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Golpe tras golpe, gritos tras grito; aquello era la vida de la joven Haitani, por ello casi nunca estaba en casa o simplemente tomaba de aquellas pastillas que compraba ilegalmente. 

Hoy era una de esos días donde su mente estaba lejos de la realidad, y por eso mismo no estaba al tanto de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Unas cuentas horas más su estado de somnolencia ya estaba abajo.

- ¡Mamá! - Todo era silencio, no había ruido alguno. - ¿¡Papá!?...

Rápidamente salió, observando el panorama desértico que tenia frente a ella, busco por todas partes, ningún ser humano aparte de ella estaba en aquella ciudad, estaba sola...

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- Cállate, no te quiero escuchar en todo el día - La tercera era la vencida, sin embargo parecía que aquel joven tenia más dudas que respuestas. Siguieron en su camino por un buen rato hasta que volvió a las preguntas.

- ¿Cuánto llevas aquí?.

- Mucho tiempo, ahora silencio.

El camino era silencioso, la joven Haitani no sabia como es que habían terminado juntos, técnicamente era la primera vez que alguien la seguía, aunque tampoco ella lo detenía.

- ¿Me puedo quedar contigo?.

- No.

- ¿Entonces donde dormiré?, no tengo a donde ir.

- No me interesa - Mentira, si le interesaba, aquel chico se veía afectado por el juego de hace unos minutos. Sentía esa empatía de querer ayudarlo, pero no estaba del todo segura de querer un compañero. - Oy...

Las palabras quedaron en el aire, el chico se había desmayado, estaba sobre el suelo parecía un vagabundo. Su corazón se encogió al ver lo débil que estaba, cerro los ojos con fuerza y soltó un suspiro, ella era muy noble con la gente; necesitaba cambiar eso.

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 - Buenos días, bella durmiente - Le sonrió de manera burlesca, mientras seguía preparando el desayuno.- ¿Cómo amaneciste?.

- Bien, supongo - Solo se sentó de donde se levanto, una imagen muy tierna donde su cabello estaba totalmente desordenado, ligeramente hinchado y aquellos ojos parecían seguir cerrados.

El desayuno fue de lo más silencioso y tranquilo, solo cruzaban miradas cuando alguno hacia un movimiento.

- ¿Llegaste solo? - Por primera vez hablaba, tenia curiosidad de saber si estaba solo o acompañado. Nunca se sabe como llegan.

- No del todo. Tenia otros amigos pero los perdí luego del primer juego.

- ¿Murieron?.

- Eh, no... no realmente, no se donde están.

La búsqueda de los amigos del chico empezó, pasaron algunos días para terminar encontrándolos junto a una chica, lindo sonaba la idea de que los tres amigos se buscaran por donde sea. Ahora eran un equipo bastante extraño: Chota, Arisu, Shibuki, Karube y Aiko.

Pasaban días donde eran felices y actuaban como una familia, otras veces solo permanecían en el silencio total, apreciando todo lo que había a su alrededor. Hasta ahora sabían que tenían dos días para seguir con vida, en términos habían quedado que todos jugaría al mismo tiempo, en el mismo juego. Todo parecía perfecto, era muy perfecto para el gusto de aquellas personas.

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Chota rezando por todos, Karube contra Shibuki, Arisu intentando hacerles entrar en razón, mientras Aiko hecha bolita, sollozaba recordando cuando su padre y madre peleaban hasta los golpes, las miles de maldiciones que se decían, todo era igual, solo que esta vez posiblemente morirían todos.

Aiko salió de su escondite, topándose a Shibuki, quien inmediatamente le cedió el lugar del lobo. Sus pises corrieron lo más rápido que podía, ahora todos estaban contra de ella, volvió a esconderse; mientras que por el auricular escuchaba a Karube insultarle de las peores maneras posibles.

Momento donde por completo todos se habían dado cuenta de lo que realmente el juego les hacia hacer, no era justo aquello, pero a si tenia que suceder. Ante la inestabilidad, Aiko se dio cuenta de quien realmente merecía todo era Arisu; Lo daba todo por ellos, muchas veces dio su vida por la de los demás, el era quien merecía seguir con vida. Karube solo era egoísta cuando se trababa de jugar, Chota era miedoso y seria el más propenso a morir, Shibuki era el doble de egoísta que Karube, Aiko solo habían cometido un error en su vida, no haber apreciado de esta misma.

Aiko corría, 56 segundos marcaba el temporizador, a lo lejos diviso a Arisu, con la miraba abajo grito su nombre solo para llamar su atencion.

- Aiko, vamos a salir juntos de esto - 10 segundos.

Aiko tomo la mano de Arisu, subió su mirada y le sonrió como la primera vez en el jardín de niños. - ¿Recuerdas tu cuento favorito? - solo asintió con su cabeza. - Te lo dije, ¿O no?. Yo seré tu Gladio Vorpla.

El grito desgarrador de Arisu y el empapado de sangre, era lo único que quedaba de aquel lugar, era todo, todo.




「𝖠𝗅𝗂𝖼𝖾 𝖨𝗇 𝖡𝗈𝗋𝖽𝖾𝗋𝗅𝖺𝗇𝖽 ᴼᶰᵉ ˢʰᵒᵗˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora