CAPÍTULO 34: A TRAVÉS DE LA TRAMPILLA

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Por muy bien que se me supiera los temas del examen, era difícil concentrarse cuando estaba pensando en cada momento que Voldemort llegaría y nos mataría.

Hacía mucho calor, en especial en el aula grande donde nos examinaban por escrito. Nos habían entregado plumas nuevas, especiales, que habían sido hechizadas con un encantamiento antitrampa. No se les escapa ninguna.

También teníamos exámenes prácticos. El profesor Flitwick nos llamó uno a uno al aula, para ver si podíamos hacer que una piña bailara claqué encima del escritorio. Fue lo más gracioso que hice este año. La profesora McGonagall nos observó mientras convertíamos un ratón en una caja de rapé. Ganaban puntos las cajas más bonitas, pero los perdían si tenían bigotes. Papá los puso nerviosos a todos, respirando sobre sus nucas mientras trataban de recordar cómo hacer una poción para olvidar. Yo no tuve problema. No era una poción difícil y además, mi padre me daba mi espacio.

Lo hizo todo lo mejor que pudo, seguramente siendo la mejor junto a Hermione. Aunque tuve que tratar de hacer caso omiso de las punzadas que sentía en la nuca, un dolor que me molestaba desde la noche que había estado en el bosque. Aún no le había dicho a nadie de eso, pero no me creerían y de dirían paranoica. Por la noche apenas podía dormir por las pesadillas. Solo podía dormir cuando me colaba en la habitación de mi padre, pero, a él estar molesto por lo del castigo apenas me arriesgue a hacerlo. Lo que le faltaba a él es que me pillase de madrugada otra vez, esta vez llendo a su dormitorio. Las únicas veces que dormir con él se lo pregunté por la mañana y me pasaba las tardes enteras con él y ya me quedaba a dormir, para que no me viese en los pasillos.

Tal vez porque Ron y Hermione no habían visto lo que Harry y yo vimos en el bosque, o porque no tenían cicatrices que le ardían como a Harry, ni tampoco las nucas como a mi sin saber el por que, pero no parecían tan preocupados por la Piedra como Harry y yo. La idea de Voldemort los atemorizaba, desde luego, pero no los visitaba en sueños y estaban tan ocupados repasando que no les quedaba tiempo para inquietarse por lo que Quirrell o algún otro estuvieran tramando.

El último examen era Historia de la Magia. Una hora respondiendo preguntas sobre viejos magos chiflados que habían inventado calderos que revolvían su contenido, y estaríamos libres, libres durante toda una maravillosa semana, hasta que recibieramos los resultados de los exámenes. Cuando el fantasma del profesor Binns nos dijo que dejaramos sus plumas y enrollaramos nuestros pergaminos, no pude dejar de alegrarme con el resto.

-Esto ha sido mucho más fácil de lo que pensé -dijo Hermione, cuando se reunieron con los demás en el parque soleado-. No necesitaba haber estudiado el Código de Conducta de los Hombres Lobo de 1637 o el levantamiento de Elfrico el Vehemente.

-Claro que no Hermione, ya te dije que no hacía falta estudiar tanto-le dije.

A Hermione siempre le gustaba volver a repetir los exámenes, pero Ron dijo que iba a ponerse malo, así que se fuimos hacia el lago y nos dejamos caer bajo un árbol. Los gemelos Weasley y Lee Jordan se dedicaban a pinchar los tentáculos de un calamar gigante que tomaba el sol en la orilla. Pocas veces había visto al calamar y hay estaban ellos, pinchándolo. Pobrecito, lo que tiene que aguantar.

-Basta de repasos -suspiró aliviado Ron, estirándose en la hierba-. Puedes alegrarte un poco, Harry, aún falta una semana para que sepamos lo mal que nos fue, no hace falta preocuparse ahora. Hermione y Emma ya pueden estar tranquilas, seguro que les salió perfecto.

-Por supuesto-dije guiñandole un ojo. Aunque al parecer Hermione no estaba tan convencida, aunque dijese que fueron fáciles.

Harry se frotaba la frente.

-¡Me gustaría saber qué significa esto! -estalló enfadado-. Mi cicatriz sigue doliéndome. Me ha sucedido antes, pero nunca tanto tiempo seguido como ahora.

Emma Potter y la Piedra Filosofal (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora