CAPÍTULO 12: EL SOMBRERO SELECIONADOR Parte 3

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-¡Ay!-Harry se llevó una mano a la cabeza.

-¿Qué ha pasado?-pregunte.

-N-nada.

Desvíe la vista de la mesa de los profesores y miré como Harry hablaba con Percy.

-¿Quién es el que está hablando con el profesor Quirrell?-preguntó a Percy.

-Oh, ¿ya conocías a Quirrell, entonces? No es raro que parezca tan nervioso, ése es el profesor Snape. Su materia es Pociones, pero no le gusta... Todo el mundo sabe que quiere el puesto de Quirrell. Snape sabe muchísimo sobre las Artes Oscuras.

Entonces el del turbante que hablaba con mi padre se llamaba Quirrell. Decidí no meterme en la conversación para decir que mi padre sabe muchísimo de todo, tenía sueño y no tenía ganas de hablar.

Por último, también desaparecieron los postres, y el profesor Dumbledore se puso nuevamente de pie. Todo el salón permaneció en silencio.

-Ejem... sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el comienzo del año.

»Los de primer año debéis tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo.

Los ojos relucientes de Dumbledore apuntaron en dirección a los gemelos Weasley.

-El señor Filch, el celador, me ha pedido que os recuerde que no debéis hacer magia en los recreos ni en los pasillos.

»Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.

»Y por último, quiero deciros que este año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.

Harry rió, pero fue uno de los pocos que lo hizo.

-¿Lo decía en serio?-murmure a Percy.

-Eso creo-dijo Percy, mirando ceñudo a Dumbledore-Es raro, porque habitualmente nos dice el motivo por el que no podemos ir a algún lugar. Por ejemplo, el bosque está lleno de animales peligrosos, todos lo saben. Creo que, al menos, debió avisarnos a nosotros, los prefectos.

-¡Y ahora, antes de que vayamos a acostarnos, cantemos la canción del colegio!-exclamó Dumbledore. Note que las sonrisas de los otros profesores se habían vuelto algo forzadas.

Dumbledore agitó su varita, como si tratara de atrapar una mosca, y una larga tira dorada apareció, se elevó sobre las mesas, se agitó como una serpiente y se transformó en palabras.

-¡Que cada uno elija su melodía favorita!-dijo Dumbledore-¡Y allá vamos!

Y todo el colegio vociferó:

Hogwarts, Hogwarts, Hogwarts,
enséñanos algo, por favor.
Aun que seamos viejos y calvos
o jóvenes con rodillas sucias,
nuestras mentes pueden ser llenadas
con algunas materias interesantes.
Porque ahora están vacías y llenas de aire,
pulgas muertas y un poco de pelusa.
Así que enséñanos cosas que valga la pena saber,
haz que recordemos lo que olvidamos,
hazlo lo mejor que puedas, nosotros haremos el resto,
y aprenderemos hasta que nuestros cerebros se consuman.

Cada uno terminó la canción en tiempos diferentes. Al final, sólo los gemelos Weasley seguían cantando, con la melodía de una lenta marcha fúnebre. Dumbledore los dirigió hasta las últimas palabras, con su varita y, cuando terminaron, fue uno de los que aplaudió con más entusiasmo.

-¡Ah, la música!-dijo, enjugándose los ojos-¡Una magia más allá de todo lo que hacemos aquí! Y ahora, es hora de ir a la cama. ¡Salid al trote!

Los de primer año de Gryffindor siguimos a Percy a través de grupos bulliciosos, salimos del Gran Comedor y subimos por la escalera de mármol. Mis piernas parecían de plomo, pero sólo por el exceso de cansancio y comida. Subimos más escaleras, bostezando y arrastrando los pies y, cuando comenzaba a preguntarme cuánto tiempo más deberíamos seguir, nos detuvimos súbitamente.

Unos bastones flotaban en el aire, por encima de ellos, y cuando Percy se acercó comenzaron a caer contra él.

-Peeves-susurró Percy a los de primer año-Es un duende, lo que en las películas llaman poltergeist-Levantó la voz- Peeves, aparece.

La respuesta fue un ruido fuerte y grosero, como si se desinflara un globo.

-¿Quieres que vaya a buscar al Barón Sanguinario?

Se produjo un chasquido y un hombrecito, con ojos oscuros y perversos y una boca ancha, apareció, flotando en el aire con las piernas cruzadas y empuñando los bastones.

-¡Oooooh!-dijo, con un maligno cacareo-¡Los horribles novatos! ¡Qué divertido!

De pronto se abalanzó sobre nosotros. Todos nos agachamos.

-Vete, Peeves, o el Barón se enterará de esto. ¡Lo digo en serio!-gritó enfadado Percy

Peeves hizo sonar su lengua y desapareció, dejando caer los bastones sobre la cabeza de Neville. Lo oimos alejarse con un zumbido, haciendo resonar las armaduras al pasar.

-Tenéis que tener cuidado con Peeves -dijo Percy, mientras seguían avanzando-El Barón Sanguinario es el único que puede controlarlo, ni siquiera nos escucha a los prefectos. Ya llegamos.

Al final del pasillo colgaba un retrato de una mujer muy gorda, con un vestido de seda rosa.

-¿Santo y seña?-preguntó.

-Caput draconis-dijo Percy, y el retrato se balanceó hacia delante y dejó ver un agujero redondo en la pared. Todos nos amontonaron para pasar (Neville necesitó ayuda) y nos encontramoss en la sala común de Gryffindor; una habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones.

Percy nos condujo a las niñas a través de una puerta, hacia nuestros dormitorios, allí encontramos por fin, nuestras camas, cuatro camas con cuatro postes cada una y cortinas de terciopelo rojo oscuro. Nuestros baúles ya estaban allí. Demasiado cansadas para conversar, nos pusimos nuestros pijamas y metimos en la cama. Compartía mi habitación con Hermione Granger, Lavander Brown y Parvati Patil.

Me fijé que mis cosas ya estaban en el cuarto, pero no vi a Noir, supuse que estaría en la lechuceria, no me preocupe porque sabía que era una lechuza muy lista. Ya mañana me encargaría de arreglar mis cosas antes de empezar las clases. También me acordé de que no me despedí ni hablé con mi padre, con la emoción y el cansancio. Menos mal que mañana lo vería.

Tal vez como demasiado, porque tuve un sueño muy extraño. Tenía puesto el turbante del profesor Quirrell, que me hablaba y me decía que debía pasarme a Slytherin de inmediato, porque ése era mi destino. Le conteste al turbante que el sombrero me había elegido para Gryffindor y no para Slytherin y el turbante se volvió cada vez más pesado. Intente quitarmelo, pero me apretaba dolorosamente, y entonces apareció Malfoy, que me guiño un ojo y me sonrió mientras luchaba para quitarme el turbante. Luego Malfoy se convirtió en mi padre, que me miraba decepcionado y con odio. Se produjo un estallido de luz verde y me desperte, temblando y empapada en sudor.

Me di la vuelta y me volvió a dormir. Al día siguiente, cuando me desperte, no recordaba nada de aquel sueño.

Me levanté a las 6 de la mañana, ya que quería organizar todo antes de desayunar. Con ayuda de mi varita organicé todo y me fui a darme una ducha.

Cuando volví a mi cuarto me puse unas mallas negras y una blusa negra, me encantaba el negro al igual que a mi padre ya que pega con todo. Me puse la túnica por encima y baje a la sala comun.

Emma Potter y la Piedra Filosofal (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora