Capítulo 5: Un accidente

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Poned la canción mientras veis el capítulo

Estrellita del lugar, brilla brilla sin cesar.

—¡Sofía!—la reprendió su madre—estate quieta, por favor.

Sofía estaba acostada en la cama mirando al techo. No dejaba de pensar en su madre, en lo mucho que se hubiera divertido haciendo ese viaje.

Una vibración en su bolsillo le indicó que la llamaban.

—¿Sí?—preguntó, somnolienta.

—¿Sof?

—¡José!—saltó de su cama. No había hablado con él desde que se marchó.

—Hola, guapa. Solo quería saber cómo estabas. Sé que es un poco tarde pero...

—¡Oh, no importa! ¿Qué te cuentas?

—No mucho. Estoy deseando volver a verte.

—Y yo—suspiró.

—En cuanto pueda te juro que voy a visitarte.

—¿Y cómo me vas a encontrar?

—Estoy siguiendo la ruta de la gira. Hay mucha información en Internet.

—Estoy deseando que vengas. Me voy a desesperar aquí sola.

—Creo que estás muy bien acompañada.

—¿Por ésos? No merece la pena. Son sólo cinco veinteañeros que creen que son el centro del mundo.

—Escucha... Tengo que irme ya. Nos vemos luego.

—Nos vemos, amor.

Sofía colgó, frustrada. Conocía demasiado a su novio. Si le decía que eran chicos súper simpáticos y divertidos se pondría celoso. Y ella no quería eso.

Se puso las manos en la cabeza y se levantó. Ya estaba despejada, aunque eran las 2 de la madrugada, no tenía ganas de dormir.

La autocaravana estaba desierta y en silencio. No parecía la misma que durante el día. Tanteó hasta la cocina y se dispuso a coger un vaso.

—¿Así que somos sólo cinco veinteañeros que nos creemos el centro del mundo?

Sofía tuvo que respirar hondo para no caerse de culo. ¡Menudo susto! Se llevó las manos al pecho mientras giraba para verle.

—Tenías que ser tú. Casi me matas del susto.

—Aún no me has contestado—Álvaro se acercó con los brazos cruzados.

—No lo he dicho en serio. Era para que mi novio no se pusiera celoso. ¡Y tú deberías dejar de espiarme!

—¡Estabas gritando! Pero lo que me sorprende es que el resto sigan durmiendo.

—Yo no pretendía despertar a nadie. Si te has despertado es porque te ha dado la gana.

—Uy, sí. El sueño de mi vida es despertarme para escuchar las intimidades de una niñata. ¿No te parece que preferiría dormir?

—¿A quién llamas niñata, atontado?

Su discusión entre susurros podía llegar a ser divertida. Si no fuera por las palabras, pasaría por una conversación normal. Pero ninguno de ellos quería despertar a nadie.

—Pues a ti, listilla.

—Ya estoy harta— se dio media vuelta y se dirigió a coger lo que había venido a buscar.

Pero como no podía ser más torpe, tiró el vaso al suelo.

—Mierda...

—Menuda novedad... ¿Tú liándola? Imposible.

De gira (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora