Cuando menos pensé crucé el umbral de la puerta principal de la casa de los padres de Adrián. Estaba nerviosa, pero nunca dejé que notara mi nerviosismo. Lo tomé fuertemente del brazo cuando hicimos nuestra aparición. Ahí su madre me saludó de manera tan jovial como si fuéramos viejas amigas, me presentó a su abuela, saludé a su hermana, a quien vi solo un par de ocasiones anteriores y a su sobrina, que conocí cuando era un bebé y nunca vi antes de esa noche.Era una casa amplia y acogedora, fácilmente cabrían en ella tres o cuatro departamentos del edificio. Estaba adornada hasta el más mínimo rincón, él no bromeó cuando dijo que en su familia se tomaban muy enserio la navidad.
El árbol era grande, frondoso y estaba lleno de esferas y luces. Me acerqué a la cocina para ver si su mamá necesitaba ayuda, él estaba ahí escuchando si llegábamos a tener alguna conversación ella y yo.
-Me alegra mucho que hayas aceptado venir. Adrián me contó que siempre pasas sola la navidad.
Me giré para verlo
Él se encogió de hombros.
-Sí, tengo años que no paso una navidad en casa. Es por mi trabajo, por lo regular no descanso más que esos dos días.
Adrián rió
Lo fulminé con la mirada.
- ¿Nunca vez a tus padres?
-Sí, los veo, pero nunca es para las fiestas.
-Debe de ser difícil para ti estar lejos de tu casa
-Al principio lo fue, porque nunca había estado fuera de mi casa yo sola, pero con el tiempo me acostumbré.
-Sí, recuerdo que me contaste cuando nos conocimos que habías venido aquí a estudiar.
-Sí. Recibí una beca para estudiar derecho en una de las mejores escuelas aquí. Pero después de dos años y con un futuro prometedor en ello deserté. Tuve que salirme de la residencia en la que vivía, porque ya no era estudiante y solo aceptaban a chicas que estaban en la universidad. Así que buscando en el periódico me encontré con ese departamento, el cual fue una ganga y junto a ello encontré el trabajo que tengo hoy en día. Supongo que ese día tuve suerte.
- ¿Por qué lo hiciste?
Suspiré
-Era algo que no quería hacer con mi vida, pero la vida se debe de estar riendo de mí en estos momentos, porque trabajo en un despacho de abogados.
-Lo que son las cosas- sonrió. Ella estaba sacando una tarta del horno. Caminó con ella y la puso en la mesa sobre una tabla de madera para dejar que se enfriara-Dios siempre te respaldará, tenlo por seguro, aunque en ocasiones no sepas por qué. Recuerda esto: Él siempre le da sus batallas más fuertes a quienes sabe que puede vencerlas.
Sonreí
-Gracias. Me tienes a mí de ejemplo. Nunca pensé que fuera a superar la muerte de mi esposo. El mundo se me vino encima y no supe que hacer en esos momentos, pero él iluminó mi mente y camino y me di cuenta de lo que tenía que hacer. Me puse a trabajar para sacar a mis hijos adelante y aquí estoy muchos años después. Con unos hijos ejemplares-Adrián se atragantó con el agua que estaba bebiendo, no pude evitar reír-Bueno al menos eso me hacen creer, y por mi parte está bien.
Entonces una pequeña niña entró en la cocina y se acercó a Adrián.
-Tío voy a poner la Sirenita, mi mamá me dio permiso de verla en lo que está la cena. ¿Quieres verla conmigo? -le preguntó Adrián.
La manera en como la niña miró a Adrián es algo que hasta la fecha lo recuerdo. Fue con cariño, devoción, como cuando vas a la iglesia y quieres que algún santo te conceda un milagro. Y para él ella era su mundo, porque no lo pensó dos veces antes de responder de manera afirmativa.
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Nuestras noches de diciembre
RomanceValentina siempre quiso saber, quién fue su padre y por qué su madre nunca lo mencionó. Después de descubrir un cuaderno en el que su madre relata sobre el rompimiento con su novio y la relación con su amable y guapo vecino, decide leerlo, para así...