Iniciando el negocio

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Ya han pasado un par de días desde que Lincoln había dejado estar en su casa a Mauricio. El cual le propuso la idea de convertir su casa en un hotel. Cosa que Lincoln le pidió que lo pensaría mejor, cosa que el hombre entendió, y que además le dejó su número de teléfono para que lo llame.

Luego de hablarle sobre el tema a sus amigos, quienes dieron sus opiniones sobre si debería de aceptar la oferta o declinar, y la mayoría opinó que debía de aceptar. Aunque Lincoln quería la opinión de dos personas muy importantes y que son la única familia para él. Sus abuelos.

Y con respecto a ellos, Lincoln quería contarles sobre eso, además de pedirles un sabio consejo sobre que decisión tomar. Para eso Lincoln hizo un plan para así contarles a sus abuelos sobre esto, y ese plan era pasar el día con ellos, salir a divertirse y así hablar sobre el tema.

Lincoln caminaba con rumbo al asilo de ancianos, se sentía nervioso de lo que dirían sus abuelos cuando les cuente sobre la propuesta que le había dado Mauricio. Llegó y preguntó a la recepcionista si sus abuelos se encontraban, a lo que le contestó que si se encontraban, por lo que fue a la habitación donde ellos duermen.

Tocó la puerta y esperó a que uno de sus abuelos abrieran la puerta, cuando se abrió vio a su abuelo, quien al ver a su ahora único nieto y nadie más, se alegró de verlo.

_ Hola Lincoln, que alegría verte nuevamente hijo.— dijo Albert a su nieto.

_ También me alegra verte abuelo, jamás me olvidaría de ti.— respondía Lincoln abrazando a su abuelo.

_ ¿Y que te trae por aquí? Ya que intuyo que no es solo para venir a saludar.— preguntaba Albert.

_ Siempre muy observador, y si. Vine aquí para que entre tú, la abuela y yo pasemos el día juntos, ya sabes, tener una alegre convivencia entre abuelos y su nieto.— respondía Lincoln a lo que venía.

_ No es mala idea, ya desde hace días no hemos tenido un momento entre abuelo y nieto. Me anoto, déjame llamarle a tu abuela y así avisar que saldremos un rato.— aceptaba Albert salir a divertirse.

Así Albert fue a llamar a su pareja, quien sin dudar aceptó pasar el rato con su bello novio y su nieto. Myrtle abrazó a Lincoln y le apretó sus cachetes como era ya costumbre para ella. Avisaron a la recepcionista que saldrían un rato para pasar el día con su nieto, a lo que la empleada les dijo que vinieran antes de la 5.

Salieron del asilo y los tres emprendieron su camino, pero fue ahí que Albert se dirige a Lincoln para preguntarle a dónde irían.

_ ¿Y a dónde iremos ahora, Lincoln?— preguntaba Albert a su nieto.

_ Podríamos ir al parque de diversiones, así los tres podamos divertirnos juntos.— proponía Lincoln ir a los juegos.

_ Me parece bien, vayamos al parque de diversiones.— dijo Myrtle apoyando la idea.

_ No tengo nada en contra de eso, no nos quedemos aquí y vayamos allá.— dijo Albert.

Sin tiempo que perder los tres fueron hasta el parque de diversiones, Lincoln veía a sus abuelos, quienes estaban ansiosos de pasar este día los tres juntos, por lo que dejó de lado el tema sobre si aceptar la oferta de Mauricio y pasarla bien con su única familia, sus queridos abuelos.

Tras unos minutos los tres habían llegado, a lo que Albert y Myrtle acompañaron a Lincoln a los juegos que él quisiera subir, ellos dos solo esperarían hasta que Lincoln bajara de los juegos, ellos podrían subir y divertirse, pero no querían poner en riesgo sus corazones. Lincoln se subía en algunos juegos dónde podía subir.

Realmente se divertía como nunca antes, recordaba las veces que solía venir al parque de diversiones, si se divertía, pero solo que en esas ocasiones sus hermanas como siempre, no podían ir a un lugar sin causar algún desastre, al menos este parque de diversiones tuvieron mucha paciencia para no echarlos y vetarlos de por vida.

The Lincoln House Donde viven las historias. Descúbrelo ahora