Capitulo 2. Bastian

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Esta noche mis pelotas están literalmente azules, en la mañana me desperté por primera vez en años completamente sucio por un vergonzoso sueño húmedo que tuve, eso fue algo que no me pasa desde los catorce años y en ese entonces ya sabía cómo sería mi día, en la empresa a mis supuestos calificados empleados se les dio por ser hoy un completo desastre, confundiendo papeles, olvidado reportes y derramando café en dos trajes obligándome a cambiarme antes de la entrevista con el señor Johnson. Pensé que todo iba a mejorar cuando la vi a ella en la entrevista, una sensual veinteañera de mejillas rosadas y un voluptuoso cuerpo llamando inconscientemente la atención de todo el edificio entero, cuando ese patán estúpido se le acerco realmente me sorprendí con su actitud al romper la tarjeta sin ni siquiera verla y tirársela en la cara llamándolo "Cerdo vulgar" en ese momento trate de no reír al ver la cara de aquel tipo que no estaba preparado para esa respuesta, mierda, hasta yo estaba disfrutando de esa gloriosa vista con completa discreción; Luego la mano me quedo con olor a tabaco rancio, ese hombre realmente apesta, a ese punto no tiene que apuntar tan alto como esa candente y sofisticada señorita, lo único bueno que saque fue el olor a fresa en mi ropa y una buena vista de sus senos siendo aplastados por mi pecho en un estúpido arranque de heroísmo, tomo otro trago de cerveza en este pútrido bar de mala muerte donde vine a parar otra vez, lo bueno es que en estos lugares nadie me conoce, dejo de ser el Señor Wesner por una noche y me convierto en un don nadie con el que algunas personas buscan pelea por querer algunos moretones o atraer la atención de las mujeres; Sí, soy muy consciente de ello y me aprovecho de la situación varias veces, recientemente rechace a una prostituta que realmente creía que estaba demasiado buena por llevar un apestoso labial rojo sangre, junto a un haraposo vestido negro "sexy" arrugado por andar revolcándose con algún otro, en estos tiempos me doy el lujo de ser selectivo, más si la chica es quien se friega en mí ofreciéndose gratis, no quiero pescar alguna ETS.

-¿Cuánto te debo?-le pregunto al hombre de unos treinta años, musculoso en exceso con los brazos tatuados y con el pelo completamente rapado.

-Trescientos veinte, amigo-me dice mientras junta el porrón de la barra y se lo da a la rubia andrajosa que tiene por ayudante para que lo lave. Asiento y busco mi billetera en el bolsillo trasero de mis Jeans negros, pero no logro encontrarla, luego en mí vieja campera donde tampoco se encuentra y sé que no la he dejado en la moto, el hombre ríe y se inclina-Debemos buscar la forma de que pagues-sé que esto me dejara muchos moretones, estoy a punto de responderle cuando me interrumpen.

-Deja de molestarlo Sam, esa prostituta se llevó su billetera-siento ese excitante olor a fresa antes de escuchar lo que dice, mis pertenencias estacionan frente a mí en la barra y volteo a ver a la joven que hoy mismo me había cruzado en las oficinas Johnson, lleva unos leguins negros junto a un buzo, unas zapatillas que han tenido días mejores y una gorra sobre su pelo castaño suelto, su maquillaje ha desaparecido convirtiéndola en una niña y sonríe mientras deja un pesado bolso de viaje en la barra-lo que te debía Sam-le da al hombre trescientos dólares mientras busca algo en otra mochila-debes tener cuidado en estos lugares-me advierte con una deslumbrante sonrisa-un hombre de altura como usted podría quedarse desnudo en medio de la carretera en un cerrar y abrir de ojos-el hombre se ríe roncamente mientras me quedo anonadado, abro la billetera y me sorprendo al encontrar todo intacto, hasta los quinientos dólares que guarde están ahí junto a mi tarjeta Black y mi DNI.

-No tengo habitaciones hoy preciosa pero puedes venir a casa conmigo-le doy al dueño del bar el dinero quien lo toma descuidadamente y lo guarda en el bolsillo mientras intenta ligar con la joven de las oficinas Johnson.

-No gracias Sam-le responde al acto colgando la mochila en un hombro y arrastrando el bolso en el otro-Nos vemos guapetón, ya sabia que te había visto por algún lado-palmea mi espalda antes de retirarse y empuja la puerta de madera para que se abra en su totalidad, verla irse en el frio realmente me desespera por alguna razón, me giro para seguirla cuando alguien me agarra del brazo, el cantinero me cuelga mi bufanda en el hombro y ríe ante mi cara.

Mi Hombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora