Capítulo 88 "Una rosa había florecido entre las llamas del infierno"

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Capítulo 88 "Una rosa había florecido entre las llamas del infierno"

«Narra Lucía»

-¿Eso es todo lo que me vas a decir?

Volví a mirarle. El rostro orgulloso y seguro de si mismo se envolvía en todo él, dejando en la atmósfera todo lo que a él quería llegar, a mis nervios. Un hormigueo subía por mis piernas, éstas ya empezaban a flaquear, ya que siempre conseguía aquello con tan solo su mera presencia, aunque también fuera por lo débil que estaba y el poco alimento que había ingerido. Todo en mi volvía en cierta manera a vivir, aunque estuviera mas muerta que nunca. Una rosa había florecido entre las llamas del infierno. Un río de sangre ahora roja, recorría todo mi cuerpo helado. Pasé una mano por mi antebrazo izquierdo, acariciando éste, e intentando protegerme del frío aunque fuera imposible.

Los ojos se clavaron en mis pies desnudos, éstos sobre el pavimento helado, sucios. A continuación subí a las piernas, éstas llenas de leves heridas, pequeñas sin importancia; cubiertas tan sólo por los restos de los jeans que llevaba puestos ese día. Un pequeño rastro de los que habían sido, tan sólo ocultando ni la mitad de lo que son mis muslos. Una blusa totalmente desgarrada, dejando ver un poco de mi vientre plano, acompañado por rastros de suciedad y sangre seca, proveniente de las mías venas. Lamí mi labio inferior reseco, era muy violenta aquella situación.

-Todo quedó dicho el día en que nos despedimos.-Él musitó como respuesta.

-Supongo.-Murmuré sin tan siquiera mirarle a los ojos.

Rodeé mi cintura con mis brazos desnudos, de nuevo, intentando protegerme del frío aunque fuera en vano. Cerré los ojos por unos instantes, era lo único que podía hacer, intentar relajarme; dejar que en mis fosas nasales entrara el aire frío de la noche. La luna no había aparecido en todo aquel suceso, ya que seguro que, presagiaba que nada bueno iba a acontecer, ya que nuestro reencuentro no podía ser nada bueno. Ésta había sido inteligente, esconderse del enemigo, en ese que yo ahora mismo tenía a escasos metros, Daniel Oviedo.

Mi pecho se oprimía cada vez que intentaba respirar, una bocanada de aire fresco no solucionó la pesadez que ocupaba mi pecho, sino que, la empeoró. Un nudo se hacía cada vez más grande, entre las cuerdas vocales y el esófago, impidiéndome articular palabra. Mi cuerpo totalmente tenso y congelado se encontraba, mi estómago se contraía, al igual que mis ojos empezaban a llenarse de pequeñas gotas de agua, éstas profundas y llenas de sentimientos contradictorios.

Nunca llegué a pensar que le volvería a ver, y más en estas condiciones tan pésimas, y sobretodo vulnerables por mi parte. Osé de levantar mis celestes ojos, cruzándolos con los cafés del otro. Ladeé mi cuello, volviendo la vista atrás, una casa señorial, con un par de luces encendidas se encontraba tras de mi, volví a mi posición inicial en menos de cero coma, pero para mi sorpresa, él abrió las puertas del copiloto, invitándome a pasar en él.

Con los brazos envueltos en mi cintura, me acerqué a él, agaché mi cuerpo, y entré en el coche. Cerró la puerta acto seguido. Mi piel erizada toda, de gallina. Me resultaba muy extraño aquel comportamiento suyo, ya que jamás había realizado un acto como aquel, tan caballeroso.
Subí mis pies desnudos a la tapicería de mi asiento, con las rodillas dobladas, y el codo puesto junto a la ventanilla. Oí cerrar la puerta acto seguido. La figura de él se encontraba a mi lado. Sin pronunciar palabra arrancó, y nuestro viaje se puso en marcha, hacía donde él decidiera.

La desolada Marbella pasaba ante mis ojos, el reloj del salpicadero del Mercedes marcaba las tres y veintidós de la madrugada. Las farolas junto a los pocos borrachos y mendigos eran la única compañía que la noche dejaba ver, sin descontar a las prostitutas. La autopista se abrió a mis ojos en pocos minutos, el campo. La basta soledad del campo, junto a la compañía de un antiguo amor que jamás olvidé. Nunca se olvida al primero, aunque tu lo pienses. Ni aun con el paso de los años, he podido olvidar lo que me hacía sentir cuando aun iba al instituto. Mucho había acontecido desde entonces, pero, nos habíamos encontrado de nuevo.

It's my life |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora