Treinta y cinco: Abrir mi puerta.

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Faltan tres días para el sábado, el gran sábado. JungKook se envuelve bajo las mantas de tan solo pensarlo, sus labios se curvan en una sonrisa y sus pies se mueven con emoción, ni siquiera es capaz de conciliar el sueño, él no hace otra cosa mas que pensar en la cita, en SeokJin y en cómo van a surgir las cosas. Piensa en su ropa, piensa en las horas que faltan, su cálculo mental dice que son noventa y tres, pero él jamás ha sido bueno con las matemáticas.

Pasa los próximos días probando ropa, fantaseando con su salida y preguntándole a SeokJin qué planes tiene, le insiste con saber, con preguntar sobre qué debería usar, qué tonos considera el mayor son los adecuados para lo que van a hacer, para ir acorde a su cita.

JungKook —dice él, entre risas—, relájate. Lo que te pongas estará bien.

—No estás tomándote nuestra cita con la seriedad necesaria.

Por supuesto que sí.

—No es cierto.

Claro que sí. De hecho, para que nuestra cita tenga mayor seriedad y sepas que será una cita tan real como cualquier otra, propongo la falta de contacto hasta el sábado.

—¿Propones que dejemos de hablarnos hasta el sábado? ¿Acaso me odias?

En definitiva me volveré loco sin hablar contigo. Es romántico.

No lo es. No es nada romántico. Ya sea que SeokJin decía la verdad sobre volverse loco o no, es definitivo que JungKook sí está volviéndose loco. Si alguien le preguntase a HoSeok, él prometería que vio a JungKook sentarse frente al espejo durante horas y alucinar a SeokJin mientras el reloj le indicaba el paso de los segundos.

En sábado, JungKook duerme poco, pero tiene mucha energía para arreglar el atuendo que escogió, para plancharlo y tenderlo sobre la cama, así facilita el ponérselo cuando salga de la ducha.

Se ve lindo, o eso cree él. Se siente suave, terso y entre otros sinónimos, depiló todo su cuerpo y aplicó sus cremas favoritas, las que lo traen a oler dulce. Aplica perfume a las zonas importantes de su cuerpo y luego aplica brillo a su rostro, sutil, lo necesario para darle un toque extra y resaltar sus facciones.

De momento está bien.

JungKook se viste, se adorna con collares, anillos y pendientes, los que cuelgan de ambas orejas hasta que su atuendo está completo. Le gusta, es formal, pero no demasiado, y hace un excelente trabajo acentuando su cintura.

Está listo.

Está aterrado.

JungKook mentiría si dijese que no está emocionado por volver a hablar con SeokJin, por verlo, por esperar besos de su parte y por sostener su mano sin importar el lugar que caminen. Mentiría también si dijese que no espera que SeokJin lo lleve a casa luego de la primera cita. Él quiere que lo haga.

—¡JungKook! —exclama HoSeok. Siente su piel ponerse de gallina.

Va a ir, pero un mareo lo obliga a detenerse en su lugar y cerrar los ojos para dar profundas inspiraciones.

—¡Tu cita ya llegó!

HoSeok está emocionado, la idea de que JungKook y SeokJin tengan su primera cita le causa felicidad, lo hace sentir orgulloso, pero él no permite que tales emociones escapen de él, sino que grita con un rostro serio y mira a SeokJin como si fuese a arrancarle los ojos del rostro.

—Lo quiero en casa a las diez —le dice a SeokJin, quien mira su reloj para informarle que no podrá hacer tal cosa:

—Son las diez con cinco.

Incidente. | JinKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora