Veinticuatro: Resolución de problemas.

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SeokJin está de pie frente a la puerta pintada de blanco, se pregunta cuánto tiempo se requiere frente a un objeto para notar los detalles de este. Él comienza a ver la pintura gastada sobre la madera, lo cual debe significar que lleva bastante allí, piensa que deberán darle retoques si quieren mantenerla.

Considera golpear. Tomó una decisión y es momento de llevarla a cabo, pero tiene miedo. Miedo de la reacción que pueda obtener. Respira hondo, llena sus pulmones de aire y lo suelta tembloroso, alzando su mano echa puño para dar toquecitos.

—¿Estarás en casa hoy? —preguntó SeokJin cuando el remitente respondió su llamada.

—Sí —contestó, adormilado.

—¿Puedo ir? Necesito hablar contigo.

—De acuerdo.

Y fue todo.

SeokJin cierra los ojos con fuerza, respira nuevamente y da tres golpeteos contados a la puerta.

—¿No viste el timbre? —le interroga YoonGi, avanza unos pasitos fuera de casa para apuntar el botón junto a la puerta—. Lo instalaron hace poco.

—No se me ocurrió mirar.

¿Cómo pudo pasar por alto un timbre mientras memorizaba las líneas de la puerta? Es un completo disparate.

YoonGi se encoge de hombros, tiene el ceño fruncido y sus ojos entrecerrados, parpadea mientras su rostro se deforma a una incómoda mueca—. Entra, el sol me está destruyendo las córneas.

Pasando a la sala de estar, SeokJin suspira, repitiendo en su mente las líneas de valor que adoptó el momento en que emprendió marcha, basura de propaganda como: tú puedes hacerlo, tú puedes ser lo que quieras ser. Cosas así. Esto apesta, SeokJin no puede hacerlo, ¿qué tal si se va y ya? No. Se odiaría de actuar así.

—¿Tienes hambre? —le pregunta el chico, rascándose la nuca mientras bosteza, SeokJin niega—. Hay cena de navidad de sobra, ¿quieres un poco? Mamá intenta deshacerse de las sobras, pero siguen saliendo del refrigerador.

Tentador... Muy tentador.

No. SeokJin está aquí por negocios, por charlas profesionales de adultos... De adultos que han hecho algo espantoso cuya mente les crea un nudo en la garganta. Sí, por eso está aquí, no por la deliciosa comida hecha por la madre de YoonGi. No la merece.

—No, está bien.

—¿Qué te pasa? —YoonGi lo nota diferente, como si jamás se hubieran visto. SeokJin se ha sentado en el sofá y YoonGi lo imita, cejas arqueadas e interrogadoras, ojos penetrantes que parecen buscar algún secreto—. ¿Ha pasado algo? Sé que... es una fecha difícil.

—No —mueve la cabeza—, no es eso. Bueno, sí, un poco, pero ya lo resolví-

—¿Resolver qué? —interrumpe, preocupándose.

—JaeKyung se apareció en navidad... Fue extraño, no me sentí bien al respecto, pero ya se fue, no vine por eso. YoonGi, escucha-

—¿Viste a tu mamá? —su pregunta sale más fuerte de lo que le hubiese gustado, SeokJin asiente, y YoonGi no sabe si abrazarlo o no.

—Sí, ella... Bueno, está casada. En tres años será una década y en tres años mi hermana cumplirá ocho, supongo que eso es una sorpresa algo...

—¿Cagada?

SeokJin se aclara la garganta—. Sí.

—Lo lamento... Imagino que fue-

—Fue difícil, sí, pero no quiero pensar en eso ahora, no es importante. YoonGi —llamar el nombre de su amigo ha salido tan serio como quería, pues su tono tiene al contrario mirándolo más atento que nunca, o quizá se deba a la noticia que acaba de tirar como una bomba la que tiene a YoonGi así. El chico quiere preguntarle cómo se le ocurre decir que dicha situación no es importante, cómo puede restar impacto a la visita de su madre, sin embargo ninguna palabra le abandona la boca, deja que SeokJin siga su camino como él escoja, este camino implica estar aterrado por la atención que recibe de YoonGi. Es ahora o nunca—, voy a contarte algo, ¿de acuerdo? No voy a pedirte que no te enojes conmigo ni que ocultes tu molestia o me tengas compasión porque somos amigos. Sé objetivo, ¿sí? Por favor, solo escúchame y luego...

Incidente. | JinKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora