Capítulo 2: Compañeros de casa

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Su nueva vida no estaba empezando realmente bien. Había discutido con uno de los chicos con los que iba a pasar los próximos meses. Auryn. Puaj... Que pocas ganas...

—Palmerita, ¿estás ahí?

Sofía suspiró. Ya empezaba su padre a humillarla.

—Sí, papá...—dijo mientras se levantaba de la cama.

—¿Qué ha pasado?—preguntó entrando a la habitación.

—Que ese tío es un capullo.

—Solo intentaba ser amable. Se ofreció a recogerte para que no tuvieras que coger el autobús.

—Ha dicho que tengo mal genio. ¿Te lo puedes creer? ¡Yo! ¡Mal genio!

—Dice que lo has llamado... facilón, por así decirlo.

—Mira, papá. No tengo ganas de discutir esto contigo. Ese chico ha conseguido ponerme de mal humor.

—Está bien. ¿Qué te parece tu habitación?

—La verdad es que no está nada mal—sonrió mirando a su alrededor.

—Eres la única que duerme sola. También podrías dar las gracias.

—¿Y el resto como dormís?

—Yo dormiré con Luna y el mánager. Los chicos duermen juntos.

—Genial...

—Oye, cielo—se sienta en la cama y le acaricia el pelo—. Sé que es difícil. No volver a ver en mucho tiempo a tus amigas, a tu novio, a tu vida... Pero debes pensar que esto es una oportunidad increíble. No muchas chicas pueden viajar por todo el país, mientras siguen estudiando. Ni que decir que tus compañeros de casa son Auryn.

—Ya sabes que esas cosas a mí no me importan.

—Sé que al principio no te gustará, pero poco a poco te caerán bien. Son unos chicos estupendos.

—Supongo que puedo intentar llevarme bien con ellos.

—¡Esa es mi chica!—le revolvió el cabello y se levantó—. Voy a buscar a Luna.

—Déjalo, ya voy yo.

Sofía se levantó y bajó de nuevo las escaleras. Estaba completamente segura que el tal Álvaro ya habría puesto a todo el mundo en su contra.

Cuando llegó al salón de la autocaravana, los cinco componentes del grupo se la quedaron mirando. Como suponía. Los observó. De vista le sonaban, suerte que sus amigas eran muy fans y no dejaban de hablar de ellos.

Había uno de los chicos con una guitarra, rubio, con una gorra de Vans. Estaba casi segura de que era Dani. Ángela le había hablado de él. Su mejor amiga adoraba al rubio.

A su lado estaba David, que la miraba fijamente, sujetando un móvil. Martina era pastelita, y podía entenderlo, el chico estaba muy bien.

Un rubio llamado Carlos estaba sentado en la esquina del sofá. Lisa amaba a su sombrerito. Siempre hablando de él.

En el respaldo del sofá estaba Blas. Abigail siempre se definía como chiquitita. Ojalá no se pasara. No necesitaba conocer su vida.

Álvaro estaba de pie, y la miraba de mala leche. Sofía no recordaba ninguna amiga que fuera fan de Álvaro, pero sí sabía que las llamaban smilers. No sabía por qué, aún no lo había visto sonreír.

—Hola—se atrevió a saludar tímidamente con la mano. Tanto chico la intimidaba.

—Tú debes de ser Sofía—David se levantó para saludarla.

—Sí... Esa soy yo.

—Encantado, yo soy...

—David, lo sé.

—¿Nos conocías?—Blas se vio sorprendido.

—Sí, pero por mis amigas. Ellas son muy fans.

—¿Y tú no?—Dani arqueó una ceja.

—No mucho, la verdad.

—Entonces ya tenemos tarea. ¡Hay que instruirte en la buena música!—dio un grito de guerra.

—Sin comentarios.

Magí entró de nuevo en la autocaravana, se cruzó de brazos y esperó. Tardó al menos tres minutos en darse cuenta de que los chicos no pensaban prestarle atención.

—¡Chiiiiicos!—grita para que le hagan caso.

Los seis se lo quedaron mirando. Magí estaba muy enojado.

—Os recuerdo—seguía de morros—, que tenemos una entrevista en los cuarenta principales.

—¿Ya?—Carlos puso un pucherito.

—Carlos, ya puedes ir moviendo ese culo gordo que tienes al coche de Álvaro YA.

Carlos se marchó cabizbajo. Magí dirigió una mirada a los otros cuatro, tan intensa que si las miradas mataran, ellos ya estarían a 50 metros bajo el suelo.

—¡Ya vamos!—dijeron los cuatro al unísono.

Salieron disparados. Magí miró a Sofía, sin saber qué hacer.

—Tú puedes venir.

—¿En serio?

—Hombre, eres la única que no está obligada a ir. Pero si quieres puedes venir con nosotros.

—Vale.

Pegó un grito a su padre para decirle que se marchaba con el grupo y corrió hacia el coche.

—Ya estoy.

Se sentó en la parte de atrás, entre Dani y Carlos. Ya desde el principio le había quedado claro que iba a llevarse bien con ellos. No les había escuchado cantar, pero parecían majos. Salvo Álvaro, claramente.

Ya en los 40p, Auryn saludó a Tony Aguilar, el presentador del programa. Ella se quedó con Magí en una esquina, observando la entrevista. Descubrió las razones de sus apodos, cómo habían comenzado...

Sofía empezó a entender por qué las smilers se llamaban así. Cuando no estaba con ella, Álvaro tenía la sonrisa más bonita que había visto en su vida. Pero no le gustaba. Ni de broma.

De gira (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora