| Capítulo diecisiete |

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Respiré profundo y toqué un par de veces esa enorme puerta de madera de cedro que tenía bastante sin ver. Cepillé mi cabello con los dedos, porque estaba segura que era un desastre, pero pasar 14 horas en un autobús no era nada sencillo.

- ¿Mónica? -el hombre frente a mí lucía confundido -¿Qué es lo que haces aquí?

-Hola papá-fingí una sonrisa- ¿es todo lo que dirás al verme?

Me abrazó con fuerza.

-No esperábamos verte. Es una grata sorpresa-me soltó y me adentré en la casa. Era justo como la recordaba. Amplia, de color blanco y su aroma tan peculiar a pino en esta época del año. En la estancia habían puesto un árbol de navidad natural, como lo hacían cada año, adornado con las esferas de cristal más relucientes y unas brillantes luces. Sentí una punzada en el pecho al estar en ese lugar y recordar todo lo que había vivido ahí con ellos.

- ¿Y mamá? -pregunté al sentarme en uno de esos sillones floreados que no hacía juego para nada con la casa, pero que mamá se alegaba a cambiar.

-No está, fue al mercado, pero no tarda en llegar. Por poco y no encuentras a nadie en casa

- ¿Por qué?

-Porque se suponía que iría con tu madre, pero me dio un ligero dolor de estómago y fui al baño. Ya sabes lo que ocurrió. Lo inevitable.

Negué con la cabeza

- ¿Cuántas veces tenemos que decirte mamá y yo que no debes de comer demasiado? Ya no eres un jovencito, tienes que cuidarte.

-No comiences a regañarme, suenas igual a Rita.

-Mejor cuéntame, ¿cómo han estado las cosas por aquí?

-Tranquilas, tu madre ha comenzado a hablar con tus tíos. Quieren reunirse para celebrar la venida del nuevo año.

- ¿Y van a ir?

Asintió

-Sé que después de lo ocurrido cuando eras una niña las cosas no volverán a ser iguales, pero todos estamos poniendo de nuestra parte, para hacer que las cosas funcionen de nuevo.

Tomé su mano

-Y sé que tú y mamá harán hasta lo imposible para que esta nueva dinámica sea lo mejor para la familia. Porque sé que ella extraña mucho hablar con sus hermanos. A ella fue la que más le afectó que todos se dejaran de hablar.

Él sonrió

Escuchamos como unas llaves hacía ruido al golpear el cerrojo. Mi madre entró gritando el nombre de mi padre, el cual, de inmediato se levantó del sofá en el que estaba sentado. La ayudó con las bolsas y ella caminó por la sala de estar, que le quedaba de camino a la cocina, ahí fue cuando me vio.

- ¿Mónica? -preguntó con asombro-¿Qué es lo que haces aquí? -su reacción fue la misma a la de mi padre.

-Hola mamá. Perdón por venir así de sorpresa.

-No pidas perdón. Ven y abraza a tu vieja madre-me abrazó aún más fuerte que mi padre.

Lo que yo no sabía cuando llegué era que la fiesta de año nuevo sería en casa de mis papás. Mi madre me puso a ayudarle con la comida, todo el tiempo estuvo preguntando sobre mi vida allá y sobre Adrián, qué estaba pasando entre nosotros, ya que tuve la mala idea de contarle que estuve saliendo con él desde que comenzó el mes, que me había ayudado mucho a superar el engaño de Luis.

-Siempre supe que ese tal Luis no era bueno, porque nunca tuvo la decencia de presentarse ante nosotros.

-Podríamos no hablar sobre él-me detuve de cortar la zanahoria en rodajas pequeñas. La miré fijamente.

Nuestras noches de diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora