Capítulo 7: Nieve

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—¡Sí! —chilló Carlos, cual niño pequeño, revolcándose en la nieve.

—¿De verdad no eres capaz de esperarte a qué nos traigan los esquís?

—Nop.

—Pues nada. Que no digan que no lo he intentado —Álvaro se rascó la cabeza y se dio media vuelta.

—¡Cristina! —escucharon a Dani gritar.

Lo vieron abrazarla y levantarla en volandas.

—¿Y luego yo soy el retrasado?

—Anda, dejalo. Es su novia. Hace tiempo que no la ve.

—Pero si yo hago eso os cabreáis conmigo.

—No nos cabreamos... Solo te decimos que pares para no hacer el ridículo.

—Sí.. Tiene mucho sentido...

—Ya tenemos los esquís, chicos... —Blas se paró al ver a Carlos en el suelo—. ¿Pero qué estás haciendo?

—Pasármelo bien. Any problem?

—Ninguno.

Sofía llegó donde estaban ellos, con la bolsa de los esquís.

—¿Y tú qué haces ahí?

—¡Pasármelo bien, qué pesados estáis con eso!

—Vale, vale, no me pegues—levantó las manos—. ¿Vas a querer esquís, o prefieres seguir en el suelo?

—¿Pero por quién me tomas? ¡Dame esos esquís!

Sofía se los dio. Todos se quedaron mirando. Lo de Carlos era un show para ponerse los esquís. Tras un buen rato, ya estaba listo.

—¿Has terminado ya de hacer el ridículo?—preguntó David, que se había unido al grupo.

—Sí, espera... ¡No estoy haciendo el ridículo!

—No, claro.

Carlos se cruzó de brazos. Él siempre era el centro de bromas de sus amigos.

—Hola, chicos.

Dani se acercó a ellos de la mano de su novia.

—Hola a ti también, Romeo.

—Te lo dejo pasar por esta vez, Lafuente.

—¿A qué venías? ¿A presumir de novia?—se quejó Carlos.

—Nop. A presentársela a Sofía. Sofía, ella es mi novia Cristina. Cristina, ella es Sofía, la chica que nos acompaña.

—Encantada de conocerte, Sofía. Dani me ha hablado mucho de ti—dijo Cristina, con un acento murciano.

—Igualmente —le dio dos besos—. Me siento mal, a mí Dani ni me dijo que tenía novia.

—¡Daniel! ¿Cómo es eso? ¿No le hablas de mí?

—Hemos tenido muchas cosas en la cabeza, lo olvidé.

—Si es que los chicos tienen una memoria impresionante... —rió Sofía.

—¡Y qué lo digas! Este chico se olvida de todo. Es un desastre.

—A mí me pasa con el mío. No se acuerda de nada. Ni de los aniversarios, y se supone que fue él el que me pidió salir. Debería acordarse.

—Lo dicho, son unos desastres.

—¿Podríais dejar de meteros con nosotros? Ya por respeto más que por otra cosa.

—¡Había olvidado saludaros! ¡Hola!

De gira (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora