*Al principio*

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Temari me fue hablando sobre lo agradable que le pareció Ino, incluso que el bebé es todo un amor. 

Hable con Temari sobre la bebé durante el resto del transcurso a casa, no podía llevarla a mi actual casa porque no hay quien cuide de ella ahí, tampoco podía meterla a una guardería por las constantes quejas que he escuchado que dan los padres por los malos tratos que dan.

– Sí quieres yo la cuido, yo y Tenten nos podemos hacer cargo de ella. Pero bajo ningún motivo se te ocurra abandonarla, tal y como hizo su madre. Yo misma te mato Shikamaru si lo haces.

– Claro que no mujer, yo también la hice, no me voy a hechar para atrás.

Estábamos entrando al callejón cuando se me prendió el foco, no compre pañales, ropa, tina de baño ni nada.

– Oye, ¿tiene el mismo pañal de anoche?

– No, se lo cambie antes de que llegaran. Sólo que son de tela.

Llegamos a la casa y nos encontramos una caja en el sillón y otra aparte que es de pañales. Tem se sentó y yo fui a la cocina, ahí encontré a Neji y Tenten cocinando.

– ¿Y eso del sillón?

– Lo mando el sargento Nara. Parece que ya sabe sobre la bebé.

Regrese a la sala y abrí la caja, era ropa para la niña: calcetines, vestidos, mamelucos, diademas y de mas. Pero aún faltaban cosas para el baño.

– Ya está su tina, toalla y shampoo. - hablo Neji al salir de la cocina con su delantal.

– El tío Neji los compró.

– Oye niña, dijimos que esa parte se omitiría. - Sonreí.

Llegó de la noche a la mañana, y ya era querida como si hubieran convivido con ella desde el vientre.

– Gracias.

– Ni lo menciones, esa niña no tiene la culpa de nada. Ya veremos cómo nos organizamos con ella.

El dinero no es problema para mí, puedo darle una buena vida. Lo que me preocupa es que no pueda cuidarla todo el día, pero espero que este bien en manos de dos mujeres que saben manejar armas.

Amma Tenten...

Aveces nos preocupaba que la niña no llorará, se la pasaba mucho tiempo durmiendo. Sólo se despertaba para comer y se volvía a dormir.

Llevaba con nosotras dos meses, ya nos estamos acostumbrando y encariñando con ella, y aún más porque duerme con nosotras en la cama, una noche duerme con Temari y un noche conmigo.

Con respecto a su nombre,  aún no tiene, Shikamaru no se decide por uno, además de que ellos siguen trabajando en nuestros papeles de libertad que no entiendo porqué tardan en darnos. Así que le es más complicado moverse para dar con el nombre.

Temari subió a su cuarto para cambiarle el pañal, yo lavaba los platos mientras escuchaba un poco de música. Por un pequeño destello en mi ojo fue que me percate de la presencia de un francotirador en el edificio de al lado, mire disimuladamente por la ventana, y visualice a un escuadrón de uniformados con arma en manos.

Negué con la cabeza, ¿de qué se trataba esto?
Porqué nuevamente somos el ratón, no hemos hecho ya nada malo, y obviamente escapar no es opción, y mucho menos con un bebé en casa.
Levante las manos para que supieran que no haría nada, además de que se dieran cuenta que sus intentos de pasar desapercibidos fueron en vano.

Escuche pegar la puerta de la entrada y después los pasos hasta la cocina, me gire hacia ellos con fastidio.
Me amenazaban entre gritos, pero ya de sobra me sé sus frases con intento de asustar.

Los escuche subir las escaleras y hacer sus amenazas con Temari también. Nos revisaron y esposaron a las dos, caminamos por el callejón y ahí estaban las patrullas esperando; y muy curiosamente también había reporteros.

Nadie había visto nuestras caras para reconocernos como Nanami y Shina, pero si ponen en todos los medios de comunicación nuestra foto y nombre falso, me temo lo que podría pasar para Temari por su hermano.

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Fuimos metidas de nuevo en una celda, pero no estábamos en la comisaría del sargento Nara o Hyuga, nos trajeron a otra.
Antes de que nos quitaran las esposas nos inyectaron algo en el cuerpo que nos dejo sin fuerza, caímos al suelo e inmediatamente metieron a un grupo de mujeres; nos defendimos como pudimos de ellas, pero se aprovecharon de maravilla al tenernos con el cuerpo pesado, pero sentimos a la perfección cada maldito golpe.

Cuando por fin las sacaron de la celda, a los pocos minutos comencé a poder mover nuevamente mi cuerpo pero caray, que dolor estaba sintiendo. Sólo nos recargamos en esas cosas que llaman camas, ahí nos mantuvimos con la esperanza de que el dolor se calmara un poco.

– ¿Dónde dejaste a la niña?

– Llamé a Liam cuando note al francotirador. Ellos la cuidaran por lo mientras.

– Bueno, al menos ella esta en buenas manos. - trate de sonreír, pero carajo, quería llorar del dolor.

Los pasos acercarse fueron muy claros, ahora veríamos al responsable de todo este drama.
Esté hombre ha hecho correr rumores desde que estaba en el reformatorio, un viejo que tuvo rivalidad con Jiraiya al competir en las elecciones para presidente: Danzo Shiba, actual sargento de unidad policíaca.

– Esperó les haya gustado su bienvenida. - sonrió – Quise recordarles su llegada al reformatorio.

– Fue un asco, Jiraiya nos recibió mejor, pero tú, ¿acaso tanto miedo nos tienes como para evitar que nos defendiéramos? - se burló Temari.

Fue evidente esa expresión de molestia al compararlo con Jiraiya. Con una seña ordeno que se abriera nuestra celda, ingreso a paso firme y se agachó hasta la rubia; la tomo por el mentón y la miró de arriba a abajo.

– Sabes Temari, sé donde encontrar a tú hermano pequeño; además, me encantan las rubias.

Temari le escupió en la cara, que coraje no poder moverme rápido para darle unos buenos golpes para que aprenda a respetar a mi amiga. El hombre la soltó y se limpio la saliva. No se veía de buen humor.

– Sargento Shiba, no tiene ningún derecho de llevarse a esas dos sin mi autorización.

– Que alegría saber que me visita, sargento Nara.

Se puso de pie y nos dio la espalda para ahora ver al hombre enfrente suyo.

– Lamento decir que el sentimiento no es mutuo. Tengo algo de prisa, así que me voy a llevar a esas dos mujeres.

– Me disculpó pero, ya tengo el permiso del presidente para proseguir con un juicio para ellas.

– ¿Acusadas de qué?

La carcajada del Shiba inundó aquella celda y las otras vacías.

– No se haga el tonto, sargento. Están acusadas por ser cómplices en el tráfico de órganos junto con Hidan, el hijo del difunto presidente; además, alguien debe pagar por todo lo que hizo Akatsuki.

– Tonterías, ellas no tuvieron nada que ver con Hidan. Y con lo de Akatsuki, es gracias a ellas que se triunfo con ese caso.

– ¿Entonces dónde está la mente maestra de esa organización?

Nuevamente nos incriminan injustamente, era de esperarse pero, realmente creímos que seríamos libres y sin antecedentes.
Que ilusas.

El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora