Capítulo veintiuno: Soledad.

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La noche se había vuelto fría y oscura, y en la soledad de su habitación Amanda no podía dejar de llorar. En su mente se repetía la crueldad que había utilizado para escupirle a Olivia palabras tan frías e hirientes. Recordaba su mirada destrozada, y sus lágrimas cargadas de una mezcla de sensaciones imposibles de explicar. En ese instante se sentía la persona más despiadada, nunca pensó que podría llegar tan lejos, que lastimaría cruelmente a su mejor amiga, a una de las personas más importantes de su vida. Nunca pensó que el resultado de proteger sus sentimientos y seguir sus impulsos acabaría en aquella catástrofe.

Era demasiado difícil dilucidar como seguiría todo aquello, realmente no encontraba una solución a todo el desastre que ella misma había causado, no encontraba un camino factible que la llenará de esperanza de cara a un futuro mejor. Su corazón se debatía entre hacer lo correcto, ir a la casa de Olivia y pedirle perdón, o seguir allí llenándose de contradicciones, intentando encontrar una solución que protegiera lo que sentía, lo que pensaba, lo que era.

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Lejos de allí Olivia luchaba contra el ardor de sus ojos y el cansancio que atravesaba su cuerpo y principalmente su mente. Luego de la discusión con Amanda, llegar a su casa resultó la peor tortura que podía sufrir, porque allí en la soledad de su hogar y en compañía de sus pensamientos y sus más profundos fantasmas la castaña no tenía escapatoria, ni fuerza para enfrentarse a ellos. Ahí se dio cuenta que es tan difícil enfrentarse a uno mismo cuando aquella verdad que tanto intentaste negar y esconder te estalla en la cara, es tan difícil mirarse al espejo y darse cuenta que, durante mucho tiempo, por un puto egoísmo fuiste la causante de tantas heridas y lágrimas. La pregunta es... ¿Qué se hace en esos momentos dónde ni siquiera una sonrisa, o un abrazo son capaces de sanar el desastre que se generó en tu interior?

Luego de suspirar profundamente, se bajó del auto y caminó hacia la puerta de la casa de Bernie. Había intentado disimular su carita hinchada, y sus ojos tristes, pero no deseaba perder más tiempo en ello, lo único que quería era ver a Santino, y acurrucarse en sus brazos por largas horas intentando olvidar todo lo que había ocurrido. Golpeó con suavidad la puerta y esperó unos segundos, hasta que por fin la figura de Bernie se hizo presente con esa sonrisa brillante, con esa mirada profunda, con esa belleza tan única que no podía olvidar, pero que inevitablemente se transformaron cuando se topó con la mirada triste de la castaña.

—¿Estás bien Liv? —Preguntó Bernie con un tono preocupado, a pesar de todo lo que había ocurrido, quería a esa mujer con todo su corazón y sentía una gran estima por ella. Olivia suspiró profundamente.
—Sí, Bernie. Algo cansada quizá, pero nada grave. —Ella intentó esquivar el tema, sentía que si mencionaba algo acerca de lo que había ocurrido rompería en llanto otra vez.
—Mmm ese pretexto lo he escuchado muchas veces en estos años ¿No crees? —Sonrió apenas la mujer, y Olivia asintió sabiendo que no había escapatoria— Dime... ¿Mi hijo tiene que ver en esto?
—No, esta vez no. —Respondió la castaña sonriendo apenas, Bernie era la única que la había escuchado infinidad de veces cuando tenía discusiones con Elliot e incluso muchas veces había logrado aconsejarla por el bien de ambos, y principalmente por el bien de Santi— Tuve una fuerte discusión con Amanda.
—Oh, entiendo. Es difícil cuando te peleas con la persona que quieres, pero no permitas que el enojo y el dolor convivan demasiado tiempo dentro de ti, créeme que no es bueno. —Aconsejó Bernie y Olivia asintió— y sabes que cualquier cosa que necesites aquí estaré.
—Gracias Bernie, de verdad. —La castaña sonrió agradecida, inevitablemente aquella señora se había vuelto su mayor confidente, una de las personas más importantes en su vida. La vio sonreír y permitiéndole pasar, se sentaron en el sofá— ¿Y Santi?
—Estaba terminando de cambiarse, anoche nos acostamos tarde. ¿Quieres tomar un café mientras lo esperas?
—Está bien.

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Mientras tanto, lejos de allí Amanda intentaba de todas las formas iniciar un nuevo día, el problema era que su cuerpo dolorido y cansado no se lo permitía. Sus ojos azules hinchados denotaban cuánto había llorado y las pocas horas que había logrado dormir. Su celular había sonado incansablemente, pero ella había optado por no hablar con nadie, deseaba estar sola y castigarse todo lo que fuera posible. Su mente era un puto embrollo y ni siquiera sabía que hacer, y eso era lo que tanto temía. Agradecía que ese día debía cumplir horario en la comisaría por la noche, suponía que eso le evitaría tener que cruzarse con Olivia, porque por más que deseaba verla y suplicarle perdón, no podía ni mirarla a la cara después de lo que había dicho, de lo que había hecho.

Después de varios intentos logró levantarse de la cama y sin molestarse ni siquiera en arreglarse se dirigió a la cocina a prepararse una taza de café y mientras esperaba que el agua se calentará revisó su celular con una esperanza de que Olivia le hubiera escrito, pero lo único que pudo ver fueron una decena de llamadas perdidas y muchos mensajes provenientes de Carisi. La mezcla de sensaciones que sintió en ese instante se tornaba indescriptibles y sumamente horribles. No le quedó otra que leer cada uno de los mensajes provenientes de aquel hombre que había comenzado a querer, e incluso que hacía horas se había convertido en su novio, su pareja.

"¿Podemos hablar amor? Por favor, las horas se me hacen eternas sin saber nada de ti. Al menos dime si estas bien, si puedo verte, abrazarte si puede ser. Espero tu respuesta, bonita."

Inevitablemente las lágrimas de Amanda cayeron una detrás de otra, sabía que él estaba sufriendo en este momento preocupado por ella, y aunque no tenía fuerza para hablar con alguien en ese instante decidió responder su mensaje para llevarle un poco de tranquilidad al menos.

"Hola, estoy lo mejor que puedo, ahora estoy en casa. Pero, a decir verdad, lo único que quiero es estar sola, y aclarar mi mente. Gracias por la preocupación, te quiero Sonny."

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Mientras Olivia esperaba a Bernie, pudo ver como el pequeño Santino bajaba entusiasmado y corría para abrazarla. La castaña estiró sus brazos y sintiendo el cálido cuerpo de su hijo lo acobijó en su pecho besando su mejilla.

—¡Mami! Te extrañé mucho.
—Y yo a mi príncipe azul. —Respondió Olivia mientras llenaba de besos su cabeza y sentía como él se alejaba para poder mirarla a los ojos.

Pero en ese instante pudo ver como Santino fruncía su ceño al ver los ojitos tristes de su mamá, y el semblante agotado. Olivia quiso reír ante esa imagen, podía ver cuán parecido era el niño a Elliot, los mismos rasgos, todo le hacía recordar a él, y no podía negar que eso la mataba de amor.

—¿Qué pasa ma? 

Aprendiendo a amarte|| Bensler - Rollisi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora