Capítulo 9: Muchos líos

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—Deberíamos salir ya —Álvaro la saca de sus cavilaciones.

—Eh... Sí.

Sofía se dirigió a la puerta. Hizo ademán de abrirla, pero se quedó con el picaporte en la mano. Miró a Álvaro, extrañada.

—Joder... —Álvaro trató de abrir la puerta, pero tiró al suelo el otro lado del picaporte.

—Esto es genial.

—Siento decirlo, pero estamos encerrados.

—Cada vez la cosa mejora más —se cruzó de brazos.

—Magí me mata... Ya estaba enfadado con Carlos. Ahora me mata a mí.

—A ver... Tranquilo. Seguro que hay manera de salir de aquí.

—Sí, claro. Está teletransportarse... o también podríamos volar y salir por la ventana.

Sofía le pegó un puñetazo en el hombro.

—No seas así. Seguro que si gritamos, alguien nos sacará de aquí. Llegaremos al concierto.

—Es la última vez que entro al camerino, lo tengo claro.

—¡Hola! ¿Hay alguien? ¡Estamos encerrados! —empezó a gritar.

—No sé por qué lo intentas. Todos deben estar practicando, y con el barullo de las fans nadie se va a enterar de nada.

—Si tienen un pelín de decencia, se acordarán de que en el grupo sois cinco. Y vendrán a buscarte.

Sofía dio golpes a la puerta, frustrada. No es demasiado fan de los espacios cerrados, y estar con él no lo mejora.

—¿Chicos? —preguntó alguien al otro lado de la puerta.

Se miraron.

—¡Carlos!

—Creo que me sé mi nombre, chicos. ¿Qué hacéis ahí?

—Estamos encerrados. Se ha roto el picaporte.

—Escucha Carlos. Necesitamos que busques a Magí para que nos saque de aquí.

—¡No! ¡Magí no!—Álvaro se cruzó de brazos.

—Está bien... Pues busca a mi padre.

—¿Y qué le digo?

—Dile... ¡Que estamos encerrados, cacho idiota!

—Vale, vale, pero no hacía falta insultar...

—Ya puedes irte.

—¡Que sí!

Se quedan solos. El silencio es tan tremendo que el reloj de la habitación se escucha perfectamente. Tic, tac...

—¡Sofía! ¿Estás bien? —dieron un golpe a la puerta.

—Joder, que rapidez.

—Es mi padre y yo soy su niña. ¿Qué esperabas?

Los golpes en la puerta continuaron. Juan trató de romperla con el hombro. Y no estaba lejos de lograr su objetivo.

—Yo que tú me echaría atrás si no quieres acabar más escayolado que Carlos —lo empujó.

Casi un segundo después de que se apartaran, Juan logró derribar la puerta, cayendo al suelo del camerino.

—¡Sofía!

—¡Papá!

—Palmerita... ¿Estás bien?

—Sí, pero ya sabes que no soy fan de los espacios cerrados.

—Tranquila, cielo. Todo irá bien ahora.

De gira (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora