Cap78 Cementerio

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Ocupando la oficina de su padre, Nataly colocaba las fotografías que anteriormente había retirado y unas de ella con Emiliano. Tomando asiento en una de las esquinas del escritorio, tomó la fotografía de sus dieciocho, al verla recordó llenarle la nariz a Jon de crema de mantequilla de color morado. Ese fue su primer cumpleaños feliz e inconsciente mente dijo:

- Te extraño tanto papá.

- Estoy seguro de que esta orgulloso de ti en donde quiera que este mi niña.

Dijo Malcom entrando a la oficina acercándose a ella.

- Hola tío, - sonrío dándole un beso en la mejilla - ¿Qué hay de nuevo? ¿No me digas que ya tengo mi primer caso?

- No... - rió Malcom - Con suerte no, y si sale uno no te lo asignare. Por ahora.- Nataly hizo un puchero - No me mires así, quiero asegurarme que estés bien para tomar tu puesto por completo. Solo quería pasar verte en tu nueva oficina... ¡Jefa!

Soltó en un tono burlón que a Nataly le causo gracia.

- ¿Qué tal con Emiliano?

- Bien, tenemos nuestros disgustos y peleas pero, por alguna razón siempre termino ganando. - respondió confusa - No se porque...

- Será porque no se puede discutir contigo por ese carácter que te gastas tan de tu padre. Y con eso me refiero a Jonathan, eso lo adoptaste de el.

- Eso me dice el. - contestó sacando unos libros y ponerlos en su sitio - Tal vez tenga razón.

- Y la tiene. - asintió Malcom.

- Vamos tío no puedo ser tan mala cuando me cabreo.

El puso los ojos en blanco.

- ¿Enserio? - lo miró no muy convencida, el asintió - Pues tendrá que acostumbrarse. - sentenció.

Regresando al escritorio escucho como su móvil sonaba con el tono especial que le había puesto a Emiliano. Busco entre los pales, cajas, piso y bolso pero nada.

- Desordenada. - levantó Malcom una hoja, ella le dió una mirada angelical y tomó el aparato. Tenía varios mensajes del su dichoso, el ultimo era de hace dos minutos:

Estoy en el estacionamiento, llevo
aquí veinte minutos. ¿Donde estas?

- ¡Chisss! Me tengo que ir, Emiliano me esta esperando.

- Cuidate mucho. - le entregó su saco antes de que lo olvidara.

- Lo haré. - tomó la tela y le regalo un beso a Malcom - ¡Nos vemos más tarde en casa para la cena!

- ¡Allí estaré! - sonrío al verla con una sonrisa de oreja a oreja bajar por las escaleras.

Saliendo a paso rápido llego al estacionamiento y efectivamente Emiliano estaba allí recostado de su auto de brazos cruzados y con su ceño fruncido, pero al verla su gesto cambió. Sonriendo completamente enamorada corrió hasta el y Emiliano al tenerla entre sus brazos la alzo dándole un par de vueltas.

- ¿Donde estabas? - preguntó sin bajarla mientras rozaba su nariz con la suya tiernamente.

- Me entretuve hablando con mi tío. - sonrío Nat con los brazos por el cuello de Emiliano.

- Así que ahora le dices tío. - enarco una ceja bajando la sin separarla de su cuerpo - ¿Y eso?

- Para papá era como un hermano, entonces... ¿Por qué no?

- Bueno si tu lo dices. - le abrió la puerta ayudándola a entrar en el auto para rodearlo - ¿Y a donde vamos?

- Vamos a una florería y después al cementerio.

Dijo ella mirándose en el retrovisor.

- ¿El cementerio?

- Le prometí a papá que lo visitaría cada semana, y tu sorpresa esta cerca de allí.

- Ok.

- ¿Vas a casa para cenar con los chicos, con mi tío y conmigo? - le hizo ojitos de borrego.

- Mi vida no me tienes que hacer esos ojos para tenerme allí cenando. Claro que voy.

Con una sonrisa se mantuvo el resto del viaje, camino al cementerio pararon en una florería y Nat compro rosas blancas, las preferidas de Jon.

Cuando ella llego a su vida Jonathan le pregunto por sus flores preferidas, y Nataly le respondió que eran las rosas blancas. Desde ese mismo momento se convirtieron en las de su padre también. Al salir de la tienda Nat le entrego un ramo de rosas rojas a Emiliano pidiéndole que las guardará ya que las necesitaría, el no sabia para que.

Al llegar al cementerio se dirigieron al lugar donde estaba Jon. Frente a la lápida de mármol negro con letras blancas se leía:

Jonathan Royers 1974-2023.
Amado padre y amigo
¿Y si la luz que nunca llega?
Hasta el demonio fue un angel.

Esas frase siempre se la decía a Nataly cuando no encontraba la manera de dejar sus pesadillas y pensamientos oscuros. Dejando las flores, Nat se despidió con un beso al aire no sin antes decir: "Te amo papito."

Avanzando entre lápidas ambos caminaron de la mano solamente hablando y riendo, Emiliano no entendía el porque de las rosas rojas y sin prestar atención al camino que llevaban se dejo ir; hasta que pararon frente una lápida.

Elena Smith 1993-2013.
Gran hija hermana y amiga.
El cielo abre sus puertas para ella.

- ¿Qué hacemos aquí? - preguntó sin despegar sus ojos de la lápida de mármol blanco.

- Te prometí que no pelearía con un fantasma, además no has venido aquí en diez años.

- Mis razones tendré. - dijo lo más cortante posible dándose vuelta para irse.

- ¡Ah no! - lo tomó de un brazo - Tu no vas a ningún lado, ya es hora de que dejes el pasado atrás amor. Elena no murió por tu culpa, ella se ofreció a ir contigo... - ella lo tomó de las mejillas para que la mirase - No crees que se merece que la vengas a visitar de vez en cuando.

Dirigiendo su vista a la lápida, Emiliano seguía dudoso, tenía tanto tiempo sin ir a verla. La última vez que lo hizo fue en el funeral, su mirada lo persiguió por las noches, su risa, su voz, se culpaba haberla llevado allí, por su culpa murió y jamás lo supero. El dolor y la suplica en sus ojos cuando se fue todavía calaba en sus huesos cuando la recordaba.

- Tienes el collar pero jamás la has venido a ver. Ya es hora de que te perdones a ti mismo cariño. - Nat le coloco las flores frente a el - Intentalo...

Tomando las rosas se acerco lentamente a la lápida acuchillando se frente a ella para colocarlas. Manteniéndose un rato así, todos los recuerdos de Elena volvieron a su mente sin parar. Sin contener las lágrimas dejo que corrieran por sus mejillas libremente.

- Perdóname... Lo siento tanto Elena...

Acercándose a el Nataly se arrodillo a su lado sentándose sobre sus piernas, con una mano limpio las lágrimas de Emiliano, jamás lo había visto de tal manera pero si lloraba así, era porque Elena fue importante para el. Lo bueno de todo es que ese día al salir del cementerio Emiliano se había perdonado y le prometió a Nataly visitar a Elena.

Ya dicho esto ambos fueron a un café para tomar una merienda,  posteriormente caminar un rato por el parque y después ir a casa de Nataly a prepara todo para la cena de esa noche.

Entre las Sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora