Capítulo 43: Adiós

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-¿Lo tienes todo?

-Jo, Álvaro, ya te he dicho cinco veces que sí.

-¿Pero lo tienes todo?

-Que sí... Hoy estás pesado, de verdad.

-¿No se te olvida nada?

-Por favor, basta ya... ¡Qué me lo he echado todo!

-¿Estás seguro?

-¡Ya me has cansado!-empezó a caminar hacia la autocaravana.

Álvaro y Carlos iban juntos allí para ir todos al aeropuerto. Pero Carlos olvidaba algo importante.

-¡Hostias, la maleta!

Dio media vuelta y echó a correr a su casa de nuevo. Álvaro negó, frustrado, y siguió caminando. No iba a llegar tarde por ese melón.

-¿Y Carlos?-preguntó Blas nada más entrar.

-Ha olvidado su maleta.

-De verdad, menuda cabeza...-suspiró Dani.

-Solo falta él, y nos vamos, ¿no?

-Blas, lo dices desanimado.

-Ya, es que le he cogido mucho cariño a Sofía... Va a ser raro una gira sin ella.

-Pero luego volveremos y la veremos. No nos vamos a vivir allí, tranquilo.

-Gracias, David, por la información. En serio te lo digo.

-Ya la tengo-Carlos apareció, agotado-. Y tú, podías haberme avisado...

-Te he dicho seis o siete veces si habías olvidado algo. Yo con una vez lo hubiera pillado.

El rubio le sacó la lengua a su compañero. Juan entró en el salón.

-¿Puedo hablar un momento con vosotros?

-Pues claro, Juancho. Ya eres como de la familia-le puso una mano en el hombro.

-Lo primero, Carlos... No me vuelvas a llamar así-miró la mano, y Carlos soltó su hombro-. Así me gusta.

-Bueno, ¿qué querías?

-Escuchad, os vais hoy y solo quería daros las gracias por todo. Habéis cambiado mi vida y la de mi hija por completo, probablemente la hayáis puesto patas arriba. Y os lo agradezco todo. Desde la muerte de mi mujer, no he tenido esa felicidad y alegría de antes, ni Sofía tampoco. Me alegro de que nos hayáis dado una oportunidad en nuestras vidas.

-¿Y cómo no hacerlo? Ambos sois ahora parte de nuestras vidas, amigo-sonrió David.

-También quería deciros que sois afortunados, y no solo en la música. Sois... unos chicos increíbles, llenos de vida y locura. Y además, habéis trabajado duro para llegar donde estáis ahora mismo. Aprovechad y poned Latinoamérica patas arriba.

Todos rieron, casi al borde de las lágrimas.

-¡Ay, no digas eso, qué me emociono!

Siguieron riéndose, encantados. Juan negó con la cabeza, divertido con Carlos.

-Ay, dios... No sé de dónde habéis salido, pero sois los mejores. Y tú-señaló a Álvaro-, no sé a qué esperas para convertirte en mi yerno, chaval.

-Yo...

-No digas nada...-soltó una carcajada-. Oh, por cierto... Mi hija os ha dejado esta carta. No le gustan mucho las despedidas y ha preferido no ir al aeropuerto.

Se marchó, dejándolos solos.

-¿Quién la lee?

-Yo no, que me emociono enseguida-se excusó David.

De gira (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora