Cuando desperté mi cabeza estaba apoyada en el pecho de Adrián. Podía sentir su respiración, era tranquila. Levanté un poco la vista, lucía un semblante relajado, irradiaba paz, parecía un niño dormido, uno con una barba que comenzaba a crecerle. Me levanté de la cama y vestí con lo primero que encontré un pantalón y una sudadera. Salí a la sala de estar, por los pequeños espacios de la cortina, se colaban los primeros rayos de luz de la mañana. Era demasiado temprano, me hice un café, encendí el televisor y me puse a ver las noticias del día.A los minutos apareció Adrián, quien solo usaba sus vaqueros, traía el torso desnudo, mientras que yo estaba muriendo de frío y él parecía modelo en la playa. Se acercó a mí. Se paró detrás y me tomó de la cintura y besó mi mejilla.
-Buenos días
-Buenos días-le respondí- ¿Qué tal dormiste?
Rió
-Las pocas horas que dormimos fueron placenteras.
Me giré para verlo
- ¿Quieres algo de desayunar? -le pregunté
Asintió
-A ti
Reí
Se acercó para besarme. Sentí su deseo y ansías en ese profundo beso. Una más notorias que el día anterior. Comenzó a subir su mano por mi torso, el contraste de temperatura hizo que mi piel se erizara ante su tacto. Llegó a mis pechos y fue cuando recordé que no usaba sostén. Masajeó con suavidad mi pecho izquierdo. Con su otra mano me atrajo más a él, para que sintiera como su apetito hacia mí aumentaba cada vez más, como si yo no sintiera lo mismo. Ahogué un gemido en sus labios. Él suprimió una risa, me cargó y me llevó hasta la habitación a seguir con lo que habíamos iniciado el día anterior.
Después de pasar unos días intensos de deseo carnal junto a Adrián, la vida nos dio un golpe de realidad a ambos. Había pasado la noche en el departamento de él. Me encontraba en su recámara. Me colocaba mis aretes, pero uno se me cayó y rodó por debajo de la cama. Me agaché a recogerlo y vi que había una caja de color blanco con varios papeles. Sé que no debí haberla tomado, pero lo hice. Algo en mí me dijo que lo que descubriría en ella no me gustaría. Adrián tenía varias cartas y papeles en inglés, eran cosas de escuela. La carta que tomé en mis manos decía que había sido aceptado en un programa de prestigio en Nueva York. Ese programa le permitía entrar a estudiar el doctorado que tanto había estado esperando y que tenía que estar allá a más tardar el día lunes 6 de enero.
Pero él no me había comentado nada.
¿Por qué no lo había hecho?
¿Pensaba irse sin siquiera decirme?
Tomé esa carta en mis manos y salí con rumbo a la cocina, que era donde se encontraba. Él estaba lavando los sartenes que había utilizado para hacer el desayuno. Dejé la carta en el desayunador con fuerza, una tal que hizo eco en el lugar y que después de que nuestra conversación pasó me dolió la mano por haberlo hecho.
- ¿Cuándo pensabas decirme que te vas a Nueva York? -Se quedó callado mirándome-No pensabas decirme, solo planeabas irte
Negó con la cabeza.
-Esto llegó antes de nosotros. Y le he dado vueltas y no pienso ir
Bufé
- ¿Estás loco? -arqueé una ceja-Tienes que ir. Es uno de tus sueños
-Tú eres uno de ellos también.
-Yo no cuento en este caso. Vete, si no lo haces te vas a arrepentir toda tu vida-le dije aunque eso significara no verlo más.
-Ven conmigo.
- ¿Qué? -pregunté-¿Estás de broma?
-Ven conmigo, ¿qué tienes que perder? -me miró fijamente esperando una respuesta.
Solté una respiración sostenida.
-Mi trabajo, mi vida aquí.
-Un trabajo que odias y una vida que puedes cambiar.
-No puedo solo irme y ya. Tengo que renunciar con mínimo dos meses para poder encontrar a mi remplazo y entrenarlo en las labores que hago. Tengo que avisarles a mis padres, despedirme de ellos. Tengo que vender mis cosas. Además qué pasará si lo nuestro no funciona. ¿Te has detenido a pensar en ello? -Él permaneció serio-Tu silencio responde mi pregunta.
- ¿De verdad crees que nos lleguemos a separar? -Se acercó a mí y me abrazó -Si algo llega a pasar, lo solucionaremos. Haremos que funcione. Tenemos que hacer que esto funcione.
Me separé de él y caminé con rumbo a la puerta de salida.
- ¿A dónde vas? -preguntó confundido.
-A mi departamento. Necesito estar sola.
-Pero...
-Pero nada. Necesito pensar en todo esto.
Me fui a mi departamento. Necesitaba pensar en la propuesta de Adrián, ¿Tendría el valor de irme con él? Para pensar con claridad, tenía que estar lejos de él. Así que tomé mi mochila y guardé en ella un par de mudas de ropa. Me abrigué bastante bien, me colgué la mochila en el hombro y me fui a la central de autobuses, sin decirle nada a él.
Al llegar me acerqué y pedí un boleto para ir al único lugar que no pensé ir en bastante tiempo, pero necesitaba estar en un lugar seguro y conocía al indicado.
Recuerda que si quieres saber más de mí y de mis historias puedes seguirme en instagramwww.instagram.com/deyamartin
www.instagram.com/quedescubrir
ESTÁS LEYENDO
Nuestras noches de diciembre
RomanceValentina siempre quiso saber, quién fue su padre y por qué su madre nunca lo mencionó. Después de descubrir un cuaderno en el que su madre relata sobre el rompimiento con su novio y la relación con su amable y guapo vecino, decide leerlo, para así...