Salgo del cubículo en el baño y camino lentamente arrastrando mi mochila detrás para verme en el espejo con miedo a caerme en los tacos negros que María, la secretaria del señor Johnson que me ha prestado un poco de ropa, lastimosamente la chica menuda no tenía prendas más holgadas y es un talle de zapatos menor al mío, mierda, ahora mis dedos estarán aplastados hasta que mi jefe lo dicte y ya siento como un fuego nace en la planta de mis pies, parezco un Bamby recién nacido. Arreglo la pollera lápiz gris que tiene completamente embutido mi trasero dentro y realmente temo que el cierre explote, dándome por vencida con la falda trato de abrochar un botón más a la camisa sin que mis pechos escapen o un botón salte disparado pero tampoco puedo lograrlo.
-Te queda muy bien-murmura María al entrar al tocador de damas, suspiro agotada y ella me mira algo preocupada pero aun así me sonríe-lamento no tener ropa más grande.
-No te preocupes-le digo incomoda-lamento que hayas tenido que prestarme ropa.
La inmaculada rubia agita una mano restándole importancia y amablemente se acerca a mí para recoger mi pelo en un sofisticado peinado recogido antes de maquillarme, muchas veces me pregunto cómo esta chica de medidas noventa sesenta noventa de pelo perfectamente platinado trabaja como secretaria del hombre que me espera en menos de media hora en su despacho, un completo cerdo despiadado, en vez de ser una modelo llena de dinero o esposa de un millonario. Acomoda mejor la camisa dentro de la falda e intenta bajarla un poco más, pero como se habrá dado cuenta es un completo caso perdido.
-Quedaste hermosa Alex-se sorprende mi compañera acomodando un mechón castaño en mi oreja.
-Gracias- no estoy acostumbrada a los alagos, no de los lindos al menos, normalmente es un viejo en sus sesenta diciendo las cosas que me haría, muy asqueroso. Intento que mi pecho quede dentro de la camisa blanca, mi compañera me mira con un poco de gracia y cubre su boca discretamente para no reír.
-¿Cuál es tu talle de corpiño?
-Talle cien, copa D-a mi compañera se le cae la mandíbula y sus ojos vuelan a mi pecho.
-¿Cómo esperas que una de mis camisas te entre?-toca uno de mis senos y me sobresalto-dios te ha bendecido con un cuerpo que la misma Brigitte Bardot envidiaría-suspiro y me acerco al espejo para echarme un nuevo vistazo algo incomoda ahora ¿Por qué las chicas tocan mis senos? Mi mejor amiga Amber también lo hace en la escuela.
-Dios ni siquiera sabe que existo-murmuro más que nada para mí.
En este momento me gustaría tener el pelo suelto para esconder mi rostro, no he sido bendecida ni mucho menos, soy la escoria que nadie quiere en el mundo con piel de cordero. Me inclino con dificultad y agarro la mochila negra haraposa con mis cosas antes de salir tras María quien desaparece por la inmaculada puerta blanca.
Hace poco he cumplido mis dieciocho años, tengo suerte de haber encontrado este trabajo unos meses atrás sin tener la mayoría de edad, aunque me pagan quince dólares la hora como asistente personal, lo habría aceptado por mucho menos. Escondo mi mochila en el armario del personal y camino dolorosamente hasta en despacho, María me da una mirada de aliento antes de empujar la puerta y dejarme sola con Adam Johnson, nuestro jefe. Este hombre cuelga el teléfono y me escanea detrás de su escritorio rascando su melena café a la par de sus ojos, se levanta rápidamente y camina hacia mi en su exquisito metro ochenta acomodando el saco negro de su costoso traje hecho a medida, comienza a dar vueltas a mi alrededor inspeccionándome meticulosamente como una fiera a su presa y comienzo a sentirme incomoda, mantengo la mandíbula en alto porque nadie me haría bajar la cabeza pero mis ojos se posan en la pequeña barriga de los treinta que trata de esconder bajo el chaleco, me entrega unos lentes de lectura sobresaltándome y libera el mechón de pelo escondido detrás de mí oreja.
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Mi Hombre.
RomanceAlexandra es una joven chica que definitivamente no cree en el amor, y mucho menos en los buenos hombres, o en las buenas personas. Su pasado la ha obligado a ser fuerte y ahora tras años sola se oculta bajo una actitud fuerte, desconfiada y dañina...