Capítulo 85 "Ella corrompía todo"

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Capítulo 85 "Ella corrompía todo"

«Narra Daniel Oviedo»

Entro en casa de nuevo, con ella de la mano. Sí, hablo de Inna. Tal vez no fuera lo correcto, pero ella me lo pidió.
Rehice mi vida, al principio en una mentira, ya que le pedí que fuera mi pareja. Ella no me quería en su vida, y yo por lo tanto, tenía que darle el punto final a todo aquello. Era extraño recordar aquel día, aun así, siempre una parte de mi se entristecía, aunque hubieran pasado casi cuatro meses. Unos largos y duros meses.

Después de ver como ella sonreía como si nada le afectara, decidí proseguir mi vida. Aunque me doliera más que nada en el mundo, todo aquello acabó aquella noche en la que se me fue la cabeza.
Por suerte la mía, Inna y yo ya nos conocemos, bastante; y eso no supuso ningún problema.

Días después de aquello, mi hermano junto con mis amigos, Raúl y Jorge, y sobretodo Guerrero, querían hablar del tema. Hasta que me harté, y quedó totalmente prohibido hablar sobre abogadas, juicios y sobretodo de «Lucías».

Soy feliz, para que engañarnos, ella me hace feliz, todo sigue igual, ahora todo va bien. No puedo quejarme, a mi manera soy feliz. Todo va bien. Vuelvo con Inna de la mano, sonríe, yo sonrío risueño. Acabamos de volver de celebrar nuestro aniversario, tres meses. Ella después de todo me comprendió, y pues, surgió el amor. La quería, aunque nada pudiera compararse con lo que llegué a sentir por aquella endemoniada abogada.

-¿Quieres qué tomemos la última copa?-Pregunté acariciando sus brazos.-Aun es pronto para tu sorpresa.
-Claro, encantada.-Ella aceptó pícara.-Si tu quieres.

Acto seguido nuestros labios se unieron, el cálido aliento de ella se mezcló con el mío propio, dándole un mordisquito en su sonrisa después de separarnos. Ella bajó la mirada, su risueña mirada azul lo decía todo, mariposas. Amor. Otra sonrisa.

-Felices tres meses.-Ella balbució por enésima vez en el día, insaciable de escucharla.
-Y muchos más.-Susurré risueño.

Otro beso. Este posesivo, con nuestras lenguas jugando. Me gustaba, no me cansaba nunca, había sido capaz de hacerme olvidar. Me dio aquel elixir que necesitaba. Tras notar la falta de oxigeno en los dos, nos separamos. De nuevo volví a darle la mano, y nos dirigimos al salón. Ella se sentó en aquel sofá donde tantas risas echamos.

-Aún estoy esperando tu regalo, grandullón.-Mencionó con su voz angelical.
-Todo a su debido tiempo.-Yo mascullé.-¿Qué es lo que quieres?
-Mmm... Champán.-Vaciló Inna sonriente, yo fruncí el ceño y sonreí.-Lo que tu tomes, cariño.

Asentí. Apoyé mis manos en las rodillas desnudas de ella, acerqué mi rostro con el suyo, primeramente juntando su pequeña nariz con la mía, para luego saborear esos labios que tanto me gustaban.
Sonreí pícaro, ella al igual, pero tímida. Volví a admirarla, aquel vestido negro le quedaba genial, hacía que cada vez que la mirara, la deseara. Ese vestido alzaba todas sus curvas, volviéndome loco.

-Ahora vuelvo.-Comuniqué con mi característica seriedad.
-No tardes.-Comentó con pasividad, mostrando una sonrisa entre dientes.

Volví a adecentarme. Acto seguido me encaminé a la cocina. Estaba sediento. Para mi sorpresa allí estaba Jesús, agarrando una botellita de cristal de nuestra cerveza. Él sacó otra para mi, y volví a mi oscura personalidad.

-Saca otra.-Pedí.-Está aquí Inna.
-Sácasela tú.-Vaciló Jesús.-Ya sabes que no la puedo ni ver.
-Bien.-Dije pasivo, sin darle importancia a su actitud.-Ya la cogeré yo, haber si al señorito le saldrá una hernia.

Jesús dio un trago a su cerveza. Continuó mirando con despecho, odiándome. Él no soportaba a Inna, por el mero hecho que jamás le había sido trigo limpio. Abrí la mía propia, y proseguí yo también con el desafío de mi hermano.

It's my life |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora