Capítulo siete: Complicaciones.

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Jueves por la tarde y Olivia sentía que iba a enloquecer, había intentado por todos los medios terminar con el trabajo a horario para poder ir a buscar a Santino al Kínder, pero no lo había logrado, así que sin remedio alguno decidió llamar por teléfono a Elliot.

—Hola Olivia.
—Hola Elliot, necesito si hoy puedes ir a buscar a Santino al Kínder. —Pronunció Olivia apurada del otro lado de la línea, Amanda al ver que la castaña estaba hablando por celular esperó en el umbral de la puerta para no molestarla.
—Sí, no hay problema. Ahora voy para allá —Respondió Elliot con amabilidad y Olivia suspiró tranquila— ¿Ocurrió algo que no puedes ir tú?
—La comisaria es un caos, y aún no terminó con unos informes. —Respondió Olivia confundida ante la pregunta de ese hombre— Ni bien terminé lo voy a buscar a tu casa.
—Está bien, no hay problema. Ojalá te sea leve el trabajo. Adiós Olivia.
—Adiós Elliot.

Una vez que cortaron la llamada Olivia quedó mirando algo confundida su celular, le sorprendía la amabilidad con la que Elliot se había dirigido a ella, como si nada pasará, como si ellos no se odiarán lo suficiente como para tenerse lo más lejos posible. Una sensación de tranquilidad la invadió al solucionar el tema de Santino y el retiro del Kínder, así que, volviendo a la realidad miró nuevamente hacía el umbral de la puerta donde Amanda continuaba esperándola.

—Entra Mandy.
—Permiso. —Pronunció la rubia sentándose frente a ella, Olivia suspiró y se quitó los lentes— ¿Problemas otra vez?
—No, Elliot aceptó ir a buscar a Santi y quedarse con él hasta que yo me desocupe.
—Que bien. —Sonrió Amanda y tomando la mano de su amiga la miró— ¿Tú estás bien?
—Sí, sólo que tengo un mal presentimiento. No sé, es raro.
—¿Mal presentimiento con quién?
—Eso quisiera saber.
—Quizás es cansancio Liv, debes frenar un poco, el trabajo no lo es todo.
—Lo sé, pero me enloquece no tener todo al día, aún me faltan tres informes para finalizar y siento enloquecer.
—Te entiendo. ¿Necesitas ayuda con alguno?
—No, pero gracias por el ofrecimiento. —Sonrió agradecida Olivia con Amanda, siempre estaba ahí para ella.

Mientras tanto, Elliot tomó sus cosas, y luego de despedirse de los detectives se marchó del recinto en busca de Santino. Intentó ir lo más rápido que pudo, ya que, en quince minutos el niño salía de clases y no quería que estuviera esperando mucho tiempo en la institución. La música que lo acompañaba de fondo lo hacía pensar en muchas cuestiones que, siempre, o de vez en cuando visitaban su mente cómo si fueran especies de recordatorio de aquellas cosas que debía modificar en su vida. Y no podía evitar suspirar, y sentirse un completo idiota.

Una vez que llegó a destino, estacionó el auto a pocas cuadras y caminó hacia el kínder, donde varios padres estaban retirando también a sus hijos. Las pupilas azules de Elliot se centraron en su hijo, quién parado aún en el umbral de la puerta al lado de la maestra tenía la mirada triste, y una actitud desanimada algo que, claramente preocupó al hombre.

—Hola hijo. —Pronunció Elliot una vez que Santino se acercó a él, el niño suspiró y besó la mejilla de su papá.
—Hola papá. ¿Y mami? —Preguntó el niño, claramente acostumbrado a que Olivia lo retirará del Kínder. Elliot tomó la mano de su hijo, y alejándose de allí le respondió la pregunta.
—Tuvo un retraso en su trabajo, amor. Pero, en un ratito pasará a buscarte para que vayan a casa.
—Ah.

Al llegar al parque Elliot frenó y se agachó frente a su hijo con toda la intención de averiguar qué es lo que pasaba con él, Santino estaba a punto de llorar y aunque miraba a un costado evitando la mirada de su papá sabía que debía hablar con él.

—¿Qué pasa hijo? ¿Paso algo en clases? ¿Te hicieron algo tus compañeros? ¿Qué te ocurre? —Preguntó Elliot seguidamente queriendo saber qué le ocurría, Santino negó con la cabeza y varias lágrimas cayendo por su mejilla— No lloras por nada hijo, habla conmigo por favor.
—No quiero papá.
—¿Por qué? Siempre nos hemos contado todo San.
—Todo no.
—¿A qué te refieres? —Indagó Elliot confundido y por primera vez Santino lo miró a los ojos, aún con lágrimas deslizándose por sus mejillas.
—¿Por qué no están juntos con mamá?

-

Mientras tanto, en la habitación de descanso de la comisaria luego de terminar de hablar con Olivia, Amanda había frenado un segundo para beber un poco de agua, y respirar profundo. Ante el apuro de querer llegar con todo lo que tenía que hacer la ansiedad se estaba apropiando de su cuerpo y una vez que fue consciente de ello comprendió que la mejor opción era frenar, respirar y seguir. Bebió un sorbo de agua y cerró sus ojos por un momento, pero la vibración de su celular interrumpió aquel momento. Rápidamente Amanda sacó el teléfono de su bolsillo, y al ver que era un WhatsApp de ese hombre sonrió inconscientemente.

- "Hola, Amanda. ¿Cómo estás? ¡Espero que bien! Perdón si te escribo, no quería hacerlo, pero no pude evitarlo. Creo que te paseas en mi mente a tu antojo y hace varios días que no dejo de pensar en ti. Dios, parezco un adolescente. Sé que quizás estás en el trabajo, pero tengo una chispita de ilusión de qué respondas este mensaje. Abrazo, Carisi"

- "Hola, me tomé un momento para beber agua y respirar profundo. Así que... ¿No dejas de pensar en mí?"

- "Espero no haberte ofendido con eso."

-" No, aunque me parece raro, de verdad. Raro, pero lindo."

-" ¿Podríamos vernos? Aunque sean unos minutos."

-"Mmm está bien. ¿A dónde?"

-" Ahora te paso la dirección."

-" Esta bien."

-

Santino esperaba impaciente frente a su papá una respuesta a su pregunta. Elliot suspiró profundamente y masajeó su frente, no estaba preparado para responder más allá de que más de una vez habían tocado el tema muy superficialmente.

—Santi no...
—Dime la verdad, papá. —Exigió el niño secando sus lágrimas con las yemas de sus dedos. Elliot lo miró y acarició su mejilla.
—No es un tema para hablar ahora hijo. Con mamá te hemos contado todo lo que pudimos acerca de lo qué ocurrió.
—¡Mentira! Nunca dicen nada y me cansé de que se burlen papá, todos mis compañeritos tienen a sus papás juntos y yo no. —Exclamó Santino volviendo a sollozar mientras sacaba las manos de su papá de sus mejillas con mucho enojo— Siempre me mienten cuando a mí me dicen que debo decir la verdad, falta poco para mi cumpleaños y no quiero que la pasemos separados, yo quiero a mi papá y a mi mamá juntos ¿Por qué no se puede?

Elliot pudo notar que Santino poco a poco iba agitándose y eso no era bueno en un niño con ataques de asma, más allá del planteo que el niño le hizo la mayor preocupación de él era calmar a su hijo para evitar que todo empeorará. Pero al pequeño eso no le importó y con toda la intención de alejarse de su papá comenzó a correr a pesar de la agitación y la incipiente falta de oxígeno que estaba experimentando. Mientras corría Santino podía oír los gritos y los pasos de Elliot atrás suyo, pero no quería frenar, no quería hablar con su papá.

Pocos minutos después la situación había empeorado y el niño frenando detrás de un árbol se apoyó en el tronco intentando recuperar la respiración, pero ya era imposible, su rostro estaba completamente colorado ante los intentos frustrados de Santino por respirar, y sus lágrimas volvían a caer otra vez, producto de la desesperación del momento. Elliot una vez que quedó frente al pequeño sacó de su mochila el puff que llevaba siempre con él, intentando que su hijo se sintiera mejor, pero ante la poca evolución que había no le quedó otra opción que cargar en brazos a su pequeño y subirlo al auto para poder llevarlo a la clínica.  

Aprendiendo a amarte|| Bensler - Rollisi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora