Capitulo 3. Alexandra

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Siento la moto vibrar entre mis piernas mientras el hombre sumamente candente que me ayudo esta noche conduce por la ciudad buscando un lugar para invitarme a cenar son las tres de la mañana así que realmente dudo que haya algún lugar abierto en día se semana, pero demonios fingiría comer basura con tal de permanecer con este hombre. Aparca a un costado de la calle donde todos los negocios están cerrados y lo oigo suspirar.

-Todo esta malditamente cerrado y no quiero levarte a Burger King-río ante su frustración y palmeo su hombro.

-No te preocupes tranquilo, podrás invitarme otro día-la idea me anima un poco, realmente mi día fue un asco, no de los peores, pero definitivamente fue horrible. Mis pies están algo lastimados por los tacones y no pude despedirme de él en la oficina porque Adam Johnson me mando a pagar sus facturas.

-¿Estás buscando un lugar para quedarte esta noche?-pregunta de la nada, asiento con la cabeza y luego me doy cuenta que no puede verme bien.

-Si-suspiro algo incomoda confesándole esto a un hombre que ha tenido demasiada suerte en la vida.

-Te ofrezco algo-me dice-esta noche cenaremos en mi departamento y dormirás en la habitación de huéspedes-Mierda, no me esperaba eso, estar en el misma habitación o el mismo apartamento que él es algo que no me esperaba para nada-prometo que no intentare nada-aclara y eso por algún momento me desanima, río animadamente para olvidar el sentimiento y palmeo su espalda.

-No te tengo miedo, solo no quiero abusar-lo escucho reír y la moto cobra vida nuevamente.

-¿Eso es un sí?-pregunta.

-Si.

Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Es lo único que puedo decir ante la majestuosidad de esto, la puerta no necesitaba llave, basto con la huella dactilar del Señor Wesner para que se abra, un hombre de seguridad nos recibió atentamente e incluso llamo al ascensor por nosotros, luego estamos aquí, en su piso donde el salón es más grande que el Bar donde lo conocí.

-¿Qué quieres comer?-pregunta desde la cocina, me siento en la barra de desayuno mientras el revisa la heladera de doble puerta y me encojo de hombros.

-Lo que sea, realmente no importa mucho-mis bolsos están tirados a un lado del gigantesco sofá, veo con admiración la lujosa cocina, me pierdo entre las elegantes encimeras de mármol gris, los gabinetes de acero y los relucientes electrodomésticos completamente nuevos, veo especias y raros ingredientes en una pequeña estantería, por un momento me pregunto si este magnífico hombre sabrá cocinar.

Se acerca un poco a mí y se inclina sobre la isla, siento algo eléctrico y vibrante recorrer mi cuerpo tensándose en mi vientre ante su cercanía, comienzo a sentir mucho calor de repente y la idea de abanicarme es un lujo.

-¿Qué comiste hoy?-me pregunta metiéndose una brillante uva oscura entre sus labios a su boca.

-To-tome un café a la tarde-respondo tontamente y frunce el ceño pensativo.

-Debes consumir algo más que un café-me encojo de hombros y me quito el gorro de lana atusando mi cabello.

-Realmente no tenía hambre-cierra los ojos con paciencia y camina hasta mi lado extendiendo su mano.

-Ven te guiare a tu habitación-agarro mis cosas pero él insiste en llevar mi bolso más grande, subimos unas escaleras de madera barnizada y millones de recuerdos me vienen a la mente, caminamos por un reluciente pasillo color crema con sofisticadas lámparas, el adonis frente a mí se detiene y empuja una puerta ofreciéndome entrar.

Mi boca se abre ante la cómoda cama de suaves mantas color marfil, los lujosos muebles y la gigantesca tele, trato de no parecer sorprendida pero no he visto una habitación así en años.

-Allí está el baño-me dice señalando una habitación-yo preparare algo para comer, siéntete como en tu casa.

-Gracias-le sonrió y asiente antes de irse-¿Puedo hacerte una pregunta?-me asomo a la puerta y el voltea seriamente.

-Por supuesto-su actitud no es la misma que la de la mañana, no es tan formal ni fría.

-¿Cómo es tu nombre?-el joven frente a mi sonríe mostrándome unos rectos dientes blancos y se rasca la cabeza.

-Lamento mis malos modales-se disculpa-me llamo Bastian Wesner-asiento y entro nuevamente a la habitación.

-Bastian-digo para mí misma probando su nombre en mis labios.

Pongo el bolso en el piso de alfombra afelpada puesto que colocarla sobre algún mueble podría ser considerado un sacrilegio, saco mis únicas dos toallas junto a mi nuevo conjunto de ropa interior, y digo nuevo porque hace un mes me di el gusto de comprarlo. Lo malo de estar en la miseria es que no tienes lo suficiente para tus cuidados, nunca fui demasiado quisquillosa, pero necesito una ropa interior suave para que mi piel no se irrite y lastime, cierro la puerta de madera antes de desnudarme completamente y agarro mi propio champú, crema de enjuague y jabón antes de entrar al elegante baño de ensueño. Lo primero que hago es abrir la ducha con agua caliente para que el vapor me abrigue, todo está totalmente nuevo y me apuesto la vida a que nadie ha usado esto.

Me dejo inundar por la gloriosa sensación de alivio ante el agua recorriendo mi tenso cuerpo, enjabono mi cuerpo con el cremoso jabón sin omitir ni un centímetro de piel y disfruto de la suave sensación, nunca hubiera sabido lo mucho que extrañaba estos lujos si no estaría aquí, peino mi pelo con la crema de enjuague una vez que el Champú desapareció de mi pelo y disfruto un poco más del agua cálida. Aprieto las canillas de bronce cortando el agua y en vez de envolverme en mis toallas, abro el armario del baño y me tomo el atrevimiento de secarme con las afelpadas toallas blancas ¿Por qué todo es tan suave? Coloco mi ropa interior negra en su lugar, por ahora me dejare el sostén, me tomare el atrevimiento de quitarlo una vez en la cama. Me enfundo en un sencillo short negro con cordones al frente y una remera mangas cortas de igual color, me ato el pelo bastante seco en una coleta alta y salgo de la habitación dejando todo ordenado, bajo con mis pies descalzos por las frías escaleras y me encuentro con el delicioso aroma a comida, dos hombres parados discutiendo animadamente y un perro Siberiano blanco y negro quien me gruñe llamando la atención de los dos jóvenes.

¿Qué mierda está pasando aquí?

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Hola mis sensuales lectores! Espero que disfruten esta tercera parte.

No olviden dejar su comentario y/o voto, alguna duda, consejo o critica pueden comentarla que la leeré y responderé gustosamente.

Saludos entre las sabanas.

▼Noodle▼

Mi Hombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora