Capítulo 1

521 49 4
                                    

— Ahora, entonces... ¿tienes alguna última palabra?.— La fría mirada de Kisaki y la punta del arma estaban sobre él. Juraría que ésta última quemaba su frente al presionarla contra ese lugar.

Sabía que esto terminaría así.
Pensaba Chifuyu mientras miraba al suelo sin expresión alguna y de fondo oía los desgarradores gritos de aquél que en algún momento llegó a llamar su compañero. Algunas gotas rojas de sangre combinadas con su propio sudor bajaban por su cien, por sus mejillas, por su mentón, hasta finalmente caer al suelo, mientras pensaba en todo aquello de lo que se arrepentía, pero sobre todo, lo que dejaría atrás ese mismo día, en unos cuantos segundos.

Se resignó con un suspiro, ese era su fin.

Se resignó con un suspiro, ese era su fin

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Varios meses atrás...

— Drogas... Prostitución... casinos ilegales... préstamos de dinero ilegales...— El chico de cabello castaño leía la lista de cosas que ToMan había hecho hasta ese día, mientras se paseaba de un lado a otro en su oficina.

Suspiró y dejó la carpeta donde estaba aquella lista sobre su escritorio. Estaba enfadado, se notaba por su respiración agitada y como apretaba sus dientes, tratando de no morder su lengua o su labio inferior, pues ya demasiados daños se había causado por aquello. Miró por el gran ventanal del edificio, viendo hacia abajo la gran ciudad de Tokio. Aún recordaba cuando era apenas un crío y a sus cortos trece años iba en motocicleta con Baji conduciendo y él atrás, tomando con fuerza su cintura para no caerse.

Pero ya habían pasado casi doce años, ya no podía pensar en eso. Era un adulto, no un crío. Quisiera o no, esos recuerdos estaban en el pasado, en uno que era inalcanzable y que no podía borrar por más que lo deseara con todas sus fuerzas. La realidad, actualmente, era otra. ToMan estaba hundido en el más profundo de los abismos, encabezando crímenes atroces de los que Chifuyu se arrepentía por no poder detener. Ciertamente, le repugnaba estar parado allí, en ese lugar, siendo parte de aquello que Baji nunca quiso.

¿Dónde había quedado la promesa de proteger ToMan? ¿Dónde estaba esa pandilla feliz de amigos que nunca pensarían siquiera en golpear a una mujer?. Todo se había perdido, todo estaba en la miseria. Baji no quería esto. Es lo que siempre pensaba Matsuno cada vez que recordaba en qué lugar se encontraba. Desde hace tiempo su propia vida le había empezado a dar asco y repudio. Todo lo que tenía, todo lo que era, fue gracias a decisiones mal tomadas por todos los ejecutivos de esa organización. Pero sobre todo, por su propia culpa, por no poder detener nada y ver como todo pasaba.

— Chifuyu~.— Un fuerte golpe de la puerta siendo abierta lo sacó de su propia burbuja, volteando así para ver de quien se trataba, aunque por aquél tono, imaginaba de quien se trataba.— Tengo hambre, pero no quiero ir a almorzar sólo. Acompáñame.— El chico de cabello negro perfectamente peinado hacia tras se sentó en la silla frente a su escritorio, esperando por la respuesta de su mejor amigo. Aunque aquello no había sido una pregunta, era una exigencia.

No quiero perderte // Kazufuyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora