Treinta y dos: Estamos encadenados.

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Las manos de JungKook tiemblan mientras, frente al espejo, se acomoda la ropa. Ha decidido ir simple, elegante como exige un restaurante, pero simple. Sus dedos se sienten extraños sobre la prenda, la tocan con temor, él respira de igual forma. Su pecho no aparenta subir, no con lo cortas y prolongadas que son sus inhalaciones, se pregunta si el aire está llegando a sus pulmones o porqué de pronto se marea. No le entusiasmaría encontrarse con SeokJin esta noche, preferiría fugarse luego de pedir permiso para ir al baño.

—Ya —se dice, viendo sus grandes ojos en el reflejo—, ya, cálmate.

Si sus extremidades no pesasen -repentinamente- una tonelada, podría apuntarse en el espejo y aumentar la seriedad de su regaño.

Está mezclado entre la contradicción por desear que NamJoon llegue pronto y llamarlo para cancelar, "estoy enfermo, me siento fatal" le diría, fingiendo tos, fiebre y estornudos. De ser necesario se haría vomitar, aunque, con los nervios que carga, es seguro que saldría natural.

—¡Qué elegante! —halaga HoSeok. Viene desde la sala.

¿Por qué ocurre siempre así? JungKook esperando, NamJoon llega después y HoSeok lo recibe. Se siente como un recuerdo y no como un suceso del presente.

—¿Adónde van tan lindos? —pregunta su hermano cuando tiene a los dos próximos a salir enfrente.

—JiMin quiso ir a un restaurante —le explica NamJoon, JungKook asiente, apoyándolo. 

—Dijo algo sobre compensar año nuevo —continúa el menor, encogiéndose de hombros para enfatizar su nulo entendimiento ante la idea—, yo solo quiero comer un postre delicioso.

—¡Oye! —NamJoon voltea en su dirección, le da un golpecito en el brazo, emocionado—. TaeHyung me contó que probó uno exquisito, ¡debemos preguntarle!

JungKook le sonríe, meneando la cabeza de arriba a abajo. Su hermano ríe de ellos, enternecido por los planes, así les dice que se vayan y acaba por echarlos, cerrando la puerta a sus espaldas.

—Quisiera invitar a HoSeok —dice el mayor, cuando juntos esperan un taxi. JungKook se enfada, lo ve con el ceño fruncido—. Bromeo.

—Me suena a que quieres ser golpeado.

—Sería divertido.

—El ojo morado que te voy a dejar será divertido.

Los brazos de su mayor pasándole por los hombros detienen a JungKook de la planeada paliza que pensaba nunca darle a NamJoon. Verse bajo su toque lo relaja un poco. 

SeokJin. 

SeokJin.

Su corazón acelera, la respiración pausada vuelve. Está asustado. Espera que sea lo suficientemente cuerdo y que acierte al decidir no aparecer. 

—¡Llegaron! —exclama JiMin, levantándose para recibir a cada uno con un abrazo y una amplia sonrisa—. Feliz año nuevo —les susurra, siguiendo su propio jueguito.

—Tonto —le susurra JungKook de igual forma. Sus ojos pequeños a causa de una risita.

Se torna hacia la mesa, es una mesa rectangular con sus seis sillas correspondientes y el correspondiente arreglo de estas. Le extraña que YoonGi ya esté aquí, pues SeokJin no lo está, lo agradece internamente. Debe significar que el hombre no vendrá.

Él no es creyente, pero le agradece a cualquier Dios que se haya encargado de no traerlo.

—JungKook —lo llama JiMin, entusiasmado, le toma de la mano con cariño—, siéntate a mi lado.

Incidente. | JinKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora