Capítulo 18: Atropellando escaparates

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Sofía y David se subieron al coche de Álvaro. Ella sabía que se podían meter en un gran lío. Álvaro adoraba ese coche.

-David, no creo que debamos hacer esto. Nos va a matar.

-Venga, Sof. Sólo va a ser una vuelta. Te enseñaré a conducir y así te sacas el carnet.

-David, yo...

-¿Qué pasa?

-Tengo un pequeño trauma con conducir.

-¿Qué te pasó? -no pudo evitar reírse, a lo que ella lo miró mal-. Vamos... No será para tanto.

-Es que me da vergüenza...

-No tengas vergüenza, mujer. ¿Qué te pasó?

-Pues iba a sacarme el carnet...

-Sí...

-Ya estaba en el coche con el que me examinaba...

-Continúa -la apremió.

-En medio del examen me puse nerviosa y, bueno... -hizo una pausa, y lo siguiente lo dijo muy bajito-. Atropellé a un perro.

-¿Y? Creía que me ibas a decir algo peor. Sofía, no pasa nada... Los perros se meten en la carretera continuamente.

-¿David?

-¿Qué? -él seguía en su risa.

-El perro estaba dentro de una tienda para mascotas.

La cara de David cambió al instante.

-¿Qué?

-Que rompí el escaparate y atropellé a un perro.

Tenía la boca tan abierta que dudó si la podría volver a cerrar.

-¿Te estampaste contra una tienda de mascotas...?

-Ajá.

-¿Y atropellaste a un perro que estaba dentro?

-Ajá...

-Joder...

-¿Lo ves? Por eso digo que no es buena idea que yo conduzca. Álvaro adora ese coche. Si lo tocamos, acabamos en el hospital, y si yo lo estampo, me matará.

-Por un lado me da algo de miedo que tú conduzcas, pero también me entra curiosidad. Ve despacio. Así es imposible que pase nada.

-No sabes lo que me estás pidiendo...

Negó con la cabeza y metió la llave en su sitio. Resopló. Giró la llave y escuchó el ruido del motor.

Empezó a conducir. Sabía perfectamente cómo hacerlo, pero estaba muy tensa. David se dio cuenta y le apretó la rodilla.

-Relájate un poco. No va a ocurrir nada.

Asintió, pero no se lo creía. Tenía demasiado miedo a que la mataran. O matarse ella.

Condujeron por la ciudad tranquilamente. No hablaban mucho, pero de vez en cuando él le daba indicaciones para moverse.

-Sof, ¿puedo preguntarte algo?

-¿Qué pasa?

-¿Por qué Carlos no paraba de reírse el otro día? ¿Qué le dijiste?

-Prefiero no hablar del tema.

-Es que me entra curiosidad. Lo he visto reírse mucho, pero es la primera vez que le falta el aire.

-No es un asunto del que me guste tratar.

De gira (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora