Capítulo 14: Esto se acabó

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Sofía se echó a llorar al llegar a su habitación. ¿Pero qué había hecho? ¿Cómo podía haber llegado al punto de necesitar un beso de ese idiota?

Se tumbó en la cama. Su principal preocupación al marcharse de gira era que él no la engañara. Y había acabado siendo ella la mala novia.

Sabía que él no contaría nada, era una buena persona. Pero ella misma se preocupaba. ¿Cómo ocultar un beso, qué además le había encantado?

Tras un rato dándole vueltas al asunto, decidió confiárselo a Ángela. La llamó, y contestó a los dos tonos.

—¿Sí?

—Angie... Necesitaba hablar contigo.

—Espera un momento. ¿Estás llorando? Dame un minuto.

Sofía la escuchó despedirse de un chico.

—Ya estoy —suspira—. ¿Qué te ocurre? ¿Tengo que matar a alguien?

Negó con la cabeza y se lo contó todo. Todo desde su última pelea hasta lo sucedido minutos atrás.

—No jodas, tía. ¡Lo has besado!

—Sí, y me siento fatal por José. La he liado parda.

—¿Y a quién le importa? Los tíos vienen y van. Lo más importante es: ¿te ha gustado?

—¿Qué si me ha gustado? ¡Me ha encantado! —se sinceró.

—¿Lo ves? Todo solucionado.

—Pues no, Angie. Pues no. Tengo novio y le he engañado. No sé como voy a poder mirarle a la cara después de esto.

—Te pones así por nada, Sof. Sólo ha sido un beso.

—Si me hubiera besado él, me daría igual. ¡Pero es que he sido yo la que lo ha besado! ¡Él no se lo esperaba!

—¿Cómo has acabado besándole?

—Pues yo venía a la autocaravana dispuesta a hacer las paces. Entonces lo vi. Estaba súper mono cuidando de mi hermana y dándole de comer, y tratándola tan bien...

—Que sí... Es bueno con tu hermana. Ahora sigue.

—No lo entiendes, Luna no es muy amante de la gente. No le cae bien casi nadie, y que él le gustara... Me enterneció. Luego hablamos, le pedí perdón y le besé. No me puedo creer lo que hice.

—Deberías admitirlo ya. El chico te pone a mil, está buenísimo y es normal que pasen cosas. Te gusta, ¿no es así?

—Creo que sí. Antes solo sentía atracción, pero es que...

—Deberías hablar con él. Si sientes que puedes, claro. Demuéstrate que te gusta.

—¿Cómo quieres que te diga que tengo novio?

—¡Ese tío no le importa a nadie! No sé nada de él, pero fijo que se ha tirado a media universidad en tu ausencia. No es trigo limpio.

—Mujer, no me digas eso... Él me quiere.

—Sí... En la cama.

—¡Te quieres callar! Él me es fiel. No es tan débil como yo.

—Al contrario, Sof. Tú siempre has sido muy fuerte, y si te ha pasado esto, por algo será.

—Angie, no tengo ganas de hablar. Déjalo y hablamos mañana.

—Vale... Descansa, guapísima.

—Gracias, lo intentaré.

Cortó y se acostó. ¿Qué pasaría ahora? Lo mejor sería volver a evitarlo a toda costa. Cualquier contacto sería peligroso.

A la mañana siguiente...

Álvaro miró a Luna otra vez mientras tomaba otra cucharada del desayuno. Había conseguido que la niña no dijese nada de lo que había visto la noche anterior. A base de chantajearla con helados, claramente.

—Tío, miras a Luna como si fuera tu madre y te hubiera dado brócoli.

—¿Eh?

—Está en la luna, déjalo.

—Esa ha sido buena...

—¿Qué pasa? ¿Ayer trató de matarte a ti también?

—No, chicos, no me pasa nada. Estoy muy bien.

Sweet California salió con las maletas. Era hora de que se marchasen.

—Buenos días, chicos. Desayunamos y nos vamos.

—¡No! ¡Mi única aliada se marcha! ¡No!

—¿Quieres dejar de pegar chillidos? Te van a escuchar en Madrid.

Sofía se burló del pobre Carlos. Trató de mejorar su aspecto tras la nochecita, pero no hubo manera.

—¿Y a ti qué te ha pasado? ¿Te han matado los zombies?

—¿Has estado llorando, Sof? —Blas se preocupó.

—No, tranquilo.

Sonrió falsamente. No iba a dejar que se preocuparan por ella. Y menos que él supiera lo que ella había pasado esa noche.

Se dirigió al frigorífico y sacó el zumo de naranja. Álvaro también lo quería...

—¡Oye! Cuando termines, pásamelo...

—Claro... —dijo sarcástica.

Empezó a beber a morro. Sin respirar, y ante la atenta mirada del resto, se acabó la botella entera.

—Ya está. Todo tuyo.

—¿En serio?

—Supongo que hay que apuntar que falta zumo, para cuando vayáis a comprar.

—Ya veo que sigue enfadada.

—Yo también lo veo —dijo él, adivinando sus razones.

—Déjala, es una chica. Ya se le pasará.

Alba le dio una colleja a Carlos.

—¡Ay! ¡Mujer, no me mates! Y yo creía que tú eras la buena de aquí.

—Qué mono... Y se lo creerá y todo.

Ahora fue Blas el que se llevó una colleja de Alba.

—Nosotras nos tenemos que ir. Os echaremos de menos.

Sweet California y Auryn se abrazaron y se desearon suerte. Sofía bajó las escaleras corriendo.

—¡Esperadme, qué también quiero despedirme!

Las abrazó con fuerza. Se echaron una última foto juntas. Ellas tenían que marcharse ya.

—¡Adiós!

—¡Hasta la próxima! —iban saludando mientras su coche se alejaba.

—¡Hasta nunca! —Blas le dio una colleja al rubio.

—Sofía...

—Álvaro... No quiero hablar de lo ocurrido. Espero que respetes mi decisión. Prefiero mantenerme alejada de ti. Y ahora, déjame disculparme por lo que hice. No estuve bien.

—No te culpo, yo sólo quería...

—Lo siento, pero esta conversación se ha acabado.

—Pero...

—¡Déjalo ya!, ¿quieres? No me lo hagas más difícil. Esto se acabó.

Álvaro negó con la cabeza, decepcionado. ¿Por qué Sofía no quería entender que él también sentía lo mismo?

De gira (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora