Once: La mañana después del incidente, parte dos.

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La madrugada se ha vuelto un recuerdo confuso, conformado por borrones y escenas que traen lo que JungKook identifica como calambres en su abdomen, los asocia a una alarma apenándolo.

Abre lento sus ojos, las paredes blancas del baño le molestan, en especial por los rayos de sol que se filtran desde la ventana para reflejar la luz. No recuerda acomodarse para dormir en la tina, ni qué debió ocurrir para traerlo aquí. Se sienta, la espalda le duele, no sabe bien la razón, si por haber dormido en la porcelana o por el tiempo que pasó encerrado en una habitación.

Joder. Intenta levantarse, casi no tiene fuerza y la puerta abriéndose lo obliga a estar quieto, es SeokJin. JungKook lo mira atento, el mayor no se ha percatado de su presencia en el cuarto, cierra con pestillo, se mira en el espejo, lo que puede notar es un rostro cansado, demacrado. Se posiciona frente al inodoro listo para desabrocharse el pantalón, pero ver al rubio lo espanta.

—Me asustaste —susurra divertido.

—No intentaba hacerlo —aclara apoyando la mejilla en el borde de la tina. Observa a SeokJin—. Puedo voltear si te incomoda.

—Nada que no hayas visto.

JungKook gira hacia la pared, considera que verlo mear no entra en la escala de cosas atractivas por presenciar. Espera unos segundos tras escuchar que acaba, se topa con el pelinegro lavándose las manos. Muerde su labio inferior, le gustaría saber si SeokJin volverá a besarlo, ahora precisamente, un besito de buenos días. Pedirlo o preguntar, no tiene la valentía necesaria.

La solución a sus dudas aparece en forma de salida, SeokJin quita el seguro de la puerta.

—Oye, conejito —llama, subiendo una esperanza que JungKook repudia. Se rasca el cuello como señal—. Cúbrete bien, no querrás que lo noten.

Dicho eso cruza la puerta, dejando a JungKook en manos de una decepción causando fastidio, preferible es olvidarla. Bien, eso hará. Abandona la tina lo más rápido que sus piernas permiten, promete dejar de beber, o considerarlo, aunque sabe no cumplirá ninguna de las dos.

Estar frente al espejo con las rojas marcas asomando su cuello le provoca pánico, agradece utilizar un suéter que cumple el trabajo de ocultarlas. Respira hondo, solo debe llegar a casa sin levantar sospechas, será fácil, busca el contacto de NamJoon en su celular y sigue el musical rastro sonando, lo encuentra dormido en la tina del segundo piso.

—Joonie —dice, se agacha a su lado—. Joon, levántate —le zarandea el hombro— oye, vamos.

Repite su nombre. Intenta que recupere la consciencia con cuidado, pero nunca lo hace, entonces JungKook abre la llave de la ducha, lo suficiente para mojarlo y que se levante de un grito.

—¡Desperté, desperté! ¿Qué pasa?

—Vámonos.

—¿Tan temprano? —entrecierra los ojos, se rasca el cuello—. ¿Por qué no nos quedamos a desayunar? Hablemos con los otros para pedir pizza.

—No sé. Quiero ir a casa y dormir tranquilo —miente, felizmente se quedaría a comer pizza, pero solo imaginar el rostro de SeokJin está trayéndole problemas que no quiere experimentar—, pidamos pizza allá, ¿sí?

NamJoon lo piensa—. Está bien, ayúdame a salir de aquí.

—También desperté en una tina.

—¿No recuerdas la apuesta? —pregunta de pie junto a JungKook, el rubio niega—. Apostamos quien podía dormir mejor en una de estas, creo que gané.

Entonces así es como terminó en la tina, se cuestiona la hora en que abandonó la habitación, ¿de dónde obtuvo fuerzas para hacerlo? Le pesa y duele todo.

Incidente. | JinKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora