Mi estomago se retorcía de nervios, a Harry al parecer le pasaba lo mismo y Ron, podía verlo, estaba pálido debajo de sus pecas. Llenamos nuestros bolsillos con lo que quedaba de las golosinas y nos reunimos con el resto del grupo que llenaba los pasillos.
El tren aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban para salir al pequeño y oscuro andén. Me estremecí por el frío que hacía. Entonces apareció una lámpara moviéndose sobre las cabezas de los alumnos, y oí una voz que decía:
-¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí! ¿Todo bien por ahí, Harry?
Un hombre enorme con barba nos guiaba a los de primero, mi padre y Harry me habían hablado de el, ese hombre grande era Hagrid, el guardabosque.
-Venid, seguidme... ¿Hay más de primer año? Mirad bien dónde pisáis. ¡Los de primer año, seguidme!
Resbalando y a tientas, seguimos a Hagrid por lo que parecía un estrecho sendero. Estaba tan oscuro que pense que debía de haber árboles muy tupidos a ambos lados. Nadie hablaba mucho. Neville, el chico que había perdido su sapo, lloriqueaba de vez en cuando.
-En un segundo, tendréis la primera visión de Hogwarts -exclamó Hagrid por encima del hombro, justo al doblar esta curva.
Se produjo un fuerte ¡ooooooh!
El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.
-¡No más de cinco por bote! -gritó Hagrid, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla. Harry, Ron y yo subimos a uno, seguidos por Neville y Hermione.
-¿Todos habéis subido? -continuó Hagrid, que tenía un bote para él solo- ¡Venga! ¡ADELANTE!
Y la pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el cristal. Todos estabamos en silencio, contemplando el gran castillo que se elevaba sobre nuestras cabezas mientras nos acercabamos cada vez más al risco donde se erigía.
-¡Bajad las cabezas! -exclamó Hagrid, mientras los primeros botes alcanzaban el peñasco. Todos agacharon la cabeza y los botecitos los llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Fuimos por un túnel oscuro que parecía conducirnos justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros.
-¡Eh, tú, el de allí! ¿Es éste tu sapo? -dijo Hagrid, mientras vigilaba los botes y la gente que bajaba de ellos.
-¡Trevor! -gritó Neville, muy contento, extendiendo las manos. Luego subimos por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo.
Subimos por unos escalones de piedra y nos reunimos ante la gran puerta de roble.
-¿Estáis todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu sapo?
Hagrid levantó un gigantesco puño y llamó tres veces a la puerta del castillo.
La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí. Tenía un rostro muy severo, y mi primer pensamiento fue que se trataba de alguien con quien era mejor no tener problemas.
-Los de primer año, profesora McGonagall-dijo Hagrid.
Con que está era la profesora McGonagall.
-Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.
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Emma Potter y la Piedra Filosofal (COMPLETA)
Hayran KurguEmma Potter se ha quedado huérfana y la ha adoptado ni más ni menos que el profesor más temido en Hogwarts, Severus Snape. Emma es muy feliz aunque su padre este ausente bastante tiempo por su trabajo, hasta que un buen día recibe su carta de Hogwar...