CAPÍTULO 32: EL BOSQUE PROHIBIDO

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Y entonces, una semana antes de que empezaran los exámenes, mis nuevas resoluciones de no interferir en nada que no me concerniera sufrieron una prueba inesperada. Una tarde que salía con Harry de la biblioteca, donde había estado leyendo un libro de pociones y dónde Harry había estado estudiando astronomía, oí que alguien gemía en un aula que estaba delante mia. Mientras me acercaba y Harry me seguía, oi la voz de Quirrell.

-No... no... otra vez no, por favor...

Parecía que alguien lo estaba amenazando. Me acerque. Ojalá fuese mi padre quien lo estuviste amenazando y haber si Quirrell se rendía ya.

-Muy bien... muy bien-Oi que Quirrell sollozaba.

Al segundo siguiente, Quirrell salió apresuradamente del aula, enderezándose el turbante. Estaba pálido y parecía a punto de llorar. Desapareció de mi vista y pense que seguramente ni siquiera nos había visto. Esperamos hasta que dejaron de oírse los pasos de Quirrell y entonces inspeccione el aula. Parecía vacía, pero la puerta del otro extremo estaba entreabierta. Estaba a mitad de camino, cuando recorde que me había prometido no meterme en lo que no me correspondía y Harry parecía que pensaba igual.

Aunque mi padre estaba implicado y entonces eso me implicaba a mi, no podía dejar que mi padre volviese a salir herido.

Seguramente era mi padre quien acababa de salir del aula... Eso querría decir que Quirrell parecía haberse rendido finalmente. Rezo por eso.

Harry regreso a la biblioteca donde se encontraban Hermione y Ron, para contarles lo que oímos. No quise ir porque seguramente empezarán a decir cosas de mi padre y no te la ganas de escuchar eso otra vez.

Yo me fui a darme una ducha para relajarme un poco.

A la mañana siguiente, llegaron notas para Harry, Hermione, Neville y para mi, en la mesa del desayuno. Eran todas iguales.

Vuestro castigo tendrá lugar a las once de la noche.
El señor Filch os espera en el vestíbulo de entrada.

Prof M. McGonagall

En medio del furor que sentía por los puntos perdidos, había olvidado que todavía nos quedaban los castigos. Había pasado bastante tiempo como para acordarme. De alguna manera esperaba que Hermione se quejara por tener que perder una noche de estudio, pero la muchacha no dijo una palabra. Como yo, sentía que nos merecíamos lo que nos tocara.

A las once de aquella noche, nos despedimos de Ron en la sala común y bajamos al vestíbulo de entrada con Neville. Filch ya estaba allí y también Malfoy. También había olvidado que a Malfoy lo habían condenado a un castigo. Menos mal, llega a quedarse sin castigo y me quejo al director.

-Seguidme-dijo Filch, encendiendo un farol y conduciéndolos hacia fuera-Seguro que os lo pensaréis dos veces antes de faltar a otra regla de la escuela, ¿verdad?-dijo, mirándonos con aire burlón-Oh, sí... trabajo duro y dolor son los mejores maestros, si queréis mi opinión... es una lástima que hayan abandonado los viejos castigos... colgaros de las muñecas, del techo, unos pocos días. Yo todavía tengo las cadenas en mi oficina, las mantengo engrasadas por si alguna vez se necesitan... Bien, allá vamos, y no penséis en escapar, porque será peor para vosotros si lo hacéis.

¿Pero a este que le pasa?¿Colgarnos del techo? Esta muy mal de la cabeza. Cuando le hize la broma me arrepentí un poco, solo un poco, pero algo, porque me daba pena que estuviera así de solo con su gata. Pero ahora me alegro, y mucho, haberle hecho la broma, es más, estoy deseando hacerle otra igual.

Marchanos cruzando el oscuro parque. Neville comenzó a respirar con dificultad. Me pregunte cuál sería el castigo que les esperaba. Debía de ser algo verdaderamente horrible, o Filch no estaría tan contento. Viejo loco.

Emma Potter y la Piedra Filosofal (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora