Después de comer, le marqué a Luis al teléfono de su departamento. Estaba parada junto a la ventana viendo a la gente pasar y el reflejo de un atardecer triste en los cristales del edificio de enfrente. Sostenía la bocina de mi teléfono fijo en el oído, esperé pacientemente hasta que él respondiera.
Ahí me contestó en el segundo intento.
- ¿Quién es? -dijo en un tono enojado
- ¿Interrumpí algo?
- ¿Mónica? -expresó en voz baja
-Sí, ¿Qué es lo que hacías?
-Nada interesante-lo escuché nervioso-Estaba en el baño. ¿Qué pasa?
-Pensaba en que tal vez podríamos salir. No me llamaste ayer, y pensé que hoy podríamos ir al cine.
- ¿Hoy? No puedo-Escuché una voz de mujer de fondo, muy tenue, preguntando con quien hablaba, pero él omitió la respuesta-está mi hermana de visita en mi departamento. La que vive en Argentina, te platiqué de ella, ¿la recuerdas? Iremos a visitar a mi madre, pronto es su aniversario luctuoso.
-Está bien. No hay problema. Podemos vernos otro día. Creo que iré al video centro que está aquí cerca y rentaré una película.
Pensé que la llamada se había cortado, pero no. Escuché su respiración al otro lado de la línea.
Esperé a que él dijera algo para cortar la llamada, una despedida tierna, como las que siempre me decía.
No fue así
-Será mejor que cuelgue. Adiós, Luis.
-Adiós-colgó
¿En mí se activaron las alertas? Por supuesto, pero no iba a ocasionar una escena sin estar segura de lo que ocurría, porque en el fondo sabía que él no estaba diciendo la verdad.
No iba a quedarme en mi departamento aburrida. Así que me puse mis zapatos, tomé mi abrigo, las llaves, guardé mi monedero en la bolsa escondida de mi abrigo y me fui al cine más cercano, el cual, se encontraba a unos veinte minutos en coche. Estaba más cerca del departamento de Luis, que del mío. Tomé el microbús en la esquina que me llevaría a la plaza, sin saber que no solamente era un lugar, sino, también a mi destino que la vida me tenía preparado. Al llegar pedí en taquilla un boleto para la función que estaba más pronto, para ser sincera, no recuerdo muy bien qué película era, sólo que era una de terror con muertos vivientes, al estilo de Thriller, pero sin coreografía musical.
Compré palomitas y refresco, la sala ya estaba oscura y estaban los cortos en pantalla. Cuando dieron el intermedio me levanté de mi asiento para ir al baño, como siempre estaba lleno, así que me tocó hacer fila.
-Sí, está bien, ve a rellenar las palomitas y yo me quedo haciendo fila para el baño-escuché que dijo la chica detrás de mí.
-Nos vemos adentro-esa voz la conocía muy bien, al girarme ya no estaba el chico. La joven debía tener mi edad o un par de años más, era rubia, de ojos color verde y tenía una dulce sonrisa. La comprobé cuando me sonrió al voltearme a verla.
- ¿Está de miedo, verdad? -Era como si estuviera leyendo mi mente. La voz que escuché era idéntica a la de Luis.
- ¿Disculpa? -pregunté un poco confundida
-La película, no me gustó. Me dan miedo las películas de terror, no sé como acepté a venir-noté un acento norteño en su voz.
-Discrepo contigo, a mí me fascinan las películas de terror.
-A mi novio igual, por eso hemos venido a verla. Creo que es un pretexto para que lo abrace más.
Fingí una sonrisa
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Nuestras noches de diciembre
RomanceValentina siempre quiso saber, quién fue su padre y por qué su madre nunca lo mencionó. Después de descubrir un cuaderno en el que su madre relata sobre el rompimiento con su novio y la relación con su amable y guapo vecino, decide leerlo, para así...