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Jimin abrió los ojos lentamente y se encontró de inmediato con el techo blanco de su habitación, adornado con una variedad de pósters de los superhéroes de Marvel. Los bordes de los carteles estaban resaltados con luces LED de color azul que iluminaban suavemente el espacio, creando una atmósfera casi mágica.

Desde que era un niño, Jimin había sido un apasionado de los personajes de ciencia ficción, tanto de Marvel como de DC. Tenía una gran colección de figuras de acción, y pasaba horas viendo películas y leyendo cómics. Soñaba con ser un superhéroe, un protector de la justicia y la paz mundial, alguien que pudiera hacer la diferencia.

Cada superhéroe tenía una historia de origen, una forma en que la persona común de alguna manera adquiría aquellas habilidades que le permitían diferenciarse de un humano y pasar a ser un superhéroe. Jimin recordaba bien cómo a los seis años había creído que podía llegar a ser como Spiderman y quizás aspirar a ser su más fiel acompañante. Su teoría era simple: debía conseguir que una araña lo picara y esperar a que lo genial llegara. Sí, la araña del jardín lo había picado... pero lo único que había provocado en él era una picadura insoportable que se había hinchado y provocado comezón insoportable.

La araña en el jardín lo picó, pero en lugar de obtener superpoderes, solo le causó una picadura insoportable que le provocó una hinchazón y una comezón intolerable. Pero Jimin no se rindió. Su madre, Park Doyeon su fiel secuaz de investigación, lo ayudó a conseguir el traje de Spiderman que tanto deseaba y había logrado tener el traje de Spiderman que tanto quería.

Jimin estaba encantado con su traje de Spiderman y lo atesoraba con todo su corazón. Aunque no había obtenido los superpoderes que quería, todavía se sentía especial y único. Si Peter Parker lo viera, pensaba Jimin, estaría muy orgulloso de él.

En aquel entonces, Jimin tenía seis años, y aunque era joven, ya había aprendido una lección importante: ser un superhéroe no tenía que ver con tener poderes sobrehumanos, sino con tener el coraje y la determinación de hacer lo correcto.

Jimin abrió los ojos y por un momento se quedó quieto, observando el techo blanco de su habitación decorado con posters de la franquicia Marvel. Los bordes de los posters estaban iluminados por unas luces led de color azul que le daban vida a aquel lugar. Desde que tenía memoria, le habían interesado los personajes de ciencia ficción, ya fueran los héroes de Marvel que decoraban su habitación o las figuras de DC que coleccionaba. Siempre había tenido aquella fantasía de creer que sería el superhéroe de su propia historia, tal como aquellos que veía en las películas, aunque carecieran de poderes o habilidades sobrehumanas.

Pero ahora, a sus diecisiete años, Jimin había aprendido que existían los antihéroes: personas que tenían conductas y características que no se apegaban a las presentadas por los héroes. Pese a que sus acciones podían ser consideradas heroicas, sus procedimientos y propósitos no lo eran. Y es en la actualidad que Jimin notaba que, en vez de convertirse en el superhéroe de su propia historia, con el paso del tiempo se había convertido en aquello que juró no ser a los ocho años: un antihéroe.

Rascó sus ojos al sentir el sol colarse entre las cortinas. Con pocas ganas, se levantó de la cama, pues no había logrado dormir adecuadamente la noche anterior. Sus pensamientos iban y venían, recriminándole diferentes hechos y actitudes que había tenido con Jungkook en el pasado. Actitudes que, por mucho que quisiera, no podía cambiar, pues aunque Eunwoo y Jongin habían dejado de molestar a Jungkook en aquel entonces, inconscientemente sabía que lo hacía porque sólo él podía ser quien le hiciera la vida imposible a Jungkook.

Quizás defender a Jungkook de aquellos abusivos que no hacían más que provocar inseguridades en el aquel entonces pelinegro podría considerarse una buena acción, pero su propósito no lo era.

𝐁𝐮𝐥𝐥𝐲  || ➵ 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐦𝐢𝐧 [𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora