Epílogo Aprendiendo a Amarte - Agradecimientos y Novedades.

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Epílogo.

"Ya no duele el frío que te trajo hasta acá
ya no existe acá...
no existe ese frío que te trajo."

—Tan lejos – No te Va gustar.

Olivia sonrió enternecida ante la imagen que se desplegaba ante sus ojos. Aprovechando el silencio de la casa la castaña aprovechó a amamantar a su pequeña. La llegada de Estrella había cambiado por completo a la familia Stabler-Benson llenándola de carcajadas, cambios de pañales, noches de insomnio, llantos, pero de muchísimo amor.

Santino a sus casi siete años era un niño muy inteligente, amoroso, y que poco a poco iba imponiendo su carácter, pero si había algo que no podían negar era el inmenso amor que el pequeño sentía por su hermanita menor. Junto a Elliot, su abuela y sus tíos se encargaban de malcriar a la niña en todo lo que podían.

En cuanto a la parte laboral Olivia continuaba de licencia, dedicándose por completo a la crianza de sus hijos, y Elliot luego de haber ascendido a capitán trabajaba par a par con Fin que se había convertido en Sargento de la Unidad de Víctimas Especiales. Más allá de que había días más estresantes que otros amaban su trabajo.

Aquella tarde una vez que terminó de acomodar la castaña se dedicó a jugar con su hija, quién ante las morisquetas que le hacía su madre reía a carcajadas, algo que impulsaba a Olivia a continuar haciéndole cosquillas. Minutos después, y una vez que la pequeña Estrella bostezó la mujer la acomodó entre sus brazos y la amamantó, sus miradas conectadas reflejaban un amor infinito, y Olivia sin dejar de mimarla vio a la bebé quedar profundamente dormida.

Con cuidado, la castaña se puso en pie con su hija en brazos y caminó hacía la habitación, la acostó en la cuna y se quedó observándola por unos minutos sonriendo agradecida con la vida por ese hermoso regalo. A sus nueve meses, la menor se encargaba de llenar de ternura y muchísimo amor a los que la rodeaban.

—¡Mami! —Gritó Santino desde el living, Olivia sonrió ante la presencia de su hijo mayor y sé dirigió rápido hacía allí.
—¡Shhh! Que Estrella duerme. —Regañó con cariño la mujer al pequeño, que tapando su boca con su manito sonrió arrepentido— ¿Cómo estás mi amor?
—¡Bien, ma! Hoy me saque un 10 en Matemáticas.
—Qué bueno hijo, me alegra muchísimo. —Respondió Olivia con una sonrisa llenando de besos la mejilla de Santino, el niño río y besó su mejilla también— Hola mi amor. —Pronunció ella mirando a Elliot y él sonriendo se acercó a su mujer para darle un beso en los labios— Te extrañé mucho.
—Y yo a ti, bonita.
—En la cocina está todo listo para merendar. ¿Vamos?
—¡Vamos!

Santino caminó alegremente al lado de su mamá mientras le contaba todo lo que había hecho ese día en la escuela, Elliot iba detrás y de pronto sintió la necesidad de ir a ver a su princesita, de saludarla a pesar de que ella durmiera. Cambió su dirección hacia la habitación de Estrella y abriendo la puerta con el mayor de los cuidados caminó en puntitas de pie hasta llegar a la cuna, donde la bebé dormía plácidamente.

Él sonrió y acariciando suavemente la mejilla infantil se dedicó a mirarla por unos minutos completamente embelesado, desde que la pequeña Stabler había nacido su mundo se había completado y se había llenado de una alegría única. Nunca pensó que volvería a ser padre otra vez, nunca pensó que otro bebé formaría parte de su vida además de Santino, pero cuando Olivia quedó embarazada Elliot se sintió el hombre más afortunado del mundo, y este sentimiento se potenció cuando la bebé nació. A partir de allí no necesitaba más que su familia para ser feliz, para seguir adelante, para estar bien.

En ese instante, el hombre pudo sentir la presencia de Olivia detrás suyo, y dándose vuelta se encontró con esas pupilas marrones que lo habían enamorado tiempo atrás y no pudo evitar sonreír.

Aprendiendo a amarte|| Bensler - Rollisi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora