Cerré la libreta y la dejé en la mesa de centro que había en la sala de estar. Me froté la cara y pasé mi mano por el cabello.¿Qué era lo que acababa de leer?
Más que descubrir quién fue mi padre, que en realidad eso pasó a segundo plano, leí sobre el gran amor que tuvo mi madre con mi padrino en su juventud. Aunque siendo sincera era algo que supuse, por cómo se miraban o su tono de voz cada vez que hablaban
Guardé todo en la caja. Fui y la dejé a su sitio en el cuarto de menesteres. Seguí con la labor de adornar el árbol de navidad. Era un ocho de diciembre, después de leer esa libreta comprendí por qué a mi madre le gustaba ponerlo siempre en la misma fecha, desde que yo era una niña. Por él, era una manera de estar cerca del que fue su gran amor.
Terminé de adornar el departamento de mi mamá y le mandé una foto a su celular.
"Está todo listo"
"Quedó perfecto. Gracias"
Escribió seguido de un emoticón de una carita feliz.
"¿Cuándo regresas?"
"En un par de días. Que no se te olvide cerrar bien el departamento"
"Descuida no lo haré. Nos vemos en un par de días"
Apagué todo. Y cerré muy bien antes de salir. Bajé, saludé al portero y me subí a mi coche.
Era un poco más seguro andar en coche, que en el transporte público, pero también era un martirio por el horrible trafico que había en la ciudad, pero me encantaba, era una ciudad cosmopolita, y llena de historia, no por nada es la capital de país. Pero también me encantaba visitar a mis abuelos en la playa, aunque ya no fuera tan tranquilo como antes. Ya era más urbanizado y la mayoría de las personas estaban optando por vivir en ese puerto.
Cuando llegué a mi departamento tomé mi computadora y le escribí un correo a mi padrino. Él era de las pocas personas en el mundo que no tenía redes sociales, así que solo manteníamos contacto por correo electrónico o mensajes de texto y llamadas, pero la única que tenía su número era mi madre, porque no creí que fuera a necesitarlo, y en ese momento estaba arrepentida de no tenerlo y no podía pedírselo a ella, porque preguntaría y era pésima mintiendo.
Estimado Dr. Ruiz Pérez.
Escribo para saber cómo se encuentra y si es que este año vendrá a la ciudad de México, de ser afirmativa su respuesta, me gustaría verlo para tomar un café y platicar sobre algunas cuestiones, que creo, serían de su agrado.
Quedo a sus órdenes para cualquier pregunta.
Espero su pronta respuesta.
Atte.
Valentina Medina Sánchez.
Cerré mi laptop. Pude haber mandado el correo desde mi celular, pero cuando platicaba con él siempre lo hacía de manera tradicional, desde la computadora. Encendí la televisión y puse la primera película en Netflix que apareció en el inicio.
Mi celular que estaba a un lado de mí sonó con una notificación, vi que era un correo, creí que sería su respuesta, pero no. Era un correo de la oficina, preguntando si ya tenía la respuesta a la propuesta que me habían ofrecido. Quería aceptarla, pero eso implicaba mudarme de país y dejar a mi madre sola, no quería dejarla, a menos que tuviera algún acompañante, y tenía un plan para ello.
Cuando me desperté al día siguiente tenía un sinfín de notificaciones en mi celular. Me levanté de la cama, fui al baño, cepillé mis dientes, tomé el celular y fui a la cocina a hacerme un café. Revisé cada una de ellas, algunas eran notificaciones de Instagram, Facebook, mensajes de textos y correos de la oficina, anuncios y otro que era el que me interesaba en ese momento, el de Adrián Ruiz.
Estimada Dra. Medina Ruiz
Me complace informarle que tengo que viajar a la Ciudad de México por cuestiones de trabajo y es de mi completo agrado aceptar su propuesta para tomar un café. Llegaré a la ciudad el día 14 de diciembre. Esperaré pacientemente su respuesta a este correo para acordar nuestra cita. Adjuntaré mi número de teléfono para que me llame cuando llegue, es el mejor medio.
Espero su respuesta
Atte.
Dr. Adrián Ruiz Pérez
Sonreí al ver su contestación, con el paso de los años, me costaba que las personas, que me conocían desde pequeña, me llamaran por mi grado académico. Guardé su número de teléfono en mi celular. Le escribí mensajes de texto a su número como respuesta. Después de varios mensajes más acordamos vernos el sábado 17 de diciembre.
Terminé de alistarme y me fui con rumbo a la oficina. Los correos que me mandaron de ella eran para avisarme que los jefes querían tener una junta conmigo. Confirmé mi asistencia y me fui con rumbo a ella.
Era alrededor de medio día y el calor se dejó sentir en la ciudad, algo extraño para ser diciembre, pero con el cambio climático, todo era un caos. Al llegar saludé a Juanita, la secretaria, quien me dijo que ya me estaban esperando. Cuando entré estaban mi jefa inmediata y el presidente de la compañía. Al ver la expresión en sus rostros supe que era algo serio lo que hablaríamos y sabía por donde iría la conversación. Hablaríamos sobre mi decisión.
—Buenas tardes—saludé a las dos personas que estaban ahí.
—Buenas tardes—respondió mi jefa
—Por favor toma asiento—indicó el presidente de la farmacéutica.
Me senté en la silla frente a ellos. Estábamos en la sala de juntas de la empresa, era bastante amplia en ella había una enorme mesa, que era donde se sentaban todas los jefes incluidos los asistentes para tomar notas. Había cuadros abstractos colgados en las paredes.
—Sé que ya sabes para que te citamos aquí el día de hoy—comentó mi jefa.
Asentí
— ¿Y cuál es la decisión que has tomado?
—Es una gran oportunidad y sería una pena rechazarla.
— ¿Entonces aceptas? —preguntó ella de nuevo.
—Sí
—Bien, entonces necesitamos que firmes este contrato—me extendió el presidente de la compañía unas hojas, que bien podría ser un manuscrito de una editorial.
Comencé a leerlo con detenimiento. Me detuve en algo que llamó mi atención.
—Aquí dice que la estancia puede extenderse. Creí que solo serían seis meses.
—Así es, pero siempre hay algo que puede retrasar los planes, o quizá te quedes de manera definitiva en ese sitio.
Los miré fijamente.
Aún seguía siendo una gran oportunidad. Siempre quise vivir en un país extranjero y eso era justo lo que necesitaba. Me iría con todo listo. Un trabajo seguro, salario asegurado y lugar donde vivir. Seguí leyendo el contrato y al final terminé firmando, pero algo en mí no estaba del todo contenta, porque un microsegundo lo sentí como si estuviera firmando el pacto con el demonio y el hubiera elegido mi destino.
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Nuestras noches de diciembre
RomanceValentina siempre quiso saber, quién fue su padre y por qué su madre nunca lo mencionó. Después de descubrir un cuaderno en el que su madre relata sobre el rompimiento con su novio y la relación con su amable y guapo vecino, decide leerlo, para así...