Treinta y tres: La última mañana.

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SeokJin abre los ojos de golpe, un ruido lo despierta, tal vez un grito o tal vez ambos, pero su corazón late acelerado y le choca el pecho, empeora cuando se percata de lo obvio: JungKook ya no está en la cama con él. ¿Lo estuvo? Es posible que lo haya soñado, él sueña mucho con JungKook últimamente, busca rastros del muchacho en el cuarto y agradece encontrarlos cuando las joyas ajenas descansan en su mesita de noche, la explicación de que se ha equivocado le cae encima con alivio pero, si su audición no lo engaña, es posible que algo le ocurriese a JungKook.

Escapa de la cama, corre a buscar la bata que guarda dentro del armario y cubre su cuerpo desnudo camino a la cocina, su vista se ha nublado y no le es sencillo cargar con su peso, ha sido muy brusco. Eventualmente, aunque se tambalee por el pasillo, SeokJin encuentra a JungKook junto al refrigerador, él sisea, parece estar acariciando uno de sus pies.

—JungKook —murmura, acercándose con rapidez—. ¿Estás bien? ¿Qué...?

—¡SeokJin, despertaste! —exclama, interrumpiéndolo. Sus cejas están fruncidas y sus labios se esfuerzan por formar una sonrisa, SeokJin no entiende cómo golpeó su pie, cree haber visto un pedazo de pollo congelado en el piso—. Creí que demorarías en despertar.

—No... No, es que un ruido me despertó y... me asusté.

—¿Un ruido? —pretende no saber—. No, no, ningún ruido, no seas asustadizo, SeokJin, no ha ocurrido nada.

Pero es inevitable bajar la vista, en definitiva hay un pollo congelado en el piso, SeokJin se arrodilla a recogerlo, es entonces que presta atención a la ropa que JungKook trae, robó uno de sus conjuntos de pijama. SeokJin enseña lo que acaba de recoger, pidiendo respuestas sin hacerlo en voz alta.

—Desperté hace un rato —empieza a explicar JungKook, le quita el pollo de las manos para devolverlo al frigorífico, cojea hacia un taburete, sentándose—, estar solo me inquieta y quise... Quise preparar algo de comer, una sopa, entonces fui a revisar lo que tienes... Tú estás siendo muy sucio y descuidado, SeokJin —regaña, apuntando al mayor con un dedo y frunciendo sus cejas—, tienes todo por todas partes, ese pedazo de pollo cayó directo a mi pie. 

La explicación le causa ternura, SeokJin no contiene una risita y JungKook no contiene otro regaño, aunque acepta las disculpas.

—Déjame ver tu pie —pide.

—¿Qué dices?

—Que me dejes ver tu pie, JungKook.

En realidad no requiere de JungKook para verlo, solo debe agacharse y alzar la tela que lo cubre, la del pantalón que es unas tallas más grandes. A SeokJin le gustan las prendas sueltas, pero JungKook parece haber estado arrastrándola.

Cerca de la piel golpeada, SeokJin pretende examinarla, no ve nada inusual, no se cree capaz de identificarlo incluso si lo hubiera, mejor se acerca al área atacada y regala en ella un besito.

—¡Ay! ¿Qué estás haciendo? —protesta el menor, abochornado y escondiendo su pie, SeokJin se levanta.

—Eres malísimo esquivando, es un milagro que el pollo no te rompiera un hueso.

—Eso no es verdad, soy buenísimo esquivando... Que el pollo cayera en mi pie fue a propósito.

—¿Por qué querrías que un pollo te golpee el pie?

—Para no despertarte —admite, un color rosa tiñe sus mejillas y debe apartar la mirada, se siente tonto—, no soy malísimo esquivando, yo puse mi pie a propósito para detenerlo, para detener el ruido de despertarte.

—Eso es muy dulce de tu parte, JungKook, pero no hubiese pasado si cumplías la promesa que me hiciste anoche —es claro que JungKook no le ha entendido—, dijiste que no te irías.

Incidente. | JinKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora