Capítulo 39: Funeral

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-¿Te cuento qué pasó?

Sofía asintió. No había hablado desde que le habían dado la noticia y aún estaba en shock. Todos estaban en sus habitaciones, salvo Carlos, que se había quedado con ella.

-A ver-se sorbió la nariz-, me desperté por la mañana y vi a tu hermana jugando con una muñeca en el salón. Quise ser amable y le pregunté si quería leche. Ella me dijo que sí. Yo traté de ser cariñoso y me la llevé a coscaletas hasta la cocina y la subí a la encimera, pero solo sentada.

Hizo una pausa para quitarse las lágrimas de los ojos.

-Entonces, me acordé del Cola Cao y la dejé un momento sentada ahí. Cuando volví, estaba de pie sobre la encimera abriendo el armario de los platos. Se cayó uno, y del sobresalto, cayó ella hacia atrás. Llamé a la ambulancia inmediatamente, pero su padre avisó de la mala noticia un par de horas más tarde.

Sofía lo miró, procesando. No había sido tanto culpa de Carlos como suya. Ella no supo quedarse cuando su hermana más la iba a necesitar.

-De verdad que lo siento muchísimo, Sof. Si hubiera algo que pudiera hacer por ti, lo haría, pero sé que nada va a borrar el hecho de que tu hermana ya no está.

-No ha sido culpa tuya, Carlos. Es mía por no estar aquí.

Se abrazaron y Sofía rompió a llorar. Todo el tiempo que se lo había guardado estallaba en ese momento.

-No ha sido culpa tuya, Sof. Solo ha sido culpa mía y de ese plato estúpido-trató de sacarle una sonrisa, pero consiguió una especie de mueca por su parte.

Escucharon pasos en la escalera. Era Álvaro, que se acercó rápidamente.

-Tengo una cosa para ti-le mostró una tableta de chocolate-. Es chocolate suizo, de los mejores. Lo teníamos guardado para que no te lo comieras, pero te lo regalo.

-Gracias...-se abrazó como un koala a Álvaro, echándose a llorar.

-Tranquilo, ¿sí? No ha sido culpa tuya, tú no le dijiste que se levantara. Son cosas que pasan.

-¡Ya, pero no a mí!

Subió mientras se atragantaba entre lágrimas.

-¿Cómo estás?

-¿Cómo quieres que esté? Mi hermana ha muerto. Mi hermana, lo único que me quedaba de mi madre, ahora está con ella. Ya no la voy a ver sonreír, ni jugar, ni ser un bicho. Ya está, se ha ido y ni siquiera estaba ahí.

-Escúchame-hizo que lo mirara-, si hubieras estado aquí, te hubieras autoinculpado de esto. Y además, Sofía, Luna no es lo último que te quedaba de ella. Tú eres su hija, eres su viva imagen.

-Álvaro, no me arrepiento de nuestra escapada, en absoluto, porque te quiero, pero si hubiera estado aquí, Carlos no hubiera hecho el desayuno a Luna y ella no habría muerto.

Lo abrazó, se cobijó entre sus brazos. Álvaro la aguantó en esa posición, acariciándole el pelo, tarareando... Hasta que notó que se había quedado dormida.

Justo entonces se escuchó una llave, la puerta se abría, y un cansado Juan apareció.

-¿Qué tal en el hospital?

Juan se encogió de hombros. Se notaba que había llorado.

-El funeral es mañana por la tarde en Madrid. Conduciré toda la noche.

Lo dijo, seco, antes de encerrarse en la cabina del conductor. Álvaro tomó a Sofía en brazos y se dirigió a su habitación, con cuidado.

-Tío, ¿qué haces?-se extrañó David.

-Se ha relajado, me la llevo a su cama.

-¿Te ayudo?

-No, dejalo. Ya lo hago yo. ¿Cómo va Carlos?

-Está como un zombie, mordisqueando el chocolate.

-Pobrecito. Se va a culpar toda la vida por esto.

David asintió y volvió a entrar a la habitación que compartían. Álvaro metió a Sofía en la cama. Le dio un beso en la mejilla y salió.

Salvo Sofía, todos pasaron la noche sin dormir. El recuerdo de esa niña que amaba las travesuras estaba con ellos. Y nunca se iría.

A la mañana siguiente, se sobresaltaron con una frenada. Acababan de llegar a Madrid.

Los chicos bajaron. Las ojeras eran notables, pero se esforzaron en darse conversación. Todo debía continuar igual.

Sofía se vistió lentamente. Había dormido, eso era cierto, pero se sentía como si no hubiera pegado ojo.

Bajó las escaleras, para encontrarse con la mirada de sus amigos. Se metió entre ellos y se acomodó al lado de Álvaro. Que pensaran lo que quisieran.

-Sof, ¿quieres café?-preguntó Carlos, amable.

-Claro...

Carlos se lo sirvió. Los demás tomaban ColaCao. Sí, aún estaban en esa fase de sus vidas.

El desayuno transcurrió en silencio. Por primera vez, ninguno sabía que tema de conversación sacar, ninguno hacía bromas, ni se metía con los otros. Todo estaba relajado, pero en tensión.

La mañana fue igual, hasta que empezó la hora de ir al funeral. Todos estaban muy nerviosos, comentaban la ropa, hacían el tonto. Pero todos se callaron al ver a Sofía.

Llevaba un precioso vestido negro, ajustado, que marcaba cada una de sus curvas. Unos zapatos de tacón remataban el conjunto.

-¿Cuánto queda para irnos?-susurró.

-Magí dice que viene a recogernos en el coche de Álvaro-Blas la abrazó y ambos suspiraron-. ¿Cómo estás?

-Genial.

Se sentó en el sofá y miró por la ventana. Tenía la mirada perdida, así que decidieron salir fuera. Menos Álvaro.

-A mí no me engañas. Sé que no estás bien. Sofía, descarga tus sentimientos. Si no lo haces explotarás.

-No me voy a sentir mejor si lo hago. Luna no va a volver.

-Luna querría que siempre tuvieras una sonrisa-hizo una pausa-. Yo también voy a echar de menos a mi cuñada. Se le coge cariño.

La besó en la frente y posteriormente en los labios. Sofía le respondió el beso, nerviosa y agotada.

-Todo irá bien...

La llevó de la mano fuera, habían oído el claxon del coche.

Llegaron a la iglesia donde se haría. Las amigas de Sofía estaban allí, y se encargaron de animarla hasta que todo empezó. Incluso obviaron el hecho de que Auryn al completo estaba presente.

El funeral transcurrió rápido, unas palabras de parte del cura y de su padre. Luego, varios hombres llevaron el ataúd con la niña de tres años ahí.

Mientras se enterraba en el cementerio, Sofía lloraba desconsoladamente. Al principio, sus amigas la abrazaban, pero al final se alejó de ellas y se abrazó con fuerza a su novio.

-Ya está... Todo saldrá bien, cariño...

-No necesito que me digas nada. Solo abrázame.

La abrazó con fuerza y le dio besos por toda la cara.

-Alv...

-Dime peque...

-¿Cuánto queda para el final de la gira?

-La semana que viene tenemos el último concierto en Murcia. Ahora pasaremos toda la semana en Madrid, ¿te parece?

-Sí, claro-hubo unos instantes en los que estaban en silencio, en medio del abrazo-. Alv.

-Dime.

-Te quiero.

-Y yo a ti, pequeña.

De gira (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora