CAPITULO 43: FIN DE CURSO

43 3 1
                                    

Harry y yo bajamos a la fiesta de fin de curso de aquella noche. A Harry lo había ayudado a levantarse la señora Pomfrey, insistiendo en examinarlo una vez más, y yo insisto en esperarlo, así que, cuando llegamos, el Gran Comedor ya estaba lleno. Estaba decorado con los colores de Slytherin, verde y plata, para celebrar el triunfo de aquella casa al ganar la copa durante siete años seguidos. Un gran estandarte, que cubría la pared detrás de la Mesa Alta, mostraba la serpiente de Slytherin.

Cuando Harry y yo entramos se produjo un súbito murmullo y todos comenzaron a hablar al mismo tiempo. Me deslize en una silla, al lado de Hermione y Harry al lado de Ron, en la mesa de Gryffindor, y trate de hacer caso omiso del hecho de que todos se ponían de pie para mirarnos.

Por suerte, Dumbledore llegó unos momentos después. Las conversaciones cesaron.

-¡Otro año se va! -dijo alegremente Dumbledore-. Y voy a fastidiaros con la charla de un viejo, antes de que podáis empezar con los deliciosos manjares. ¡Qué año hemos tenido! Esperamos que vuestras cabezas estén un poquito más llenas que cuando llegasteis... Ahora tenéis todo el verano para dejarlas bonitas y vacías antes de que comience el próximo año... Bien, tengo entendido que hay que entregar la copa de la casa y los puntos ganados son: en cuarto lugar, Gryffindor, con doscientos sesenta y dos puntos; en tercer lugar, Hufflepuff, con trescientos cincuenta y dos; Ravenclaw tiene cuatrocientos veintiséis, y Slytherin, cuatrocientos setenta y dos.

Una tormenta de vivas y aplausos estalló en la mesa de Slytherin. Pude ver a Draco Malfoy golpeando la mesa con su copa.

-Sí, sí, bien hecho, Slytherin -dijo Dumbledore-. Sin embargo, los acontecimientos recientes deben ser tenidos en cuenta.

Todos nos quedamos inmóviles. Las sonrisas de los Slytherin se apagaron un poco.

-Así que -dijo Dumbledore- tengo algunos puntos de última hora para agregar. Dejadme ver. Sí... Primero, para el señor Ronald Weasley...

Ron se puso tan colorado que parecía un rábano con insolación.

-... por ser el mejor jugador de ajedrez que Hogwarts haya visto en muchos años, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

¿Cincuenta puntos por una partida de ajedrez?

Las hurras de Gryffindor llegaron hasta el techo encantado, y las estrellas parecieron estremecerse. Se oyó que Percy le decía a los otros prefectos: «Es mi hermano, ¿sabéis? ¡Mi hermano menor! ¡Consiguió pasar en el juego de ajedrez gigante de McGonagall!».

Por fin se hizo el silencio otra vez.

-Segundo... a la señorita Hermione Granger... por el uso de la fría lógica al enfrentarse con el fuego, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

¿Otro cincuenta?

Hermione enterró la cara entre los brazos. Tuve la casi seguridad de que estaba llorando. Los cambios en la tabla de puntuaciones pasaban ante ellos: Gryffindor estaba cien puntos más arriba.

-Tercero... al señor Harry Potter y a la señorita Emma Snape... -continuó Dumbledore. La sala estaba mortalmente silenciosa-... por todo su temple y sobresaliente valor, premio a la casa Gryffindor con ciento veinte puntos puntos.

¿Ciento veinte? Sesenta puntos a cada uno... Amo a este viejo.

El estrépito fue total. Los que pudieron sumar, además de gritar y aplaudir, se dieron cuenta de que Gryffindor tenía los mismos puntos que Slytherin, cuatrocientos setenta y dos. Si Dumbledore nos hubiera dado un punto más... Pero así no llegaban a ganar.

Dumbledore levantó el brazo. La sala fue recuperando la calma.

-Hay muchos tipos de valentía -dijo sonriendo Dumbledore-. Hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos. Por lo tanto, premio con diez puntos al señor Neville Longbottom.

Emma Potter y la Piedra Filosofal (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora