Cap38 Show de risas

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Desde que volvieron al camino Nataly seguía igual, su expresión de tristeza no habia desaparecido de su carita. A Emiliano le preocupaba esa actitud en ella, tenía miedo de que una idea suicida se le cruzara por la cabeza, ya que de niña lo intento una vez por lo que ella le había contado.

- Nat, Nat... Nataly.

- ¿Qué? - preguntó volviendo la mirada hacia el.

- ¿Qué tienes? Te veo muy callada.

Nataly solo soltó un suspiro cansado mientras giraba nuevamente a la ventanilla sin decirle nada al pelinegro.

- Natalia. - insistió.

- No es nada Em, - respondió sin mirarlo - solo... Estaba recordando.

- ¿Qué cosa? - preguntó interesado.

- A papá.

Un pequeño suspiro surgió de Emiliano, cada vez que nombraban a Jonathan o recordaba algo sobre el, era como si hubiese sido ayer la última vez que estuvo hablando con el. Cuando en realidad fue hace un mes.

- Nat, mi vida, tienes que dejarlo ir.

- Pero no es fácil. - lloriqueo sin darle la cara, no quería que la viera - No es fácil dejar ir a la persona que te cuido, y que por primera ver en tu miserable vida. Te amo. - susurro - No es para nada fácil y mucho menos si no tienes a nadie.

-  Nataly, tu si tienes a alguien. Tu...

- No. Lo. Digas. - le freno fulminando lo con la mirada - Vuelvo y te repito que en ningún lugar del mundo esta. Ese hombre dejo de ser mi padre desde ya hace mucho tiempo, son seis años que he dicho que esta muerto y así será... Lo que me hizo es imperdonable.

Culminó ella, su sangre hervía como la mismísima laba cada vez que le nombraban a ese ser, después de todo eso, jamas fue a verle. Ella es del tipo de personas que creen en una segunda oportunidad, pero... ¿Qué es lo que hay que hacer cuando alguien te rompe tanto sentimental, física y mentalmente? Después de darle tantas oportunidades y que el las malgastara diciéndole que iba a cambiar siendo en vano, se cansó.

Emiliano comprendía el porque de la ira de Nataly, durante diecisiete años vivió con un hombre alcohólico y maltratador en todos los sentidos posibles. Jonathan le contó que cuando la encontró, su piel estaba muy pálida, tenia varios hematomas en su cuerpo, estaba muy baja de peso, tenia ataduras de sogas en las muñecas y apenas podía mantenerse de pie. No quería ni imaginarse todo lo que tuvo que vivir y lo que le hacia ese hombre. No merecía piedad y mucho menos de su propia hija.

- Perdon, - se disculpo - no quería hacerte revolver el pasado. Entiende que no estas sola, nos tienes a los chicos y a mi. Solamente quería saber si te habían dicho donde estaba.

- ¿Por qué tienes tanto interés en eso? - preguntó mirándolo con el seño fruncido.

Volviendo su mirada al frente Emiliano no le respondió nada esta vez.

- ¿Em, por qué? - volvió a preguntar.

- Solo quería saber dónde esta.

Respondió sin mirarla, Nataly no entendió nada hasta que todo encajo como un rompecabezas.

- ¿Quieres hablar con el verdad? - silencio, lo sabía - Cielo... - llamó su atención - Tu no tienes que hablar con el, ese hombre está pagando por lo que me hizo. Así que déjame decirte que aunque supiera donde esta, no te lo diría. - estiro su mano para acariciar el cabello de Emiliano - Con lo que debes conformarte y agradecer, es que estoy aquí conmigo. No tres metros bajo tierra ok.

Emiliano asintió lentamente, en ese momento estaba más tranquilo gracias a la caricia de Nat. Algo que siempre funciona.

- Solo quería hacerte sonreír demostrando te que quiero cuidarte.

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