Cap15

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Nataly dejó el teléfono en el escritorio tratando de calmarse, regrasando a su acción se dispuso a recoger lo que faltaba. Las cosas de su padre estarían mejor en su cass que en la oficina en una caja, tomó dos fotografías entre sus manos y las miró con nostalgia.  Era cuando cumplió los dieciocho y la otra cuando se graduó de la academia. Las lágrimas volvieron y no se molestó en contenerlas, dejó que empaparan sus mejillas. Tenia los ojos hinchados de tanto llorar, pero no le importo, su pecho dolía como nunca, pero no le importo, todos la veían, pero no le importó. Ya nada le importaba, lo único que quería era a su padre de nuevo, aunque eso seria imposible. Ya no estaba aquí.

   La vida nos arrebata lo que más queremos, y nos despoja en un desierto lleno de dolor sin esperanzas. Todo a nuestro alrededor se acaba, y lo único que existe eres tú y el dolor que te carcome por dentro, el recuerdo aviva la llama del sufrimiento y lo único que podemos hacer es dejarlos fluir.  A unos los golpea fuerte sin importarles donde estén o con quien, mientras que otros se refugian en el silencio de la noche y la oscuridad dejando lágrimas descansando sobre la almohada, y preguntándole a la luna el ¿por qué? A esos, los golpea en lo más profundo de su ser.

   Dejando las fotos en la caja para llevarlas a casa, Nataly se levantó del escritorio, pero su cabeza comenzó a doler como nunca y su vista se volvió negro...





   El bosque apareció en su campo de visión, acompañado de el cuerpo de su padre frente a ella.  Miró a su alrededor, encontrándose con un hombre a su lado derecho, sintió que un frió de muerte la arropo de pies a cabeza.  La mirada de ese ser inhumano le helaba la sangre, sus ojos blancos no se despegaban de ella, su cabeza hacia un lado, la cortada en el cuello y los ojos, La mitad de su cuerpo quemando. Nada en eso era humano, una sonrisa adorno su rostro poniéndole el corazón a mil, el miedo recorría su cuerpo inmovil. No podía hacer nada, sus piernas no respondían y esa cosa se acercaba más y más. Mirando al suelo una vez más no encontró el cuerpo de su padre sino el suyo. Un grito salió de su garganta desgarrandola por completo. De nuevo negro...





- Nat, Nat despierta. - le decía Reyes dándole palmaditas en las mejillas. Abriendo lentamente los ojos su vista se torno borrosa al principio, después logró ver con más claridad la cara preocupada de su amigo.

- Cuidado. - pidió al verla levantarse.

- ¿Qué paso?

- Te desmayaste.

- ¡Qué!

- Si tranquila, - se acercó Reyes hablándole suave - alparecer querías llegar a la puerta pero te desplomaste apenas diste unos pasos. Suerte que Claudia te vió y nos llamó...

- Ay - se quejo.

- ¿Qué pasa?

- La cabeza, - se la sostuvo con ambas manos - me duele.

- Debe ser el canzancio Nat.

- ¡Aquí está el agua! - entro Torres a la oficina - ¿Cómo te sientes Nat?

- Como si alguien me hubiera dado mil vueltas, más que mi cabeza va a explotar.

- Le dije que era el cansancio.

La miró preocupado, esa no era Nataly.

- Bueno, será mejor que la llevemos a casa.

La levantó Torres pasando un brazo de Nat por su cuello y su brazo derecho por su espalda tomandola de la cintura.

- Por favor. - pidió con voz débil.

- Bien vamos. - dijo Reyes empacando las últimas cosas para tomar la caja.

   Los tres salieron de la oficina con Nataly algo pálida, caminaron hacia el elevador de donde salió Malcom que al ver a Nat paro las puertas.

- ¿Qué le paso?

- Se desmayó y la llevaremos a casa jefe, volvemos en un rato. - respondió Reyes.

- Cuídenla, y Nataly descansa por favor. - ella sólo asintió mientras la puertas se cerraban.

   Ya en el auto, Nat se recosto en el asiento trasero a descansar un poco. El dolor de cabeza seguía presente, pero esta vez más leve, sus ojos comenzaron a pesar y poco a poco el sueño le gano.

Entre las Sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora