder, que magnífico se escuchó. Fui aún más y más rápido, provocando que no sólo dijera mi nombre, sino que también jalara de mis cabellos.

Deje de chupar su intimidad, y volví a subir hasta sus labios. Estando ya en contacto con ellos, ingresé mi dedo medio e índice en su interior, provocando un gemido suyo cerca de mis labios.
Comencé a moverlos de la mejor manera que provocará en ella ligeros gemidos en mi oído y me ganará ligeros rasguños en mi espalda.

Seguí besándola, y moviendo mis dedos, hasta que ingresé uno más. Provocando que me clavara un poco sus uñas.

– Tenten, ¿quieres que continuemos, o hasta aquí la dejamos?

Estaba toda roja, un poco despeinada y con la respiración agitada, pero aún así asintió.

– Continua. - Sonreí.

Dicho eso, en un abrir y cerrar de ojos me deshice de la ropa que aún llevaba puesta, para así ya dejar a la vista la erección que ya comenzaba a doler.

– Te lo tenías bien escondido. - sonrió la castaña.

– Ni que lo digas, pero ahora verás que cosas nos vamos a inventar.

Comencé con ingresar dentro suyo así acostada, poco a poco para no llegar a molestarla por las dudas. Tan sólo asintió con la cabeza, di inicio a moverme despacio, se sentía tan bien estando dentro suyo. Proseguí en ir más rápido, y sus gemidos que intentaba callar, eran como música para mis oídos.
Me acerque más para poder besarla mientras intentábamos evitar un gemido fuerte por parte de ambos cuando estábamos por llegar al punto final.

Frene un poco al dar por concluido el primer round, y después proseguimos en adoptar una nueva posición para seguir. Aún no me sentía satisfecho, y ella tampoco quiso parar.
La noche era joven, y nosotros también.


El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora