Capítulo 84 "Llegó la hora de la verdad, dar el punto final a esto"

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Capítulo 84 "Llegó la hora de la verdad, dar el punto final a esto"

«Narra Lucía»

-¿Y ahora me contarás el motivo de todo esto,no?-Marina preguntó perdiendo la paciencia.
-Parece mentira que no lo sepas.-Murmuré vencida.-Si lo sabes perfectamente.

Marina resopló y puso los ojos en blanco. Me senté en la encimera de mármol de aquel baño, dejando caer mi peso en la pared de el extremo derecho de éste. De nuevo un río de lágrimas, lleno de desesperación. Las manos sobre mi cara, sin poder soportarlo.

-¿Otra vez él?-Preguntó acercándose a mi.-¿No estás cansada?
-Mucho.-Balbucí.-Aun no entiendo cómo me dejé seducir.
-Cariño, cualquiera en su sano juicio habría caído.-Ella comentó irónica, dándome un pañuelo.-¿Pero es que no le has visto?
-Claro que lo he visto.-Dije irónica, acto seguido me limpié las lágrimas.-¿Cómo no darme cuenta?
-Pero, igualmente, creo que hay algo más en todo esto.-Ella mencionó irónica, posándose a mi lado.-¿Hay algo que no me hayas contado?
-Creo que no.-Balbucí tímida.-Pero en todo caso, no sé que hacer Marina.
-¿Cuál es el problema?-Bufó cansada de mis lamentaciones.
-Tengo las pruebas definitivas. Ya sabes, las que pueden hacer que todo esto termine.
-Pues sácalas, y métele en la cárcel.
-Pero también tengo las que pueden dejarle libre.

Marina suspiró. Acto seguido cruzó los brazos. Apreté los labios, ahora resecos y muy pálidos. Cerré los ojos, para después esconderme bajo aquel pañuelo empapado. Una sonrisa vislumbró Marina, una mano tendió agarrando la mía propia, y tiró de mi bruscamente.

-¿Pero qué haces?-Voceé molesta.
-Llegó la hora de echarle cojones a la cosa.-Ella habló tras abrir la puerta del baño de señoras.-Deja de llorar y enfréntate a él. Y aplícate lo que siempre me dices.

Rodeé los ojos vencida. Me dejé llevar por el ímpetu recién recuperado de ella.
Tenía razón, era estúpido estar llorando por las cuatro esquinas. Había llegado la hora de poner los puntos sobre las ies, y por fin dar el paso de olvidarle. Aunque sepa que querer olvidar sea como matar a un muerto. Inútil. Ya que los buenos momentos nunca se olvidan, al igual que los malos, para así ser capaces de no caer en la misma piedra, y superar los obstáculos.

De nuevo llegamos a la sala donde antes nos reencontramos. Allí no se encontraba nadie. Todos ya están dentro. Mierda. ¡Llego tarde! Me solté de las manos de mi hermana mayor, y con pavor miré la puerta del mismísimo infierno. Volví la mirada en ella. Esperanzandome con su mirada.

-Mucha mierda.-Alentó con una media sonrisa.

Asentí. Volví a mostrar mi semblante serio. Abrí la puerta. Un absoluto silencio envolvía ésta. Ande segura por el pasillo, orgullosa y sin mirar atrás. Debía parecer estúpida, pero eso era lo único que me alentó a dar la cara. Dándome seguridad para lo que haría en unos instantes. No sé si será lo correcto, pero si no arriesgo nunca lo sabré.

Arriesgué con él, y perdí. Me supongo que no pasa nada, un error más con su moraleja. Pero la cuestión era, ¿cuál? Podría aventurarme a decir, qué tal vez no debería fiarme de todo lo que prometen, o tal vez, el no hacerme ilusiones, y más, si salen de la boca de un asesino. Tomo nota: No salir con un criminal, y más si es el asesino de tu amiga, que en realidad estaban liados y se querían.

-¿Estarás contenta?-Rafael preguntó, tras yo tomar asiento a su lado.
-Claro.-Respondí amable y con una sonrisa.-Nunca me imaginé que había despertado.
-Despertó hace dos días, pero todo el mundo quería ver tu cara al verla hoy.-Él explicó.-Era una sorpresa, queríamos alegrarte un poco, no llevas buena cara.
-Gracias y mil gracias.-Agradecí, acto seguido ladeé mi cabeza y observé a Marina, sonriendo.

It's my life |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora